Cap 32: Introspección

536 64 24
                                    

Todo lo que pasó fue borroso y difícil de distinguir. Como si estuviese intentando ver mi reflejo en agua turbia o en un espejo empañado después de un baño caliente.

Solo recuerdo un breve diálogo mientras caía en pedazos con mi bravura.. A quién engaño con palabras rebuscadas... temía morir ahí, a manos de ese hombre, y sé que fue la desesperación la que me llevó a estar viva en este momento aunque no sepa con exactitud qué sucedió.

Siento como una tela me abraza y calienta mi cuerpo cansado, que ahora pareciera haber recobrado un poco de su vitalidad usual.
Mi cabeza reposa en una superficie cómoda y reconfortante, podría quedarme así por horas enteras sin hartarme de estas sensaciones que poco a poco van apareciendo conforme despiertan mis sentidos.

Oigo murmullos a mi alrededor. Voces conocidas, una masculina y otra más aguda y femenina.

Al abrir los ojos me encuentro en mi cama, en mi habitación de la mansión Phantomhive. Una calidez envuelve mi mano y lo que me sorprende es ver ahí a la shinigami carmesí, sosteniendo dicha extremidad y apoyando la frente allí. Además de que la mullida almohada bajo mi cabeza resulta ser el regazo de oto-san, quien acaricia mi cabello hebra por hebra.

- Veo que nuestra muñequita ya despertó, jiji~ - sonríe el peliplata, tocando mi nariz y acariciándola - nos tenías muy preocupados

- ¿Nani? - la pelirroja levanta bruscamente la cabeza y al verme se tira a abrazarme - Gracias al cielo.. - suspira apoyando la mejilla contra la mía - ¡Casi me matas de un infarto, pequeño rubí!

- Lo siento, lo siento.. - murmuro tomando una honda respiración, tallandome los ojos con ambas manos - ¿Por cuánto tiempo dormí?

- Después de todo lo que pasó, casi un día entero.. Pero te cambiamos los paños mientras dormías, no te preocupes por eso - contesta tía Grell, sonriendo y refregándose más contra mí

Me detengo a pensar unos instantes. ¿Por qué me cambiarían los paños? Si tan solo fue casi un día. Pero recuerdo cómo me terminé retorciendo en el suelo del dolor debido a los cólicos de mi periodo y la sangre sube a mis mejillas por la vergüenza. Ojalá estuviese dormida aún.

- ¿Q-quién fue el que me cambió? - pregunto con la voz temblorosa

En el fondo temo por la respuesta, sobre todo sabiendo que la persona que hace todas las tareas en esta casa es Michaelis. Moriría antes de que me vea desnuda mientras estoy dormida, jamás podría perdonarmelo, tremenda debilidad expuesta frente a los ojos de ese ser maquiavélico.

- Fui yo, cariño, no te preocupes. Somos mujeres así que no tienes nada de lo que avergonzarte, también te puse unas bragas negras para disimular - responde la roja con plena soltura, moviendo su dedo de un lado al otro -. Tu bella tía death te ha cambiado los pañales incluso y jamás te haría nada, si eso te preocupa

Suelto un suspiro de alivio, llevándome la mano al pecho para sentir que mi corazón late de nuevo con regularidad.
La abrazo con fuerza y me acurruco en su pecho, agradeciendo a mi suerte.

- Confío plenamente en ti, tía roja... - suspiro relajándome

Siento pequeñas punzadas en mí vientre bajo, lo que provoca que se cancele mi relajación y mis manos viajen a la zona problemática de mi cuerpo.

Me recuesto de lado, haciéndome un bollito aún con la cabeza sobre las piernas de Undertaker. Y araño las sabanas debido a las punzadas de mierda que me cagan la vida cada que llegan.
Permanezco en esa posición por rato, sintiendo las caricias que me proporcionan ambos shinigamis en un dulce intento de que este dolor sea más llevadero.

- Ten, esto te va a aliviar - una mano de uñas rojas acerca hacia mí una taza humeante de lo que parece ser té - está a buena temperatura, lo prepararon hace un momento

Mi Dama del Circo (Sebastian Michaelis y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora