Cap 24: ¿Bailamos?

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En una extrañamente soleada mañana invernal, una mujer duerme abrazada a un gran felino placidamente.
Poco a poco su sueño se aligera mientras la pantera va adueñándose más y más de la cama, pero la bella híbrida despierta antes de caer. Palpa a su lado con una mano y hace una mueca al sentir el suave tacto de las sabanas y el colchón, entre sueños se le escapa una sonrisita.

- Mmmh.. - murmura con pereza mientras toma una respiración profunda

La felina negra bosteza y se acurruca junto a su dueña, la cual aún la abraza bostezando también.
Pasa una mano por su lomo sintiendo el pelaje del animal y sonríe con los ojos levemente abiertos por el cansancio.

- Buen día, Onyx - besa su cabeza - ¿dormiste bien?

Como respuesta obtiene un bostezo y una lamida a su mentón.

- Jajaja..

Vuelve a bostezar, pasando una mano por su cabello, acostándose boca arriba y mirando al techo, disfrutando la sensación de calidez de las frazadas y lo bello de no despertar encerrada en un tétrico lugar con hombres dispuestos a matarla.

- Sabes... Creo que hoy va a ser un buen día - musita y respira hondo

Onyx la mira, pestañea lentamente y luego ladea la cabeza, lamiendose una pata para luego pasársela por la cabeza.
La chica voltea hacia la ventana que da al balcón y ve como la luz del sol se filtra por entre las cortinas negras, iluminando el suelo.

« Hoy el sol quiso salir al parecer »
Piensa, recordando el día anterior carente de luz solar ya que las nubes la cubrían.

Su nariz capta el aroma del desayuno que se está preparando en la cocina, siente el olor del té y el del nectar más delicioso de todo el mundo, el café.
Se relame los labios con una sonrisa y con gran pereza corre las mantas y se levanta. Estira los brazos por sobre su cabeza, bostezando cual león por como abre la boca, y luego rascándose la cabeza.
Primero va al baño y cuando sale, al mirarse al espejo, ladea la cabeza. Ve las marcas de la almohada que quedaron en su mejilla, pasa una mano por su cabello y lo desenreda con los dedos, recordando que el día anterior luego de bañarse nisiquiera se peinó.

La felina aún la mira desde la cama y apoya la cabeza sobre sus patas, moviendo la cola de un lado al otro.

- Bueno... Hagamos esto - sonríe mirándose al espejo para comenzar a cambiarse

Por otro lado, en otra habitación de la mansión, el conde peliazul era vestido por su dedicado mayordomo mientras ambos permanecen en silencio. Claramente, no tienen temas interesantes de los que hablar, pero el aún algo dormido niño siempre se le cruza alguna ocurrencia por la mente para extorsionar a su fiel sirviente.

- ¿Le diste a su gato mugriento?

- Así es, y por favor no diga eso frente a Lady (t/n) o lo más probable es que se enfade

- ¿Y tú me lo dices? Eres la principal causa de su mal humor - alza una ceja de forma burlona

- Exactamente, mi señor, y por eso ya sé varias de las cosas que la hacen enojar - delicadamente ata la cinta, que rodea el cuello del niño, en un moño

- Mira mira, prestandole atención, que tierno de tu parte

El mayordomo no contesta, no quiere darle la razón ni demostrar que está en lo correcto.
Lo diré yo, ya que él no lo hará, y la realidad es que el azabache inconscientemente si presta atención a la joven condesa. Cada día se toma el tiempo de analizar su vestimenta, a que comidas pone cara de asco, como combina sus aretes, los colores con los que más frecuentemente pinta sus uñas, los libros que lee y cuanto tarda en leerlos, el tipo de música que le gusta, sus reacciones frente a diversas situaciones e incluso que tan sincera es su sonrisa dependiendo el predicamento.

Mi Dama del Circo (Sebastian Michaelis y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora