31. Consequences

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31. Consequences. Parte II

Dedicado a Only1Sacha . Gracias por tu ayuda <3

Sarah pedaleó sin detenerse en ningún momento. Su lado hamingja aún se encontraba débil debido al veneno inyectado por la Quimera, y su cuerpo humano también se encontraba adolorido debido a los diversos golpes que recibió por el mismo sujeto, más la resaca que aún estaba en su sistema y la pérdida de sangre de sus heridas. Sin embargo, no pareció detenerle. La voluntad de la hamingja de proteger a su Alfa era mayor que cualquier dolor que tuviera encima.

Su instinto le llevó al instituto. Saltó prácticamente de la bicicleta ni bien llegó. Dejó caer el pedazo de metal sobre el pasto y corrió sin dudarlo al interior del edificio. Como aquella vez que sintió que su hermano estaba en peligro, el ataque de Donovan, su hamingja interna supo inmediatamente a dónde debía ir. Otra vez, a la biblioteca. No se detuvo demasiado a pensar. No había tiempo para aquello, Sarah actuaba por instinto y dejando que su lado sobrenatural se moviera por ella. Salvar a Scott era más importante que pararse a pensar si el chico deseaba verla tras la última vez que se vieron.

Prácticamente se tiró encima de la puerta, tacleándola para abrirla. Y en el centro de la sala, una de sus peores pesadillas tomaba forma. El cuerpo inerte de Scott estaba boca arriba en el suelo. Su remera verde manchada por completo de su sangre en un sector del torso. Melissa McCall se encontraba de rodillas al lado de su hijo, aplicándole la técnica de RCP y llorando sin poder evitarlo. Al otro lado del Alfa, el amigo de Liam estaba arrodillado observando la escena con impacto y sin saber bien qué hacer. Mason fue quien notó su presencia, y los pocos conocimientos sobrenaturales que tenía al respecto hicieron que la esperanza se asomara en sus gestos al ver a la hamingja ahí presente.

Sarah, moviéndose por instinto, no dejó que la impactante escena de su Alfa así, indefenso, vulnerable, muerto, le impidiera hacer su labor. La mente de Sarah estaba bajo agua, impidiendo que su lado emocional afectara su desempeño. Iba a salvar a Scott. Su vínculo, débil, muy débil, desapareciendo, casi inexistente, aún seguía ahí. Un hilo de esa unión era el único sobreviviente. Y la hamingja se aferraría a ese como si el mundo dependiera de tal.

Caminó con rapidez. Su rostro sereno, a pesar de la situación y del remolino de emociones que presentaría si tan solo Sarah fuera plenamente consciente de la situación. Mason, quien no le quitaba la mirada de encima, abrió sus ojos cual platos — ¿Sarah? —llamó, recordando el nombre de la chica. Un tinte de preocupación y terror se filtraba entre sus palabras—. ¿Estás bien? ¿Tus ojos...? —señaló los propios, aunque estaba claro que la chica no podía ver sus ojos sin un reflejo cerca.

La hamingja desestimó el comentario del joven. No podía detenerse a pensar qué rayos le estaba diciendo. Su Alfa le necesitaba. Aún no se había ido, aunque hubiera perdido el pulso y su madre le esté haciendo RCP. El hilo rojo, el único que quedaba, le impedía irse por completo. Las reglas sobrenaturales así lo dictaban. El vínculo entre Alfa y hamingja que accidentalmente establecieron Scott y Sarah aquella tarde cuando la chica fue a verle tras lo ocurrido con el Beta desaparecido. Aquél vínculo que se estableció de forma imprevista, era una unión duradera, permanente y verídica, ese mismo era la única razón por la cual aún había esperanza. Por la que Scott no se había realmente ido.

Sarah se arrodilló. Mason le miraba con una mezcla entre anhelo y miedo, pues la chica actuaba cual robot sereno. Sus movimientos eran calculados y rígidos, no parecían humanos. Las manos de Sarah se colocaron encima de las de Melissa, quien aún continuaba con sus movimientos de RCP. Sólo cuando vio ese par de manos pequeñas y ensangrentadas, alzó su mirada y notó la presencia de la amiga de su hijo. Sus ojos cafés cristalizados por el llanto observaron a la joven Stilinski con sorpresa y luego terror. La mirada de Sarah estaba concentrada en Scott, pero parecía vacía. Monótona, fría, calculadora. ¿Cómo era eso posible? Melissa conocía a Sarah y podría jurar que esa versión no parecía la misma niña que vio crecer, la misma niña que crió. Era imposible que en una situación así, donde su hijo, su mejor amigo, estaba sin pulso, la chica estuviera tan calmada. Ni siquiera tenía los ojos llorosos. Si bien eso extrañó muchísimo a la señora McCall, una parte de sí se alivió. Si Sarah no estaba derrumbándose como ella, debía ser porque tenía un plan. Una estrategia a seguir, aún había esperanzas. Y ella seguiría cada paso con tal de recuperar a su hijo.

Monsters In Disguise [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora