"Un cálido sentir. Parte Dos"

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Era una noche fresca, el viento mecía las hojas de los árboles, la luna brillaba junto a la luz de las estrellas, los grillos cantaban al compás del canto de los búhos, un matrimonio dormía cómodamente en su cuarto, acostados uno al lado del otro, incluso el menor permanecía enredado en los brazos del contrario, su largo cabello ondulado color como la brea cubría la mitad de su rostro mientras que la restante se escondía en el pecho del mayor.

El mayor portaba una túnica interior delgada y en ciertas partes traslucidas, haciendo que su pareja sonriera mientras estaba profundamente dormido, sin embargo el señor del pico Qing Jing no sonreía en absoluto, estaba profundamente dormido, podría decirse que estaba casi inconsciente, su rostro mostraba una serie distinta de muecas y expresiones.

Ya que tenía sueños extraños o recuerdos de su otra vida, recuerdos que no quería recordar.

-Madre, padre; lo siento por no haber estado con ustedes en ese accidente, ahora estoy solo, pero descuiden hare que se sientan orgullosos desde donde están, encontraré el amor, seré feliz y mi vida será prospera, no se preocupen por mi... yo... yo sabré salir adelante. – Intentó permanecer de pie, pero sus piernas flagearon y cayó al suelo, sus lágrimas se drenaron por sus ojos, empapando sus mejillas, sus ojos rojos y sus labios temblorosos, el menor se arrodilló ante la tumba de sus padres, abrazándose el mismo, tratando de controlar sus sollozos y alaridos que se arremolinaban en su garganta.

-Trató de ser fuerte, pero no puedo más, quiero salir corriendo y gritar, me duele el pecho por continuar soportando, no sé qué hacer, no tengo a nadie con quien desahogarme. No creo tener la fuerza para continuar, solo me hago el fuerte, pero es mentira, cada vez me siento peor, siento que me desintegro, no encuentro sentido seguir viviendo. – Susurró para sus adentros, el menor enterró sus manos en la tierra lodosa, sus pantalones se habían ensuciado, sus tennis igual, pero eso no le importaba en absoluto.

Levantó la vista hacia la lápida donde estaban tañados los nombres de sus difuntos padres, los cuales habían tenido un terrible accidente en la carretera, perdieron el control del auto y terminaron estrellándose contra un tráiler, fue una muerte rápida, su único hijo, Shen Yuan había cumplido quince años, sus padres habían ido a comprar su regalo atrasado, pero nunca llegaron a la casa.

El joven se limpió la lagrimas con su suéter, luego se despidió de sus padres y se disculpó por enésima vez por ser el causante de su muerte, no había día que no olvidará culparse por tal suceso, siempre lamentándose.

Sus padres eran hijos únicos y sus abuelos habían fallecido, sus primos segundos y tíos lejanos vivían dispersados por todo el mundo, pues eran familias dueñas de terrenos, de herencias, algunos famosos y etc.

Regresó a su casa, era enorme pero solitaria, cuando cerró la puerta un inmenso silencio lo acogió, la casa oscura, pues no le gustaba abrir las cortinas, prefería encerrarse en su cuarto y comer lo primero que encontraba en las alacenas o en el refrigerador.

Para perder el tiempo comenzó a obsesionarse con la lectura en línea, criticando a los autores por las elecciones de los protagonistas, viendo animes, leyendo comics y mangas, además era bueno en la escuela, siempre responsable y estudioso, una vecina había tomado su custodia, pero nunca veló por él, a veces lo veía una vez por mes, por lo que no había consuelo en ella.

Solo quedaba ser autodependiente, tenía dinero, pero no podía lograr llenar su corazón, por ende, su felicidad, tuvo varias parejas, mujeres agradables y hermosas, pero nunca sobrepaso de los besos y abrazos, lo más que duró con una mujer fue cinco meses, luego las terminaba, pues no se sentía bien con el mismo, no era feliz, su corazón se había cerrado, vuelto de hierro.

En una ocasión un primo lejano vino avistarlo, pero al notar que solo se acercó a él por su dinero lo corrió de su casa, al igual que a todas sus amistades convenencieras, solo lo veían como una chequera andando. Los años pasaron y el joven ya había cumplido los veinte y tres años.

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