𝑫𝒆𝒔𝒂𝒔𝒕𝒓𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆𝒏𝒂𝒕𝒖𝒓𝒂𝒍𝒆𝒔;; 𝑯𝒂𝒏𝒂𝒌𝒐-𝒌𝒖𝒏

Uɳ ɾҽɠαʅσ, ραɾα υɳα ρҽɾʂσɳα ҽʂρҽƈιαʅ

Un cuento.

Se sentía como en un cuento de hadas al lado de Yashiro.

Pero... ¿por qué?

Simplemente por que Yashiro le decía que Hanako guardaba el verdadero cariño que le tenía a ella.

Eso la ponía nerviosa y no paraba de pensarlo.

Ahora imaginaba escenarios ficticios con él. No podía concentrarse en lo que normalmente hacía gracias a eso.

Caminaba y caminaba a la par de Yashiro de ida al baño de mujeres abandonado, a visitar al pelinegro azabache.

La albina veía que su amiga no hablaba en el camino, eso se le hacía raro.

Siempre le hablaba de los nuevos libros de romance y acción que habían y cuáles eran sus favoritos para mostrarselos a ella.

Pero esta vez estaba diferente.

—¿Estás bien?—Cuestionó, de una vez por todas hacia la contraria, quien se sobresaltó y suspiró con levedad.

—He estado pensando... sobre lo que me dijiste antes. Es todo.—Esta vez, ella comenzó a caminar con un poco más de velocidad, nunca mentiría sobre sus emociones peto cuando debía ocultar algo importante lo hacía.

Claro, si era sobre ella o algún secreto que alguien le dijo.

"Es la más confiable". Decían algunos compañeros de aula.

Llegó al baño de niñas del edificio abandonado y tocó la puerta antes de entrar.

Escuchó un "pasa" de Hanako y con tembladera abrió la puerta.

—¡[...]-san! ¡que bien que estés aquí!

Sonrojada por las acciones del contrario chasqueó la lengua y se alejó de él con levedad.

Trataba de "esconder" lo imposible, aunque ya era más que claro como el agua.

—¿Eh? ¿¡Por qué me apartas!?—Exclamó lo último con un leve punchero, acercándose a ella lentamente. —¿Qué fue lo que te hice?—Le tocó el hombro a la contraria, ella en cambio lo apartó aún con el rubor presente en sus mejillas.

—No... no es nada—Dijo en voz baja, dándole la espalda al contrario.

—Estoy seguro que te pasa algo.

—No, no es nada.

Mientras Hanako comenzaba a insistirle a la fémina, Yashiro entró al baño de niñas, viendo el espectáculo que se armaban ambos.

—[...]-san. —Habló la albina con piernas de rábano, llamando la atención de ella y Hanako. —¿Puedes dejarme a solas con Hanako un momento?

La fémina aún con ese rubor en sua mejillas le hizo caso a la albina y se retiró del baño de niñas, a irse a un piso menos de ellos.

Simplemente a distraerse con cualquier cosa de su mochila.

Como un cuaderno y lápiz.

Sacó su estuche de colores y ahí comenzó a trazar un dibujo incompleto con lapicero negro.

Iba a hacerlo en blanco y negro, o mejor dicho en escalas de grises, ya que le convenía mejor el blanco y negro.

Trazaba, trazaba y dibujaba con concentración.

Borraba las partes marcadas con lápiz para no confundirse en los trazos que hacía con lapicero negro y gris.

Solo eran un par de rayas que hacer, nada fuera de lo común.