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Las luces están apagadas, su cuerpo descansa sobre la cama plácidamente, con las manos entrelazadas en la nuca. Alguien se aferra a su cuerpo, Brian gira la cabeza, la oscuridad no ayuda mucho, pero igualmente ve el rostro de Roger a su lado.

Éste le sonríe, ambos sonríen. Sus bocas se acercan para fundirse en un beso apasionado, Roger enreda sus dedos en los rizos de su amante y acomoda su postura para quedar sobre él. Brian lo abraza con fuerza, sus movimientos lo dejan hipnotizado y maravillado por la suavidad de esos labios, las caricias son como toques al alma, sutiles y poderosas. Lentamente la temperatura asciende, la tensión los obliga a estar cada vez más cerca, a ser uno.

Roger se separa para buscar oxígeno, mientras se recupera se dedica a dejar un recorrido de besos que inicia en la mandíbula. La melena de May golpea la almohada violentamente, se estremece con cada sensación, los temblores se intensifican cuando llega a sus caderas. Una carga de adrenalina le recorre las venas al sentir como se libera del cinturón,  el cosquilleo incrementa cuando siente los dedos delicados de Roger rozando aquella zona punzante. 

Brian se despierta de un salto, ve su entorno oscuro y se asusta aún más porque lo hace dudar si esta es la realidad o parte del sueño. Su cuerpo entero está quemándose y moviéndose con incomodidad. Se esconde detrás de sus palmas y se repite una y otra vez que acaba de humillarse a sí mismo de la peor manera; imaginándose en una situación comprometedora con su enemigo.

La duda no lo dejó en paz, era extraño el sentirse tan insignificante en vida, después de haber vivido una fantasía que además de ser realista le resultó placentera. Fue ese cambio de perspectiva tan repentino el que le molestó, ¿Por qué hizo eso, por qué cedió y por qué debía ser Roger? Naturalmente, la vergüenza le hizo cambiar su estado de humor por el resto del día, es bastante sensible ante sus emociones.

Sus amigos no fueron los primeros en notar ese comportamiento, de todas formas no le sorprende demasiado, los cambios de humor son frecuentes en Brian.

—¡Esto es un desastre! —exclama Freddie tras perder la paciencia respecto a las canciones que tocaban.

—Tranquilo, Fred —interviene John con una calma envidiable, siempre sonriendo, pero ligeramente asustado con el ataque de ira de su amigo—. Buscaremos ayuda, no te preocupes. 

—¡Necesitamos a un baterista! —protesta—. Alguien por ahí tiene que ser el indicado, es imposible que nadie esté a nuestro nivel.

—¿Haremos una audición de nuevo?—se queja con un suspiro.

—Las que sean necesarias, John. No podemos rendirnos tan fácilmente... —el silencio eterno de May hace que se desespere. — ¡Brian, presta atención!

—¿Eh? —voltea confundido, casi adormecido— Ya entendí Freddie, no es necesario que grites.

—No, no entendiste porque estoy quejándome de lo mismo desde que salimos de la universidad. ¿Se puede saber que demonios ocurre?

—Nada, estupideces.  —aclara su garganta y clave la mirada en el piso.

—El baterista, necesitamos un baterista. —el de rizos recuerda que Roger toca el instrumento, pero prefiere omitir el dato y no arriesgarse a estar con él en el mismo cuarto, encerrados...

—Haremos volantes y los repartiremos por la escuela. —propone el bajista.

—¿Eso va a servir? Creo que nadie se va a presentar.

—No seas pesimista, Freddie.  Además, no hay otra cosa que podamos hacer, no conocemos a nadie. ¿Qué opinas, Brian?

Brian calla, lo piensa y casi se convence de que era lo mejor o había que rendirse, eso hasta que Lisa pasa por el cuarto e interviene en la conversación.

—¿Buscan a un baterista? —pregunta, sonriendo.

Su hermano la mira sin mostrar expresión alguna, pero muerto de rabia por dentro. No le dirige la palabra, Freddie se interesa rápidamente.

—¿Conoces a alguien, Lisa?

—¡Sí, mi novio Roger!

El dúo voltea entusiasmado, Brian no se inmuta y permanece viendo el vacío y sintiéndolo en el pecho, se limita a responder un simple y cruel «No».

—No pierden nada por intentarlo, así se llevarán mejor ¿No crees? sé que pueden ser amigos. Vamos, di que sí, Brian.

Éste sigue concentrado en el piso sin dar una respuesta. Mercury sabe que no va a cambiar de opinión, por lo que resuelve decidir por él.

—Vamos a ver que tan bueno es y le preguntaremos si le interesaría formar parte del grupo. ¿Puedes hablar con él, querida?

Ella se emociona, hace un gesto afirmativo y corre hacia el teléfono. Freddie creía que iba a recibir el peor insulto de su vida, no obstante May no alzó la voz ni tampoco se opuso.

Al cabo de un tiempo Lisa regresa con nuevas noticias, aparentemente positivas.

—¡Dice que acepta hacer la prueba!

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『𝑳𝒂𝒃𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒊𝒂; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora