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Durante la prueba de sonido, Roger improvisa goleando la batería con bastante fuerza a modo de desquitarse. Varios pensamientos se le cruzan por la cabeza al mismo tiempo, no solo la angustia que le trae no haber hablado con Brian ni siquiera un momento, tampoco la  desesperación por aquel beso que le pareció un simple juego para fastidiar a Anita, sino por estar preparándose para un recital frente a doscientas personas. Un salto muy grande teniendo en cuenta que siempre se han limitado a tocar en bares y discotecas. Las entradas se vendieron de la noche a la mañana y se corrió la voz muy rápidamente, puesto que toda la ciudad conoce a la banda y no les gustaría perderse la oportunidad de verlos al aire libre, en un escenario mucho más amplio y profesional. 

Desde su lugar, observa el espacio vacío frente al escenario que pronto será ocupado por una multitud de jóvenes ansiosos que esperan pasar la mejor noche de sus vidas. Taylor reflexiona sobre ello, no puede evitar sentir una presión irritante cayendo sobre sus hombros. Hará su mejor esfuerzo para que el público se divierta, de eso se trata, entretenerse y contagiar a los demás con su felicidad. 

Sus ojos se desvían hacia el guitarrista. Está de espaldas y hablando con un técnico, usando las manos para enfatizar su palabras y acomodando sus rizos en más de una ocasión. El mismo técnico anuncia una pausa antes de continuar, y justo cuando pensaba en apartar la vista, Brian voltea hacia él y lo descubre, de modo que sus miradas se encuentran por una fracción de segundo. Taylor baja la cabeza de inmediato. 

—¡Roger! —lo llama de repente, ocasionándole un sobresalto leve. 

El mencionado alza la cabeza fingiendo indiferencia,  May flexiona el dedo índice para indicarle que se acerque. Roger traga saliva, su subconsciente se distante con lo estimulante que es el gesto, su lado consciente se horroriza por tener que socializar luego de tanto silencio entre ambos.

Obedece, y mientras camina la mirada intensa de Brian se clava en él, algo que le dificulta respirar. Crea miles de posibilidades del por qué lo está llamando, tal vez no sea nada serio, después de todo acababa de hablar con un técnico, puede que se trate de alguna falla en el sonido o cualquier cosa relacionada al recital, ya que es lo único en lo que piensan todos en este momento. Pero la forma en la que lo llamó, la forma en la que le hizo aquel gesto, la forma en la que lo está viendo ahora...

—Tenemos que hablar. Vamos por allá. 

No es una pregunta, es una orden. Una orden clara y concisa, dicha con cierto atrevimiento en su voz, lo que le da a entender al rubio que los motivos son más personales de lo que creía. Su ritmo cardiaco aumenta inevitablemente al igual que sus nervios. 

Brian señala el backstage, ahí donde la iluminación es nula y no hay nada ni nadie salvo por los equipos de música y demás aparatos. Roger mira el sitio con un miedo interno que lo come lentamente. 

—¿Sobre qué? —tartamudea. 

—Te lo explicaré luego. —dice simplemente y lo toma por la muñeca con firmeza, guiándolo entre los pasillos y alejándolo de la gente. 

Taylor es testigo de como su estomago se encoge y de como sus músculos se tensan bajo el agarre del mayor.  Tiene un presentimiento horrible cuando llegan al lugar, es la certeza de que todo podría arruinarse si tan solo se tocaran, y sabe que sucederá porque están muy cerca, tan cerca que ambas respiraciones se alteran. 

—Eres un desquiciado  —dice finalmente—. ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué apareces en mis sueños? Es desesperante.

—¿Tú también? —responde y Brian queda en blanco asimilando todo—. Lo siento, no lo sabía, pensé que...

Se detiene avergonzado, sintiéndose miserable y completamente humillado por su propia mente. 

—Estás jugando conmigo —continua Taylor levemente enojado—. Deja de hacerme esto, es triste, si no te gusto entonces para, porque me estás lastimando. ¿Es porque estuve con tu hermana? ¿Aún me odias por eso?

—¿De qué estás hablando?

—Lo sabes perfectamente. Todo lo que me dijiste, tu forma de actuar, lo que hiciste...

Brian sonríe con malicia, entendiendo a que se refiere.

—¿Quieres saber por qué te besé?

Por supuesto que quiere saberlo, vive atormentándose con eso desde que sucedió, no encuentra nada que logre calmarlo y su preocupación se convirtió en una obsesión.

—¡Sí!

—Porque estoy enamorado de ti, Rog. 

Sostiene la sonrisa. Roger se ofende. 

—Te he dicho que no juegues conmigo. Yo no puedo gustarte, tú estás con Anita. 

—Anita y yo no somos nada. Puedes preguntarle a Fred o a John si quieres. —habla con paciencia pero Taylor desconfía, sigue creyendo que Brian tiene otras intenciones. 

—Quieres romperme el corazón como lo hice con tu hermana. —asegura. 

—El plan falló. Me enamoré de ti desde que te besé en mis sueños. Lo hemos hecho muchas veces y todas se sintieron muy reales ¿Por qué te sorprendes? 

—Esos sueños no significan nada. —sus ojos lo contradicen segundos después, lo traicionan y se dirigen a los labios de May. 

—¿Entonces por qué me miras así?—Roger se altera y trata de apartar la mirada, pero le es imposible, una fuerza extraña lo ínsita a quedarse así. 

—¿Así como?

—Como si yo te gustara. 

—Porque si me gustas. 

Sus palabras se escapan y cuando toma conciencia de lo grave que es aquello ya es muy tarde. El mayor sonríe mostrando los dientes y sorprende al contrario tomándolo por la cintura y aferrándolo a su cuerpo con descaro. Roger posiciona sus manos sobre los hombros de Brian y los presiona ligeramente. Ambos se observan con atención. 

—Por favor, hagamos esos sueños realidad. —susurra Brian en un tono sugestivo. 

Roger inclina la cabeza cerrando los parpados y entregándose al placer de la tentación. Brian acaricia sus labios como si ambas bocas bailaran al unísono, con una coordinación que solo ellos pueden seguir, en un perfecto intercambio de sentimientos, siendo delicados pero soltando toda esa tensión que habían acumulado. Se permiten degustar del otro y prestar atención a cada estimulo que les pone los vellos de punta, disfrutan de la suavidad y dulzura que le otorga el contrario, calman sus deseos, sacian sus más profundos anhelos y traen a la realidad todas esas fantasías que alguna vez creyeron lejanas, esta vez con la seguridad de que son genuinas. 

Chocan sus frentes al separarse para poder tomar aire. Sus alientos se mezclan, y cuando planean unirse por segunda vez, lo hacen con más brusquedad, con más necesidad y desesperación. 

Roger sumerge sus dedos en la cabellera alborotada de May, lo besa con más velocidad sin importarle lo que pueda ocurrir después. Por otro lado, Brian no se queda atrás y le sigue el juego sin oponerse, imita los movimientos y le recorre el cuerpo con las manos, desacomodando su ropa. Ambos cuerpos se encienden rápidamente. 

Y de repente Roger pierde todo ese pánico que lo agobiaba hace unos instantes. 

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『𝑳𝒂𝒃𝒊𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒊𝒂; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora