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Nivek

Al levantarme siento una energía y un aire diferente. 

Hoy se muda Elliot y anoche lo acomodé bastante para que pueda hacerlo en el menor tiempo posible. Desayunando hablo con él y nos mandamos un par de fotos de nuestra actualidad y luego de eso recogí y puse los trastos en el lavavajillas.

Salí a correr por media hora y a la vuelta compré comida y utensilios para lavar.

Al llegar a casa lo dejé a un lado y me fui al baño, me duché y eso provoco que hasta la hora de comer no lo guardará.

Después de comer y guardar eso, sonó el timbre y ya lo reconocí. Al abrirlo nos saludamos y nos dimos dos palmadas en la espalda y lo dirigí a la habitación que pensé que le iría mejor.

— Es perfecta Nivek, gracias.

— No es nada Elliot, me encanta teneros en casa. Te ayudo a colocarlo como quieras.

— Gracias veki.

Nos pusimos a ello y en dos horas lo tuvimos apañado, en acabar le eché un vistazo al móvil y me leí por encima el último WhatsApp de Nara.

— Nos vemos cuando menos te lo esperes.

Elliot y yo estamos en la cocina tomándonos un par de porras con chocolate deshecho y al acabar, llaman al timbre.

— ¿Nara? — pregunté como si no la estuviera viendo.

— ¡Sorpresa!

Eché un vistazo a los lados y al no sospechar de nada, la dejé pasar.

— ¡Payasa!

Elliot salió de la cocina y sé vino arriba al verla.

— ¡Amerma'o!

Después de abrazarse, ella nos preguntó si ya habíamos terminado de todo y ambos dijimos que sí.

Ella preguntó si jugábamos y él encogió los hombros y yo dije vale.

— Sabes que perderás.

La pinchó Elliot y yo me reí de ellos por dentro.

Ella le enseñó la lengua frunciendo el entrecejo y se tiró al sofá. Yo me acerqué a ella y cogí el mando que lo tenía al tocarle la cadera.

Sentí una tensión entre nosotros capaz de cortar el oxígeno y aceleré mis movimientos rozándole la cintura con la palma de mi mano.

Tras dos intentos de encender la tele y conectar la consola, jugamos un juego al conseguirlo, para ver quienes jugaban y quién miraba, para poner orden al juego.

El que perdiera en tres turnos le tocaba ver. Ella rebufó, pero sé tumbó haciéndose bola en el sofá a mi lado. Fue mirándonos jugar hasta que no pudo más y sé durmió.

— Mírala, sé ha dormido, qué mona está.

— Como te gusta ee.

Encogí los hombros y seguimos jugando hasta que quisimos que ella jugará, ya que ella fue la de dar la idea de jugar.

— Hey narita, es tu turno.

Cuando sé movió y despertó, pasadas las dos horas sé sentó y cogió el mando.

— Dale.

— ¡Joder! — a media partida, ganando ella todo sé fundió y ella gritó con toda la rabia contenida y la que la partida había ido añadiendo.

— Ya mismo vamos a encender la luz, esto no sé puede quedar así. ¡Me niego!

— Me encanta tu mod de jugadora.

Lo miré mal y encendí la linterna de mi móvil, ellos al ver mi acción, la siguieron y encendieron las suyas. Con las linternas encendidas nos fuimos hasta los fusibles y abrí el contador para mirar si alguno se había bajado; él fue el primero en acercarse más a ver que era lo que lo había provocado, pero, por lo que yo veía, todo estaba arriba.

— Todo está bien, lo reiniciaré por sí a caso.

Juro que sentí el chispazo que le dio en el momento en el que sus dedos tocaron los enchufes del contador, sonó un estruendo bastante considerable alto y ruidoso y él gritó una mala palabra muy ingeniosa.

Tras unos intercambios de palabras de Elliot y Nara, ella me miró y me dijo.

— Niv, mira si enciende alguna luz y luego ven también.

— Vale — le respondí y luego los vi irse.

 Cuando ellos sé fueron yo sin pensar en lo ocurrido recientemente y en algo que no pudiera ocurrirme algo similar a lo de Elliot lo toqué sin más muy directamente.

Y justo sonó un trueno que envió energía al contador y me dio un shock que me tiró al suelo.

No chillé por ellos; por una vez pensé en ellos y no chillé aunque tuviera unas grandiosas ganas y por eso me caí, rendido.

Llegué sin quedarme inconsciente hasta el momento en el que la mano de Nara me tocaron, no volví a ser consciente de mí y de mi cuerpo hasta pasadas las dos horas de estar en el hospital.

— ¿Está despierto?

— No sé sabe, pero creemos qué ya escucha, podéis hablarle, pero si os animáis a abrazarle, tener cuidado con los cables.

Eso me alarmó y me puso nervioso, yo que casi nunca lo estaba. 
¿Qué pasaba?

Después de preguntarme qué pasaba, escuché lloros lejanos, la persona debía estar algo al fondo.

— ¿Nos vamos a la casa Nara?

— No puedo... No puedo dejarle solo, lo dejamos solo y le mandé a mirar eso después de lo que le pasó a Elliot, y por mi culpa él.

Ella iba a continuar hablando, sin embargo, Eloy al quién reconozco la voz, la interrumpe.

 — Tú hiciste y dijiste lo que considerabas en ese momento, no quiero decir que sea tu culpa, porque no lo es aunque consideres que sí; Nara, pasó, y lo que pasó, pasado está.

Nara suspiró y los escuché irse, Elliot se quedó conmigo para tranquilizar a narilla y me achuchó con cuidado, una mano.

— ¿Por qué? Es algo que no paro de preguntarme. ¿Por qué ahora y a ti amigo? Nara no para de culparse y aunque le digamos que no es su culpa que era lo que creía que sé debía hacer en el momento, no puede hacerlo. Llora cada vez que piensa y le ha costado dormir un poco mientras le daban un tranquilizante.

Escuchar eso entre cortado, pero bien, me dolía, porque saber el dolor de Nara por mí, también duele.

Todo iba perfecto hasta que sin previo aviso se fue la luz, aún no había empezado a tronar y no llovía. Ojalá pronto pasé.

Si pudiera hablarle me temblaría la voz.

Si pudiera hablarle me temblaría la voz

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1078 palabras.

Arcoiris Gris ❣Mireia Campdelacreu Ortega❣✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora