26

19 3 0
                                    

Nivek

Cuando por fin desperté, los médicos sé tomaron toda la paciencia y su tiempo en explicarme todo sin dejarse detalles de lo que me había pasado. Logré recordar el motivo de eso. Cuando me quedé en un micro coma por ese estruendoso trueno en el momento justo que toqué los enchufes del contador, y el momento en el que me quedé inconsciente y el roce de las manos y las lágrimas de Nara.

Cuando llegamos a casa, deseé que la niña aún estuviera despierta y no en una de sus largas siestas; por suerte o no, Casllie estaba allí y le había quitado tiempo.

— Te quiero, pasé tanto miedo, tanta culpa.

Me la miré y sonreí, contento de ver que aún me quería.

— Eloy. Elliot. ¿Nos dejáis un momento a solas?

Les pregunté, ellos asintieron y salieron de la salita.

— Nara, mi nar, la pitufa de mi bosque despejado. Cuanto te he extrañado, desde que pude oír, nunca se me paso desapercibida tu voz, siempre has sido única para mí en muchos sentidos, siempre has estado atenta a mí, me has cuidado y fuiste transparente conmigo, gracias.

— Nivek...

—Tengamos la cita.

Me miró callada a los ojos y me abrazó como pudo, sentados en el sofá, con su cabeza en uno de mis hombros.

— ¿Pediste que te pusieran perfume?

— Sí, cuando me han dado el alta.

— Me diste un susto mortal, casi muero por ti.

— Deja, deja.

Se levantó algo sobresaltada de encima de mí y su mirada estaba dolida.

— ¿No me crees?

Le cogí sus manos cuando me levanté y juntándolas con las mías.

— Si te creo, pero duele escucharte decirlo, no lo aguanto.

— ¿Por?

— No puedo aguantar a la cita tengo que pedírtelo ya.

— ¿El qué?

— Salgamos.

—¿Ahora?

— No tonta, bueno si quieres si aunque me han mandado reposo, digo de relación, que salgamos.

— Ósea... ¿Qué seamos novios?

— Sí. ¿Qué me dices?

Sé quedo callada, y sé le cayeron lágrimas sueltas, me saltó encima y me dijo demasiados sis, sonreí y me sentí mucho mejor.

— Te quiero Nivek, te amo, te adoro, te echaba de menos, te estabas convirtiendo en mi todo cuando casi te pierdo. — dice con la voz alterada al borde del llanto de nuevo.

— Tranquila nar, te dará ansiedad.

Luego de eso, fuimos a la cocina a merendar y ella misma me hizo ir a buscarlos, sé preocupa de nosotros como si fuera nuestra madre, siempre le he notado esa parte muy desenvuelta y adoro que sea así.

Después de la merienda me hicieron sentarme en el sofá entre los tres y luego, uno bajo las persianas, el otro hizo palomitas y ella, puso la peli que teníamos pendiente, y sé sentó a mi lado.

— ¿Y esto? — les pregunto cuando inicia la película.

— Solo te diré unas palabras: reposo inmediato, no salida por hoy.

Arcoiris Gris ❣Mireia Campdelacreu Ortega❣✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora