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Cristian

En la cárcel planeando la sucursal

Llevo unas horas metido en lo que sea que da vueltas mi mente, pero, de un momento a otro, Zariell me da un pequeño estrujón en un hombro y lo miro.

— ¿En qué piensas?

— Ni idea si te digo la verdad.

— Bien. Pues entonces, ¿no te molesta si te hablo de una idea que sé me ha dado hace un momento no?

Le miré y le hice entender que no, se sentó a mi lado y sacó una hoja con algo semi dibujado en ella y un lápiz de la biblio.

— ¿Qué es?

— Una sucursal...

— Dime más...

— ¿Te acuerdas de cuando llegaste, que te pedí por tu encierro y lo que me respondiste?

Asiento.

— Pues, más o menos eso, pero le añade más rol.

Estuvimos el tiempo necesario hablando de esto hasta la hora de comer y mientras no hablábamos iba pensándolo y me dio curiosidad.

Tocaron las duchas y agradecí que el agua caliente tocará mi piel, hacía unos minutos que, por más de estar dentro, tenía frío.

Llevó aquí ya, hace un par de meses y aún me acuerdo de ella, todo mal, lo hice todo fatal y ya no puedo acercarme a ella, ni con la rabia más contenida y sincera que tenga. No puedo dolerla más, porque en el fondo la sigo amando.

— ¡Cristian ya es hora de que salgas!

Salí cuando escuché el llamado y me enrollé en mi albornoz para ir a la cabina, de un momento a otro lágrimas se acumularon en mis ojos y una bajó hasta caerse de mi barbilla.

— ¿Cristian llora? ¿Qué pasa?

— Ella.

Con eso le valió para entenderlo todo y ya no dijo más, me fui tranquilizando solo hasta pedirle por la sucursal.

— Yo siempre he sido etiquetado por buen manipulador de mentes, y a ti por enfermo de secuestros, juntándolo, sale esto, una sucursal de manipulación para trabajos sucios.

— ¿Tienes colores predefinidos? Porque a mí pensándolo se me han ocurrido unos cuantos.

— No sé, puede que, por lugares, no todo pueden ser nudes, ni grises porque todo sería depresivo y necesitamos que sean activos.

— Yo había pensado en celestes, verdes, y escala de gris, algún amarillo espontáneo...

— Me parece bien.

Luego miramos los planos que tenía y lo visualicé, era lo que nunca pensé, pero lo ideal para mí, hubiera ido algo diferente lo que fue marchitándose hasta ser ceniza.

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Casllie, vino a verme al principio, pero ella también sé cansó de tratarme, decepcionante es, que por ser así ninguna quiera estar a mi lado. Aunque aquí he conocido alguna, pero no son como Nara y Cas. Ellas sí tienen los ovarios para decirme las cosas en los morros.

Y algunas palabras de la última, aún escuecen.

  Ayer, fue un día duro para mí y una grieta para mi forma de ser, las noticias no hicieron más que dolerme. Al principio del día me anunciaron que mis padres habían fallecido y que tendría dos días de permiso para ir a despedirme como sea y a su funeral.

Andamos de camino al tanatorio... Sí, voy acompañado, por mera inseguridad de ellos de que vuelva allí. Mis padres siempre intentaron guiarme para que no cometiera errores e igual pasó, cuando lo hice me alejé de ellos y ellos no me buscaron. 

Me anuncian que acabamos de llegar y me abren la puerta, al bajarme me atan las manos hasta llegar a donde están ubicados mis padres y me las desatan y una lágrima decae por ambos ojos y me doy cuenta de que esto me ha hecho daño y me ha quebrado en mi ser.

Decepcionante. Y ahora que, en la cárcel y sin nada.

  Lo que les digo, sé lo digo hablando por la mente, sin decirlo en alto, aunque las ganas de gritarlo sean superiores; siguen lagrimeándome los ojos, pero no les presto atención, ya que me dificultan el ver a mis padres pero qué dolor.

¡Dios! 

Llegado el momento de tener que irse para hotel, me tienen que arrancar de allí, presionando con fuerza mis pies en el suelo, y luchando contra todo. Incluso contra mí mismo. 

Mi hermana va contra su voluntad de darme de lado porque es la mayor y aunque esté dolida no puede dejarme solo, está en contra de lo que hago, pero es importante para mí.

Me abraza y llora, diciéndome que cuando pueda vendrá más veces a verme y que sea fuerte que somos imparables, asiento y le dejo besos por el pelo. 

No hablo hasta llegar al coche que pido cuándo podremos cenar, ellos responden que a eso vamos y mirando por la ventana del coche veo como pasamos de largo del hotel. Al llegar a un Burger King, frena y se estaciona.

Disfruto de esos momentos como cuando era pequeño.  

Mi pecho no ha podido tranquilizarse desde que supe de sus partidas, desde que los vi en sus tumbas y vi a mi hermana.  

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Enterramiento 

Me levanto de la cama luego de dos horas de desvelo y sonar la alarma, a tres horas del enterramiento de mis padres. Estos primeros aires fuera de prisión me están revolviendo lo que podría haber sido y devolviendo esperanza.

 Ya vestido, bajo al comedor y me encuentro con ellos que durmieron en otra habitación, me siento agradecido de que en esto si se hayan fiado. Me siento con mi desayuno y mi cabeza no para.

Mis padres siempre fueron pilares en mi vida, me siento tuerto en la vida, de vuelta a tener las manos atadas, de vuelta a estar dentro de allí mentalmente, en el coche miro por la ventana, sana mirar el camino, la velocidad, el observar y poder recordarlo después. 

Llegamos al cementerio de mi pueblo y mis ojos se nublan al mirarlo todo detalladamente y clavar la mirada en mi hermana que se ve devastada.   

Nos abrazamos cuando estamos de frente y lloramos a guerra perdida, a bala tendida. 

Pasamos adentro en cuanto el coche funeral llega y los pasa adentro del cementerio, rompiéndome en pedazos, lloro sigo llorando con una mano cogida a mi hermana, lo que me queda. El entierro sé me hace eterno y duro, pero noto que será la ayuda que necesité siempre. 

A la salida me dejan un rato para despedirme de mis familiares y especialmente de ella, mi hermana.

— Volveré hermana.

Asiente y me acaricia, luego la abrazo por última vez y me voy. De vuelta a la cárcel, pienso en Zariell y esa sucursal, tan tentadora. 

1103 palabras.

Arcoiris Gris ❣Mireia Campdelacreu Ortega❣✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora