Desperté al lado de Harry, abrazándome por la cintura. Pude observar como dormía, y como algunos de sus rizos le tapaban la cara. Cerré los ojos y los volví a abrir, es solo para asegurarme de que esto no era ningún sueño.
Habían pasado millones de cosas estando a su lado. De ser un par de desconocidos en un restaurante a ser una pareja estable. Él había cambiado por mí, porque, ahora que recuerdo, cuando nos conocimos era muy controlador, celoso y dominante. Desde que decidimos vivir juntos y formar “una familia” que dudo que pase, se ha calmado. Discutimos menos, no me llama siempre preguntándome dónde estoy y con quién, ya no muestra celos cuando estoy con un chico. Es más, se preocupa por mí, me cuida y me hace feliz como si de unos recién casados se tratara. Y eso me gusta.
Ahora que Rolls Royce ha cerrado sus puertas temporalmente, supongo, se va a agobiar. No sabrá que hacer. Su estrés va a aumentar más de lo que le hacía su trabajo.
Le aparté unos cuantos rulos de su cara, y de paso, le acaricié la mejilla con mi pulgar. Amaba a este chico. De verdad. Sonreí al verlo. Se movió y abrió los ojos aún adormilados. Los cerró de nuevo, no podía contenerlos abiertos mucho rato, estaba cansado y triste a la vez.
Aún con sus ojos cerrados, pronunció un Buenos días con su voz ronca. Sonreí y me acerqué para darle un beso en la frente. No sé si se dio cuenta o no, pero se giró hacia el otro lado. Lo observé unos segundos, y decidí levantarme. Eran las once y cuarto de la mañana, o eso es lo que me indicaba el reloj de la habitación. Bostecé y me estiré. Salí de la cama, y me fui directa al baño.
Minutos más tarde…
Harry se había levantado a las once y media, unos minutos más tarde que yo. Iba a despertarlo, porque lo que no ha cambiado de él es que era muy organizado, tenía hora en todo. Él normalmente, lo que su horario le decía, era despertare a las siete en punto y desayunar a las diez. Por eso quería despertarlo a su horario, pero no le molestó que no le despertara. Creo que es consciente de que ya no tiene trabajo y que puede hacer lo que le salga de por ahí. Lo que tampoco había cambiado de él, era que siempre que se levantaba se duchaba. Siempre hacía lo mismo.
Entonces bajó, sin camisa pero sí con pantalones.
-Buenos días otra vez –me dio un beso, le sonreí-. ¿Cómo has dormido? –Preguntó mientras se sentaba en el taburete-.
-Genial, como siempre –le abracé por detrás, puse mi cara en su espalda, como si le estuviera abrazando-.
Le di pequeños besitos en la espalda, para que se animara y que no estuviera depresivo estos días. No me gustaba verlo así, porque a veces llegaba a ser insoportable.
-Sé que intentas hacer –deshice el abrazo y suspiré-. Pero no he dicho que dejaras de abrazarme –se giró e intentó sonreír-. Ven –me cogió la mano y me acercó a él. Lo abracé como lo hacía pero ahora por delante-.
Me dio un beso en la frente, y me abrazó el también.
-Es raro verte como un adolescente –lo miré y negó-.
-Aunque ahora esté así no dejaré de ser quién soy. Un empresario conocido, formal y serio –me contestó serio y formal-.
-Deja de ser tan serio por una vez –alcé mi cabeza y lo miré aún con la misma pose-.
Él me miró y me dio un beso en los labios. Me dio pequeños besos seguidos y sonreí.
-Lo siento, soy serio de por sí –sonrió forzándose-.
Hace tiempo que no lo veía sonreír de verdad. Siempre sonreía forzadamente, falsamente y sin ganas. Siempre serio y sin mover esos labios tan bonitos que tenía. Hace tiempo que no mostraba sus dientes blanquinosos y perfectos, ni a mí. Y eso a veces me hacía sentir mal, como si yo estuviera haciendo algo mal, o que no me esforzara de nada para hacerlo feliz.
-¿Estás triste? –Me preguntó, me aparté de él, me cogió de las manos y me miró, como si una niña pequeña hubiera hecho algo mal y tuviera una charla con su padre-. Lo estás. ¿No estás feliz verdad? –No dije nada- Lo siento, es que…
-Deja de torturarte Harry. Estoy feliz, contigo. Pero estoy triste por ti –él bajó la cabeza sintiéndose culpable-. A veces pienso que tú no estás feliz. Sé que estás mal por cerrar la empresa, pero… Cuando a veces estoy sola por la noche por que tú estás trabajando, pienso, y de vez en cuando, que lo único que te hace feliz es la empresa. Que sin ella no eres nadie. Y me pregunto a mí misma ¿y quién soy yo para él? Y te pregunto Harry ¿qué soy yo para ti? Ni siquiera sé si te estoy haciendo feliz, nunca estás en casa y cuando estás, estás ocupado. Hace mucho que no te veo sonreír por cualquier cosa que hacemos juntos. Lo único que hacemos ambos, es hablar sobre trabajo. No salimos, no hacemos nada. Y –sonreí escapándome una risa-, a veces me hago la broma de que podrías casarte hasta con tu empresa. Suena estúpido, pero estoy martirizando mi cabeza pensando es cosas como estas.
Me miró por fin y me soltó las manos. Lo miré, para ver su respuesta o tan solo su reacción. Sólo se quedó mirándome, sin ninguna expresión facial, pero sus ojos lo decían todo. Él sentía tristeza, lástima, decepción de todos los sentimientos tristes.
Le acaricié la mejilla con mi pulgar y lo abracé. Se comportaba como un adolescente, un chico que no sabía qué hacer, perdido, una persona que necesitaba ayuda y fuerzas para seguir. Ya no era un hombre que iba de macho, de mayor, de duro y de serio en su vida. Ya no era el Harry que conocí, ahora era como un chico normal que acababa de conocer.
-Siento que pensaras eso –dijo muy bajito-.
Me separé del abrazo y lo miré. Posé mis dos manos en cada lado de su cara, y le hice mirarme.
-¿No importa, vale? –Le di un beso en la frente- Aun así te quiero mucho –descansé mis manos, y me giré pensando que lo hablado ya se había acabado-.
-¿Dónde vas? –Preguntó, me volví a girar para mirarlo- No hemos acabado de hablar –sonreí de vergüenza y me acerqué de nuevo-. Debes saber que la empresa me importa mucho –asentí, sabiéndolo ya desde el principio-, pero lo que más me importa eres tú. Has sabido soportarme desde mucho Cai –dijo sincero-. Y no sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí, no te gustan las cosas materiales, y no sé cómo recompensarte por todo lo que has hecho. Te has sincerado sin miedo –me acarició las manos y agachó la cabeza-. Te quiero y no me gustaría que una simple empresa te aleje de mí –me acerqué a él y le di un beso en la frente-.
-Te quiero, te quiero –sonreí, levantó la cabeza y le di un pequeño beso en los labios-.
Sonrió y me besó de nuevo abrazándome.
-Y he estado pensando en una cosa –lo miré-, quería que fuera una sorpresa, pero tengo unas ganas de decírtelo –sonrió esta vez de verdad-.
Se levantó del taburete y subió escaleras arriba. Me dejó en la cocina sin habla. Los cambios repentinos de carácter de Harry no iban a cambiar. Sonreí al verlo bajar a toda prisa con unas hojas en la mano.
-Mira qué he conseguido –me dio dos papeles-.
Sonreí y empecé a leer. Miré a Harry atónita, sin habla.
-Harry –dije sin tener fuerzas vocales-. ¿Tú sabes que has hecho? –asintió sonriendo-.
Harry había comprado una casa en Hawái. Este chico estaba loco.
-Iremos ahí, ahora que no tenemos nada qué hacer –sonrió y me abrazó-.