Comida sin habla

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Harry había sido un salvaje como la primera vez, pero mucho más delicado. Ahora le preocupaba más, incluso se preocupa más que yo de mí misma. Eso era raro. Aunque yo también hago lo mismo con él, me preocupo más por él que de sí mismo.

-Tengo hambre –susurré mientras aún seguíamos en la cama. Él mirándome y yo mirando el techo-.

-Yo también –lo miré-. Creo que nos hemos avanzado al postre –sonrió y sonreí-. ¿Qué te ha parecido? –Dijo mientras se levantaba y cogía su paquete de cigarrillos en el cajón de la mesita de noche-.

-Sin palabras –dije levantándome-. No me preguntes algo que ya sabes –se puso un cigarrillo en la boca-.

Harry fumaba de vez en cuando, pero creo que delante de mí no lo hacía desde hace varios meses. Le saqué el cigarrillo de la boca y me miró.

-Vamos a comer, deja de joderte los pulmones –me miró-.

-¿Ahora eres médico? Porque sería muy sexy –sonrió y me dio un beso en los labios, mientras me cogía de la mano y me quitaba el cigarrillo-.

Se separó y se lo puso de nuevo en la boca.

-¿No podrías esperarte a fumártelo después de comer?

-Lo hare, porque es raro que me des permiso fumar delante de ti –se puso el cigarrillo en la oreja-.

Le miré y sonreí. Me dio un beso en la nariz y caminó a su armario. Se puso una camiseta blanca básica y unos jeans negros. Yo en cambio, me puse una camiseta negra básica, y unos jeans azul marino.

Harry ya había bajado, así que antes de yo bajar, me dirigí al baño y me miró al espejo. Qué pintas. Pero qué importa, estaba en casa.

Harry se había dejado crecer el pelo. Lo tenía largo. De vez en cuando se ponía alguna diadema o algo para sujetarlo y que no le molestara en la cara. Lo sé, se está dejando un poco, pero bueno, no podía quejarme. Su comportamiento es el mismo.

-Pensé que no ibas a bajar en tu vida –dijo mientras cortaba una lechuga-.

-Me estaba mirando en el espejo –dije mientras habría la nevera y le sacaba un par de tomates, los lavé y se los puse al lado-. ¿Qué quieres de comer? A parte de ensalada… -dije mientras lo miraba-.

-Me da igual, sólo quiero comer –me miró y asentí-. Y, no te mires tanto en el espejo, debes saber que estás preciosa a todas horas –se acercó y me dio un beso en la frente-.

Sonreí. Y lo observé. Había cambiado. Parecía más paternal, como si quisiera que supiera que es bueno. Yo ya lo sabía, él siempre ha sido una persona buena. Pero no sé, como si Harry quisiera que me dé cuenta que está cambiando su manera de ser.

Saqué algo de la nevera, carne que había comprado ayer. Saqué una sartén. Luego encendí la vitrocerámica. Puse la sartén encima y le eché un poco de aceite.

-Mmmm –dijo mirando lo que íbamos a comer-. ¿Estamos en una dieta o qué? –lo miré y reí-.

-Es posible, necesito quitarme un par de kilos –puso en un cuenco la ensalada ya cortada y los tomates-.

-No seas tonta –se giró-. Estás más que bien –dijo-. Harías de modelo de PlayBoy incluso –me guiñó un ojo-. No, ahora enserio, no digas estupideces Hunt –se volvió a girar y aliñó la ensalada con aceite, sal y vinagre-.

Al ver que el aceite ya estaba caliente, le pregunté a Harry cuanta carne quería comer, me dijo que dos. Bien, iba a cocinar 4 pares de carne. Los puse a la sartén y se empezó a cocinar.

Mientras, Harry ponía la mesa. Comíamos siempre en la mesa de la cocina.

-¿Alguna vez lo hemos hecho en la cocina? –Preguntó mientras yo le daba la vuelta a la carne y le añadía especias-.

-¿De verdad me estás preguntando eso? –reí-

-Aprovecho. Así la próxima, en vez de la cama, podríamos hacerlo en esta preciosa cocina.

-Harry –dije suspirando-, deja de pensar en cosas sucias –al ver que la carne ya estaba hecha, apagué la vitrocerámica-. Pásame tu plato –se acercó y dejó los dos platos, puse dos carnes en un plato y otros dos en el otro-. A comer –me giré y sonreí-.

-Sabes –dijo de repente-, esto está delicioso –dijo refiriéndose a la carne-.

-Estás exagerando, sólo es carne –dijo-.

-Es tierna –me miró-, como tú –sonreí-. Por cierto, quería hablarte sobre un tema –lo miré y asentí-. Sé que aún somos jóvenes, pero quería preguntártelo –lo miré-. ¿Has pensado en tener hijos? –Su pregunta me tomó por sorpresa-.

-Lo había pensado, pero no ahora –él agachó la cabeza y asintió mientras comía un trozo de carne-. ¿Tú? –Volvió a subir la cabeza-.

-Sí –dijo claro-. La verdad, me imaginaba un hijo contigo –le sonreí-. Pero habrá que esperar, supongo –tomó un sorbo de agua-.

-Vaya, así que ya has creado un futuro conmigo –él no dijo nada-. Te aconsejo no hacerlo Harry –él me miró y le cogí de una mano-. Puede pasar muchas cosas entre nosotros –él asintió-.

-¿Te refieres a que, lo que estamos viviendo ahora se acabe y cada uno sea infeliz? ¿Por dejar marcharse uno al otro? ¿Desviar el destino hacia otro camino? –no respondí-

-Crees en el destino –me soltó la mano entrelazada y comió-.

-Lo creo –dijo-, y pienso que el destino es este, si no, ya te hubieras ido de mi vida hace meses.

-El destino es inesperado Harry –lo miré y él me miró-.

-Come, se te va a enfriar –miró a mi comida y luego agaché la cabeza, comiendo-. Hablaremos de esto luego ¿sí? –Asentí sin mirarlo- Mírame Hunt. ¿Sí? –lo miré y asentí, suspiró y volvió a comer-.

Estábamos callados después de esta mini charla del futuro. 

El día y la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora