La decisión final

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Me levanté de la cama, como todos los días. Ayer, al llegar a casa con Harry hablamos sobre el tema de la empresa. Si Rolls Royce se cerraba, habría más desempleados de los que hay ahora. Entre él y yo y toda su herencia podemos comer, podemos vivir de lujo y marcharnos a otro lugar donde no hubiese tanta crisis económica, pero ni él ni yo, queremos pretender ser los mejores, los que tienen una vida regalada. Harry y yo queremos ser como unos ciudadanos normales.

Me fui hacia la oficina, y lo primero que vi fue a trabajadores que estuvieron aquí desde que vino Harry para estar en el puesto de su padre, poniendo sus cosas en unas cajas de cartón. Me miraban apenados y desilusionados como si la magia hubiera desaparecido. Cada uno de ellos levantaba la cabeza y me miraban, después la agachaban sin compasión. Al ver esta escena, me dirigí directamente al despacho de Harry. Éste estaba sentado en la silla, con los codos en la mesa escondiendo su rostro con sus manos.

-Jamás creí que la empresa que creó mi padre se fuera a la mierda -dijo con un tono de voz intranquila-.

Ahora, lo que más necesitaba Harry era un apoyo, un hombro por el que llorar. Todo el esfuerzo que hizo su familia y él para que al final, la empresa se cerrara, era injusto.

-Harry -dije acercándome a él-.

Él no me respondió, sólo seguía con la misma posición. Pero al estar ya unos centímetros de él, puso sus manos cruzadas en la mesa y bajó la cabeza, escondiéndose en sus brazos. Le acaricié la espalda.

-Lo siento Harry -dije-. No es tu culpa, y lo sabes -intenté animarlo-.

-Sé que no es mi culpa -levantó su cabeza, dejándome ver lágrimas en su faz-. Pero han sido décadas de duro trabajo para que este sitio fuera como mi familia quería que fuera. Una empresa que al entrar en ella, te sintieras como en casa -le quité las lágrimas-. ¿Qué debo hacer ahora? Todos mis amigos y compañeros se van, por qué saben la situación que hay. ¿Qué he hecho mal Cai? -dio un golpe en la mesa, que hasta me asustó-.

-Harry -le acaricié el rostro-. No has hecho nada mal, tus actos han sido realizados correctamente, has sabido decretar esta empresa como un buen jefe. Lo has dado todo, y eso es lo que importa. Tus amigos y tus compañeros no van a darte rencor por que pase esto, tú has hecho un buen trabajo y ellos también. Te van a agradecer a ti y a toda tu familia porque habéis dado todo lo que antes ellos no tenían.

Styles me miró e hizo una sonrisa tierna, sin mostrar su sonrisa. Se secó las lágrimas y cogió aire.

-Y si lo que te preocupa es qué van a hacer todos los que trabajan aquí, sólo piensa que seguro que van a conseguir trabajo. Y nosotros, nos las arreglaremos -sonreí-.

Harry se levantó y me dio un beso. Sonreí cuando se separó. Me bajó de la mesa, y me cogió de la mano. Se fue directo a la puerta, y todos los trabajadores lo miraron. Inhaló aire y la expulsó directamente.

-Quería deciros que -dijo con la voz temblorosa, entrelacé sus dedos con los míos y me miró-, deciros que -volvió a mirar a sus empresarios-, gracias por haber trabajado tan duro y tan bien todos estos años que la empresa ha estado funcionando. Lamento tener que cerrar la empresa, y no sabéis como de duro es hacerlo -se le cortó la voz, Sam le acarició la espalda para darle ánimos y seguir con lo que decía-. Lamento muchísimo que os tengáis que marchar. Cuando esto mejore, intentaré abrir de nuevo la empresa, y contrataros de nuevo chicos -sonrió sin mostrar los dientes, algo triste-. Y si alguna vez no pasa, que sepáis que seguiré intentándolo.

Todos, de repente aplaudieron. Unos cuantos empresarios fueron directamente a Harry a abrazarlo como amigos. Solté a Harry de la mano, y algunas chicas que trabajaban en la empresa, vinieron a mí.

-Dile que no es culpa suya, la situación en la que vivimos es difícil. Al menos yo, lo entiendo -sonreí-.

-Se lo diré -ella sonrió con tristeza y se alejó para ir a su puesto y seguir recogiendo mientras algunos de los compañeros y amigos de Harry lo apoyaban-.

Después de tantos lloriqueos por parte de muchos trabajadores y de Harry, el jefe decidió decir sus últimas palabras antes de que se encerrara otra vez en su despacho e hiciera cosas.

-Gracias por el apoyo chicos. Quiero que viváis la vida, seguid adelante, hacedlo. No perdáis el tiempo, ni un segundo, el tiempo es oro -sonrió y luego me miro-. Os deseo muchísima suerte en vuestras vidas, cuidaros muy bien, seguid en forma -guiñó a la gente mientras sonreía-. Seguiremos en contacto gente... -ellos sonreían, Harry se giró y me cogió de la mano-.

Se dirigió a su despacho, y cerró la puerta. Suspiró al entrar, y me soltó. Apretó el botón de su reproductor de música, y la canción de Love me do de The Beatles sonaba. Empezó a cantarla y me miró.

-"Love, love me do, you know I love you" -dijo susurrando-.

Sonreí. Tenía una voz magnífica. Apagó el reproductor y sonrió.

-Echaré de menos este sitio -dijo mirando todo-.

-¿Qué vas a hacer con el edificio? ¿Será un edificio abandonado? -él negó-.

-Lo utilizaré como un almacén. Es mi empresa, y no la voy a demoler -sonreí y asentí-.

Habían pasado como 9 horas después de todo lo ocurrido. Era de noche, todos los trabajadores ya habían recopilado todo lo que tenían aquí. Todo estaba vacío.

Salí del despacho de Harry, cogida de su mano. Miramos todo el sitio, y él suspiró.
Nos dirigimos hacia la puerta principal de la planta, y Harry abrió una caja que estaba enganchada en la pared. Ahí contenía los controles de la luz. Apagó esta planta y antes de salir, la miró. Yo mientras tanto, me dirigía al ascensor.

Esperé a que Harry observara el sitio despejado. Al ver que ya venía, con la cabeza agachada y con las manos en su gabardina negra, sonreí sin mostrar los dientes y sin ganas de hacerlo, sinceramente.

Se dispuso a esperar a que el ascensor subiera y que se abriera una de las puertas, en silencio y a mi lado. Cuando una de estas puertas se abrió, me dio paso a mi primero, y luego él entró apretando el botón de la planta principal.

No dijimos nada en toda la bajada, suerte que iba algo rápido el ascensor. No era un silencio incomodo, si no, que era algo triste y eso no era bueno. Cuando las puertas se abrieron, caminamos hasta la entrada del edificio, de nuevo, al lado de la puerta, unos pocos centímetros más lejos de la entrada, estaba la caja de los controladores de luces. La abrió con la misma llave que la de la última planta y bajó todas las mini palancas que había, dando la información de que se apagaban las luces.

Por último, bajó la mini palanca de la entrada, y todo era negro. Abrí la puerta, dándome el frío de la noche. Le aguanté la puerta a Harry hasta que saliera, al hacerlo, la cerré y él con la llave también lo hizo. Oh, antes de eso, la empresa estaba muy bien protegida. Por dentro, cuando Harry cerraba ya la empresa, se activaban las luces invisibles esas de las películas.

Harry abrió el coche, y me subí al asiento del copiloto y él en el del conductor. Y nos fuimos a casa.

El día y la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora