Collar

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—¿Cómo te sientes?—pregunto Mori junto a él

—¿Dónde estoy?—Fukuzawa se enderezó con algo de dificultad

—Estamos en Lykos, peleaste con una bestia y resultaste herido—tomó una jarra y vertió el líquido en un pequeño tazón —Ahora bébete esto, te hará bien

Fukuzawa recibió el tazón y lo bebió de un sorbo—Iuhg, sabe amargo.

—¿Qué esperabas? Es medicina —se burló por la reacción tan infantil —Un poco más de reposo y estarás bien.

—Patético —murmuró e intentó ponerse de pie pero una mano lo sostuvo del hombro y lo regresó al suave colchón

—El médico ordenó reposo —dijo Mori muy serio

—¿Médico?

—Si, yo soy el médico y como doctor y esposo que soy te ordeno que te quedes en cama —suavizando la mirada—Necesitas descansar.

—No puedo quedarme aquí acostado todo el tiempo, soy un guerrero.

—Eres un rey y debes permanecer sano y salvo para proteger tu reinado.

Fukuzawa resignado se limitó a volverse a acostar—Al menos ven aquí—palmeó la área junto a él —Recuéstate junto a mi y también descansa

Mori que desde que partió en búsqueda de Fukuzawa no pego el ojo para dormir como resultado unas sombras oscuras habían aparecido debajo de los ojos, después de encontrar a Fukuzawa permaneció a su lado velando a que despertara —Solo será un momento, hay cosas que hacer—se levantó de la silla y se dejó caer en la cama.

Fukuzawa lo recibió abrazándolo y acariciando sus cabellos. Mori por su parte se enroscó en el albino enterrando su cara en el pecho del otro.

—Me alegra que estés bien

Fukuzawa continuó acariciando la cabeza del pelinegro —Sobre lo que dijiste en la nieve

—Dame algo de tiempo —dijo mientras se giraba y quedaba a espaldas de Fukuzawa—Te daré una respuesta definitiva cuando tenga todo claro.

—Esta bien, esperare —respondió Fukuzawa al ver la espalda de Mori, pronto el pelinegro se quedo dormido con cuidado lo cubrió con las mantas, su mirada se detuvo en el collar de cuero, uno que ya estaba lo suficientemente desgastado de encuentros previos, llevó su mano y acarició aquel collar.

Después de unos días de reposo y del régimen de aquella medicina Fukuzawa mejoró y pronto regresó a su habitual rutina, entrenar y cazar.

—Dejará de ser un bárbaro—dijo Mori mientras lo observaba llegar al palacio acompañado de guerreros, juntos llevaban una carreta con diferentes animales. Bajó a recibirlo.

—Espera, no te acerques —dijo Fukuzawa levantando una mano para impedir que Mori fuera a saludarlo —Tomare un baño primero.

—¿Ah?—Mori se detuvo en seco y como si un balde de agua fría cayera sobre él, despertó  de su ensoñación, ¿Desde cuándo había empezado a omitir las manchas de sangre, el sudor y tierra? , su yo anterior seguro daba el grito en el cielo de tan solo pensar en acercarse a alguien asi, y ahora iba directo a abrazar a su esposo sin importarle eso.

Mori regreso a su habitación pensando si verdaderamente su corazón ya había caído por Fukuzawa y no era la dominación de los instintos

—¿En que piensas?—preguntó Fukuzawa que salía a medio vestir y con el cabello aun mojado.

Mori perdió el habla ante la vista, vista que ya conocía muy bien pero siempre que lo veía era como si lo hiciese por primera vez —En nada.

—Tengo un regalo para ti

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