Fuera del nido

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—¡Quiero saber que fue lo que ocurrió con los supresores!—Mori enfurecido por cómo su hijo tuvo que pasar tan cruel celo, ordenó a sus guardias hacer una exhaustiva investigación.

—No te alteres—trato de persuadir Fukuzawa

—¿Cómo no hacerlo?—Mori aun molesto quería la cabeza de quien se atrevió a alterar las medicinas —Agradece que fue los supresores, ¿Qué pasaría si en su lugar le hubieran plantado veneno?, ya perdí una vez a mi hijo, no quiero volverlo a hacer, voy a encontrar a la rata que se esconde en mi casa.

Fukuzawa camino rápidamente a sostener a Mori, que comenzó a tambalearse —No es bueno que te alteres, aun no estas bien de salud.

—Es el estrés, estaré bien si tomo un buen descanso—pero las piernas de Mori parecieron decir todo lo contrario, Fukuzawa no le importó que el pelinegro dejara caer su peso sobre él. Lo tomó en brazos y lo llevó hasta la habitación.

—El chamán aún está investigando lo que pudo haber provocado tu mala salud.

—Estaré bien, es un dolor pasajero de cabeza, ya pasará.

—Eso dijiste hace días, por mucho que descanses no mejoras ya ahora no solo es dolor de cabeza, tu cuerpo se ha debilitado mucho.

Mori tomó la mano de Fukuzawa —Estaré bien. confía en mí.

Fukuzawa se inclino hasta que su frente tocó la de Mori, cerrando los ojos — Confío plenamente en ti, pero verte que te estas debilitando como una flor que se marchita me parte el corazón, yo no soy un hombre como tu, uno de ciencia y con el uso de la racionalidad en extremo, yo solo soy un rey que construyó su reinado a base de fuerza, por eso mismo no solo tienes mi confianza, tienes mi magia, mi espada, y todo de mi. Por favor, no pongas de menos tu salud. —Al finalizar abrió los ojos y le dio un suave beso en los labios, beso que Mori correspondió con anhelo.

Justo cuando el pelinegro iba a responder un toque en la puerta lo interrumpió.

—Adelante—Mori dio la orden tras ver la hora.

Dostoievski se asomo por la puerta y paso seguido de un carrito con el té.

—Veo que te has recuperado—Fukuzawa pregunto al mirar a su hijo que lucía bastante repuesto. — Si aún no te sientes bien, puedes descansar —observando a Mori—Justo le comentaba a tu padre que debe de darle prioridad a su salud.

—El celo es algo con lo que tendré que vivir hasta que me enlace—Dostoievski se acercó hasta su lugar habitual para las partidas de ajedrez— Si bien, este último fue uno de los más intensos que he llegado a tener no me gustaría que por eso, mi padre y yo tengamos que suspender nuestras partidas de ajedrez —poniendo una mirada llena de dolor observo a Fukuzawa—Hemos pasado tantos años distanciados, tengo que ser fuerte.

El albino pareció observar una copia fiel a Mori, igual de obstinados y tercos.

—Dejaré que tengan su partida tranquilos —nuevamente beso a Mori y se despidió dejándolos solos.

Mori sonrió a su hijo mientras acomodaba sus piezas —No te sobre esfuerces

—Lo mismo digo, padre.

Ambos continuaron con su juego, se devoraron piezas y tras algunas movidas estratégicas Fyodor fue el ganador, derribando sin piedad al rey.

—Un excelente juego—Mori dio un par de aplausos en honor al buen juego.

—Es porque eres un buen adversario, también disfrute de esta partida en particular.—Fyodor sonrió emulando a Mori.

—Sabes, tus hermanos también son buenos en el ajedrez, deberías acercarte a ellos, temo que pronto te aburrirás de jugar siempre contra mi.

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