XVII

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Carcajeo como un camión intentando tomar marcha por diez minutos seguidos. Era uno de esos momentos en donde la parecía increíble como la mas mínima cosa era compleja y divertida si le prestabas la debida atención a las cosas. Siempre había sido curiosa desde pequeña, eso le había traído problemas a sus padres, y evidentemente a su hermano, que intentaba salvarla de cada situación meramente cuestionable en las que se envolvía. 

Si no pensaba a fondo, Takeshi siempre estaba como un guardaespaldas tras ella cuidándola de cualquier desastre. Incluso aquel día que le voló una cachetada a un mocoso por insinuar que era adoptada. Claro, era dudosa la procedencia de su quirk, nadie de sus antecesores lo tuvieron. Su hermano, que era el más serio de los dos, tenia una variación del de su padre. Si se lo proponía, fácilmente podría generar una gran cantidad de humo de su cuerpo, sin embargo, no había un ápice de super inteligencia como la que tenia ella.

Llego a cuestionarse si realmente tenían parentesco sanguíneo o algo similar, y tan pronto salió el sol con un nuevo día que vivir, las dudas se desvanecieron de su mente siendo similar a la sensación de orgullo luego de obtener un gran reconocimiento luego de tanto esfuerzo . Para Katsumi solo existían leves pantanos respecto a los temas de dones en su familia, le habían hecho creer que era una niña que había despertado el kosei de una tátara abuela por lo que era normal que no lo supiera. 

No ganarían nada mintiéndole con cosas tan banales como el tener un don o no, después de todo eran familia. 

Abandono su escritorio y tan pronto como sus cabellos rozaron la suavidad de su almohada un suspiro escapo de sus labios. Llevó una mano sobre sus ojos intentando alivianar la jaqueca que se presento. Era extraño, últimamente sentía como cada día perdía fuerzas y que a pesar de que se alimentara adecuadamente, se ejercitara con regularidad y durmiera lo suficiente—incluso demás—, no encontraba deshacerse de tal malestar. Una sensación sofocante acaloraba su intrépido corazón y no eran los sentimientos hacia Katsuki, era algo mucho más grande y riesgoso que eso. Una angustia la apresaba a las paredes de su habitación, y aunque intentara no salir mucho, el colegio y sus actividades se lo complicaban. 

Si su basto cerebro lo le fallaba, sus amigos tendrían que ir a practicas durante una semana con otro héroe o compañía. Algo así había entendido, no estaba segura. A diferencia de los demás, que probablemente salvarían muchas vidas en ese lapso de tiempo, ella se quedaría en la academia poniéndose al día con las clases impartidas antes de que ingresara sin previo aviso. Claro, ya lo estaba haciendo en las materias esenciales, pero cada minuto que transcurre en los terrenos de aquella institución, aprendes cosas nuevas. Era difícil, pero no imposible. Y, sumado a eso, tendría reuniones con el director para sobrellevar el peso de contar con un don tan...peligroso para ella. 

Los días pintaban ocupados pero ahí estaba ella, la idiota de Katsumi se estaba dejando vencer por un dolor de cabeza. Le comentaría a su hermano al respecto, si es que lo veía ese día, desde hace mucho que su rostro no se veía tan frecuente por la casa. Sacudió su cabeza intentado deshacerse de teorías estúpidas, Takeshi jamás haría algo contra la integridad física o mental de su familia, pero no mentiría que le parecía una gran coincidencia que su desapariciones dieran paso al batido cerebral que mantenía. Lamento hacer un acción tan brusca, ni siquiera Rutilo era tan pendejo para moverse así cuando se descocaba. 

Con toda la pereza del mundo se levanto de su cama y fue a la ducha. Estaba esperando que llegara Katsuki, hace unos días había iniciado la temporada de Kimetsu no Yaiba, y como era tradición para ellos, la verían juntos. Agradecía que él fuera tan responsable con sus cosas, probablemente estaba informando a sus padres sobre las actividades que llevaría acabo y por que región se movería según sus cálculos. 

━━ 𝘚𝘵𝘦𝘢𝘭 𝘮𝘺 𝘨𝘪𝘳𝘭 ❧ 𝘉𝘢𝘬𝘶𝘨𝘰 𝘒𝘢𝘵𝘴𝘶𝘬𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora