XXII

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No sé a dónde ir, miro a los lados y veo el bosque, entro lo más rápido que puedo y al máximo hasta que llego al punto en el que ya me cuesta respirar y me duele el pecho.

Consigo normalizar mi respiración y miro a mi alrededor y estoy rodeada de árboles, no sé dónde estoy y no veo a Allan.

-¿Dónde estás Allan?- mi voz suena temblorosa

-Estás aquí, menos mal- se posa en mi hombro y me mira- casi ni podía verte- posa su cabeza en mi rostro- ¿estás bien?

-Si, estoy bien, pero estoy perdida, ¿me guías de vuelta?, esto me trae malos recuerdos- donde pasó el accidente fue en un sitio así

-Si, sígueme, tus amigas y la mujer gritona están preocupados por ti y te están buscando como locas- él vuela cerca de mí y yo le sigo 

-La mujer gritona es Cordelia y aunque no lo creas, también es mi amiga y se preocupa por mí al igual que la mujer que hizo que despertara- le explico mientras trato de no caerme mientras hablo con él

-Pues para ser tu amiga, esa mujer es muy mandona- ese comentario hace que sin querer me ría un poco, está empezando a anochecer y se está notando más el frío

-Allan, no tan rápido por favor- él me hace caso y va más despacio, siento como mis músculos se van entumeciendo por el frío y mis pasos se vuelven un poco más torpes hasta que tropiezo con una rama y caigo al suelo-

-¿Estás bien?- se acerca y me mira preocupado

-Si, es solo que no puedo moverme mucho por el frío, será mejor que las busques y las guíes hasta aquí, no te preocupes, estaré aquí- le sonrío levemente

-Intentaré no tardar mucho y por favor, no te duermas Layra- dice antes de salir volando, yo me abrazo a mí misma en busca de algo de calor, me encojo mientras empiezo a tiritar y temblar de frío, estoy teniendo sueño y quiero dormir, escucho el sonido de pasos, pero el sueño puede conmigo hasta que siento que me toman de los brazos y tratan de taparme con algo

-Layra, Layra, vamos háblame- Cordelia me mira mientras corre conmigo en sus brazos

-Tengo mucho frío- mi voz apenas es audible y está temblando

-Ya lo sé, pero tienes que hablarme, venga, dime alguna de tus trastadas de cuando eras pequeña- su voz suena agitada 

-A mí de pequeña me gustaba subirme a los árboles para asustar a mi madre- consigo decir a pesar de que mi voz sigue temblando, escucho la voz de Allan en mi cabeza 

-Venga Layra, estamos a punto de llegar, venga dime qué te gusta hacer cuando te aburres- siento como acelera el paso

-Me gusta escribir o dibujar, Cordelia, tengo sueño, quiero dormir por favor- trato de acurrucarme más a ella

-Mira Layra ya hemos llegado, te pondrás bien, venga mírame, todo saldrá bien te lo prometo- consigo divisar su hermoso rostro y veo que está llorando, veo que nos dirigimos a no sé donde, creo que es su cuarto y sí, lo reconozco por el olor, entramos en el baño y me deja con ropa en la bañera, noto que corre el agua y se va llenando de agua caliente que penetra en mi organismo y hace que el sueño se valla, pero lo sustituye el cansancio- venga Layra, debes entrar en calor- veo que sigue llorando

-Perdóname- mi voz sale más alta- por todo lo que he hecho- mi cabeza ladea sin fuerzas y la apoyo en el borde de la bañera

-No pasa nada- posa sus manos en mi rostro pero se preocupa más- estás muy débil, debes beber sangre ya- se remanga la sudadera dejando ver su muñeca con sus venas a la vista- muérdeme-

-No- giro mi cabeza en dirección contraria- no lo haré-

-No me dejas de otra- se quita los zapatos y se mete en la bañera tras quitarse la sudadera y hace que yo quede sentada en su regazo- ahora sí lo harás- pasa sus uñas por su clavícula y con la misma que pasan sobre su piel se abre una pequeña brecha de la cual sale un líquido escarlata y siento mis colmillos crecer y no puedo evitar clavarlos en su piel y beber de tal delicioso elixir, por los dioses, que delicioso manjar, nunca había probado algo así en mi vida, a medida que me alimento mis fuerzas se van recuperando hasta que escucho un quejido proveniente de su garganta y yo me separo rápidamente y giro mi cabeza hacia un lado, no tengo el valor suficiente de verle a la cara, siento como ella toma con cuidado mi rostro mojándolo con la misma y lo gira de manera que la mire a los ojos que están teñidos de rojo- Layra, no te avergüences, estoy bien y es vital que te alimentes, no me has hecho daño alguno, tranquila- me acaricia dulcemente mientras junta su frente con la mía, yo cierro inconscientemente los ojos

-Lo siento, por todo lo que he hecho y el daño tanto físico como emocional he causado por culpa de mis estupideces- se me escapa una lágrima traidora

-Layra, es normal por que todo esto es nuevo para ti y lo entiendo, de veras, Angi y yo te podemos ayudar a asimilar todo y a seguir adelante, al igual que a utilizar tus capacidades de mestiza, pero es primordial que nos dejes ayudarte, ¿nos vas a dejar ayudarte Layra?, ¿me dejas ayudarte?- veo en sus ojos reflejada la sinceridad y me quedo cautivada por la hermosura de sus ojos que han vuelto a su color azulado 

-Está bien- pronuncio apenas un susurro, ella se acerca más a tal extremo en el que siento su aliento chocar en mi cara y yo sin querer separo mis labios a la vez que cierro mis ojos dejándome llevar por mis emociones, ella de repente elimina el espacio que separaban nuestros labios en un beso tierno y delicado que yo torpemente correspondo hasta que nos separamos quedándonos de nuevo con las frentes juntas y una ligera sonrisa aparece en mis labios

Rojo como la sangre, negro como la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora