XVI

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-Por mí vale, fuerte problema el mío, como si estuvieran en su cuarto- me voy al baño a ponerme el pijama, cierro la puerta y me cambio de ropa, no voy a ser tan cruel con ellas, vale que sea cabezota, mala, orgullosa y demás adjetivos, pero no soy tan cruel, salgo del baño y las encuentro ya cambiadas de ropa

-¿Dónde vamos a dormir cada una?- la pelirroja cruza sus brazos sobre su pecho

-Para que vean que no soy cruel, dormirán conmigo en mi cama, es lo suficientemente grande como para que estemos casi cuatro personas en ella-

-Gracias, pero no te vamos a dejar dormir hasta que no comas lo que te hemos traído- me señalan una bandeja cubierta y la destapan dejando escapar un agradable aroma que hacer que mi estómago ruja de forma escandalosa

-Comeré sólo porque tengo sueño, pero no porque tenga hambre- me acerco a mi escritorio y me siento en la silla

-Orgullosa hasta las trancas, igual que ella- sonríen con nostalgia, yo trato de ignorar el comentario, devoro con ansias la comida que tenía frente a mí hasta no dejar una migaja

-¿Qué decías de no tener hambre?-me sonríe Cordelia de forma burlona

-Déjame tranquila, tengo sueño- me acuesto en mi cama y me aferro a mi manta de color negro y rojo que tengo desde que tengo uso de razón, me recuerda por el olor a lo que antes consideraba como mi hogar, noto que la parte derecha y la izquierda se hunden a medida que ellas se acuestan a mi lado, Angi frente a mí y la pelirroja detrás

-¿Sabes una cosa curiosa sobre esa manta?

-¿Qué?-

-Esa manta recuerdo perfectamente cuando te la regalamos, fuimos a verte a ti y a tu madre cuando Eva te tuvo al hospital y recuerdo que tu madre se mosqueó con nosotras muchísimo por que algo así no se podía regalar a una bebita, pero cuando vimos tu ligera sonrisita desdentada mientras te aferrabas a la manta como ahora, entendimos en ese momento que no te ibas a separarías de ella y así ha sido- ambas sonríen con nostalgia

-¿Recuerdas cómo se nos puso cuando le mostramos la manta?, se ponía a decir “¿cómo se os ocurre par de zopencas traerle a mi niña una manta tan oscura?”, y nosotras le dijimos “pues mira caraboba lo feliz que está el animalillo”, se enfadó tanto porque te llamé así que hasta tú te asustaste y comenzaste a llorar, recuerdo que cuando yo te cogí para que Eva te calmara, tú lo hiciste en mis brazos y cogiste con fuerza el dedo- la pelinegra toma mi mano con delicadeza y la envuelve en sus manos

-Si, cuando Eva fue al baño a ducharse te dejó conmigo y empezaste a llorar y lo único que hice fue cantarte una canción- comienza a cantarla y yo de inmediato le acompaño ya que recuerdo esa canción perfectamente hasta que termina- me sorprende que te acuerdes de ella, sólo te a canté cuando eras recién nacida y solo me la sé yo-

-Yo nunca olvido una canción, sin importar la edad que tuviera y si sólo la escucho una vez, tengo muy buena memoria para la música- se me escapa un ligero bostezo- perdón, se me escapó- me tapo la boca

-No pasa nada, puedes ponerte cómoda si quieres- me susurra una de las dos y yo me aferro a los brazos de la pelinegra y la pelirroja me abraza por la espalda, yo caigo a los brazos de Morfeo y esta vez, por raro que parezca, no sueño nada, es de las pocas veces que me pasa y sólo pasa con ellas

Despierto al percibir un agradable olor en mi nariz y al sentir unos ligeros movimientos, abro los ojos y veo que quien me mueve es Angi que me sonríe ligeramente.

-Buenos días dormilona, es hora de desayunar- dice con voz suave, me recuesto en el cabecero de la cama y Cordelia se acerca con una bandeja con la comida y la deja en mi regazo, yo me como lo que tiene y después voy al baño a cambiarme de ropa, y se me ocurre una idea que me gusta, así que busco las tijeras, pero con un propósito diferente al que últimamente han tenido, rebusco entre los cajones, pero no las encuentro por ninguna parte así que salgo para ver si las han visto

-¿Dónde están mis tijeras?- mientras me asomo por la puerta

-Están escondidas, ¿para qué las quieres?- Cordelia me mira muy seria mientras se cruza de brazos frente a mí

-No es para lo que crees que voy a usarlas, estando las dos aquí, una vampira que siente la más mínima gota de sangre a lo lejos y una, creo que bruja, que puede saber lo que hago a saber cómo, me resulta imposible volver a cortarme- suelto con simpleza

-Entonces, ¿para qué quieres las tijeras?- insiste ahora Angi

-Por que ahora quiero hacer un cambio, si quieren lo puedo hacer frente a las dos para asegurarse que no me hago daño- contesto cansada de su comportamiento

-Está bien, pero si intentas hacerte daño de nuevo, la que te hará daño seré yo, y no es una amenaza, es un hecho- suelta Cordelia mientras me las da, yo las tomo y entro en el baño con ellas, las dos entran detrás de mí y en lo que ellas se sientan en el borde de la bañera yo me cepillo mi largo y liso cabello, tomo las tijeras y comienzo a cortar mechones de pelo y ellas me miran sorprendidas a través del espejo

-¿Qué se supone que estás haciendo al cortarte el pelo?- ambas me miran confundidas

Rojo como la sangre, negro como la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora