Inspectora Sierra

12. La niña infeliz.

Así la llamaba su madrastra cuando su padre no estaba delante, que por desgracia para Alicia era la mayor parte del tiempo. Militar de profesión, por más que quisiera a su hija, pocas veces podía verla. La internó en un colegio católico cuando su madre murió y, con su mejor intención, se apresuró en buscar otra mujer para él, que hiciera de madre para Alicia.
El día que le dijeron que podía volver a casa fue el mejor de su corta vida. Lloraba de felicidad por volver, pero lloraba de tristeza pues aunque a penas la recordaba, no la esperaría su mamá al llegar. Pero sería otra mamá, que podría salir mal?
No fue una cosa inmediata, necesitó muchos desengaños para sentirse decepcionada de verdad, pero Alicia era muy astuta y enseguida se percató que había algo turbio con su nueva mamá. Parecía que todo en ella le molestaba, la escuchaba discutir con su padre por teléfono porqué quería contratar una niñera.
- Me portaré bien, no tienes de que preocuparte, no me gusta que discutas con papá por mi.
- Pues portate bien y vete dormir. Es de ser muy maleducada estar escuchando cuando tu padre y yo hablamos por teléfono.
Alicia se fue a dormir triste, se esforzaba mucho por agradar pero todo en ella parecía estar mal.
Pero un buen día, alguien llamó al timbre y cambió su vida para siempre. Era una niña rubia, dulce y cariñosa, guapa a raudales y quería ser su amiga. 

- No quiero jugar con muñecas, no me gustan.
- Juguemos a papás y mamás.
- Eso es un rollo.
- A qué quieres jugar?
- A policías y ladrones!
- Cómo... "Policía Lucía"?
- No se... No sé quien es!
- No tienes el cuento de "Policia Lucia"?  - Alicia negó con la cabeza - Pues yo seré "Policía Lucía" y tu ladrón!
- NO! YO SERÉ POLICÍA Y TU LADRÓN
- Está bien, no te enfades, tu serás "Policia Lucía" y yo ladrón.
- Vale pero yo me llamo Alicia, policia Alicia.
Raquel no podía dejar de reír.
- Vaaaaaale, pero no te enfades que he venido a jugar, no a discutir.