5. Tu dolor, mi dolor.

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- Como te atreves Alicia?
- Sube al coche!
- No voy a subir, por mí puedes irte por donde has venido.
Alicia no estaba logrando la atención que esperaba, así que lo volvió a hacer.
- Te pone los cuernos.
Raquel suspiró mirando al cielo y armandose de valor subió al coche con desgana. No la dejó hablar. No iba a consentir que Alicia llevara las riendas esta vez.
- Me hiciste daño. Me hiciste mucho daño. No pienso dejar que me hagas lo mismo otra vez. Me asaltaste por sorpresa, me soltaste la bomba y te largaste sin dejar ni humo. Así, sin más, sin dejarme analizar que estaba pasando, sin siquiera la posibilidad de responder.
Alicia la miraba incrédula y no pudo evitar soltar un "ya" que dejaba ver toda esa incredulidad.
- No te paraste a pensar que yo podía sentir lo mismo? -  Alicia la miró fijamente a los ojos desafiandola, las dos se miraron unos segundos - No me crees! - afirmó Raquel sonriendo - pues... vamos a ver si te crees esto! - y en un movimiento que ella había imaginado como sexy, se puso a orcajadas encima de Alicia, pero accionó el claxon, el limpiaparabrisas, los intermitentes, y... la escena se volvió bastante cómica.
Alicia empezó a reír a carcajadas, no esperaba verse en esa situación y seguía sin creer lo que estaba ocurriendo. Pero Raquel no paró. Reclinó el respaldo al máximo y dándole un beso en los labios convirtió las risas.... en pasión.
Raquel se sentía cómoda con lo que hacía, para Alicia en cambio era muy extraño dejarse hacer, sin embargo estaba paralizada, sorprendida, maravillada - cuando aprendiste tu esto? - quiso preguntarle - pero su respiración se entrecortaba y no le salía la voz. Así que cerró los ojos y se dejó llevar. Recordaba la vez en aquel campamento, lo patosas y nerviosas que estuvieron las dos...

- Fuiste una egoísta Alicia - dijo cuando el fuego se apagó - te centraste tanto en tu dolor, que olvidaste por completo que también era mi dolor - se arregló la camisa en el asiento del copiloto - Gracias por preocuparte por mí - abrió la puerta y salió del coche - pero sé cuidar de mí misma - cerró la puerta - No quiero volver a verte, y esto, esto jamás ha ocurrido! me oyes? - un nudo se le formó en la garganta y tuvo que esforzarse mucho por acabar la frase - Para quienes no nos conozcan tu y yo no somos nada, nunca fuimos nada. - Y lo logró, no lloró, no delante de Alicia, pero esta si lo hizo, casi al instante además.

Inspectora SierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora