𝐇𝐔𝐑𝐓 ||| [ᴛᴀᴋᴇxᴀʟʟ]

2°- Shrouded in darkness.

🚩🚩notas: hola, no suelo iniciar dejando notas al principio pero esta vez me veo en la obligación de poner una ⚠️advertencia⚠️ extra a este capítulo ya que contiene descripciones tanto de violencia como de tortura bastante descriptivas y gráficas, pido precaución a las personas sensibles.
Hasta que lo edite note lo sádica que había sido, intente cambiarlo un poco para aligerarlo un poco pero sentí que perdió bastante de su chiste.

En fin, Chao, y lo lamento de antemano. </3

"Después de un rato ya no oyes cómo se te rompen los huesos, cómo se te mueven los dientes. Sólo te concentras en conservar esa pequeña parte de tu alma. El resto no importa. Se lo llevarán de todas formas."

Escupió sangre una vez más mientras seguía siendo golpeado con aquella brutalidad, los ojos le pesaban, amenazando con cerrarse por completo, a pesar de estar siendo apaleado con fiereza hasta que sus gemidos adoloridos se volvían gritos atroces, él reconocía que no dolía tanto como cuando Mikey lo golpeó casi asesinándolo. Recordar eso lo mantuvo firme mientras era golpeado con esa violencia de momentos que parecieron eternos.

La sangre se escurría de su nariz, ya no distinguía el sabor de la misma, salía a chorros, si esa noche no moría por los golpes moriría desangrado, ese momento en el que morir se vuelve un castigo menos cruel es una vereda enorme de obscuridad. Ahora mismo prefería que sus ojos se cerraran completamente en lugar de seguir soportando el dolor. Ya ni siquiera podía pensar en el bienestar ajeno de sus amigos, ya no sentía esa fortaleza que le hacía seguir peleando, ser tomado, arrebatado de aquella forma tan vulgar y humillante le hizo desear que todo acabase de una vez. El dolor en su espalda baja y cada extremidad se convertía en miles de pinchos que atravesaban su piel tersa. Los golpes cesaron, pero de alguna forma sabia que ni siquiera era la mitad de lo que había recibido todo lo que sucedería esa noche. Se retorció de dolor mientras los clavos perforaban su piel pálida de las manos enterrándose hasta clavarse en ellas. Lloraba desconsoladamente mientras rogaba por piedad, a ese punto ya no importaba quien era el verdugo solo quería que todo terminará de una vez. Que alguien entrará y le diera un tiro, que se terminará todo.