DEAR NIGTH...

CAPÍTULO II

Se sentía atrapada en un eterno bucle, el cansancio no permitía que sus ojos pudieran abrirse provocando que siguiera sumida en sus sueños, aunque era más una reproducción de  recuerdos que algo creado por su subconsciente. Eso solo volvía la situación peor, estaba reviviendo una pesadilla, sentía como la soledad trataba de ahogarla aun sabiendo que ya no estaba sola, ahora la tenía a ella, ¿verdad?

No podía moverse, se encontraba atrapada en aquel profundo estado por obligación, necesitaba despertar, no podía seguir pasando por eso una vez más, escuchaba gritos y veía las caras de aquellos que la habían dañado tanto, sentía el ardor en sus manos, las lágrimas recorriendo sus mejillas, su cuerpo se estaba volviendo pesado, podía ver el resplandor de la luna colarse por la ventana de la que solía ser su habitación, su única compañera durante tantos años había sido ese astro de luz. La cabeza le dolía, tenia que despertar antes de que llegara el peor de sus recuerdos.

Entonces lo hizo, sus ojos se abrieron de golpe y dejo salir una bocanada de aire como si durante todo ese tiempo hubiera estado conteniendo la respiración. Su cuerpo dolía, su boca estaba algo seca y no pudo evitar sentir el salado sabor del mar en esta, seco esas pequeñas gotas que aun seguían en su rostro, sus ojos trataban de acoplarse a la luz solar, ¿Dónde estaba?

Lo ultimo que recordaba era haber estado en la barca con Brightness abatida a su lado, dirigiéndose a aquella torrencial lluvia, ¿Habían logrado atraparlas?, Entro en pánico ante aquel pensamiento.

Se reincorporo un poco sobre la cama donde se encontraba, le dolía todo sin excepción, pero una fuerte punzada sobre la rodilla la hizo soltar un quejido, cubrió su boca por temor a que alguien la escuchara, observo a su alrededor. Techo, suelo y paredes de madera, en una esquina había paños cubiertos de sangre y algunos frascos vacíos. Se observo a si misma aun estando semiacostada, su ropa había sido remplazada por una camisa verde holgada de algodón al igual que los pantalones, pudo sentir los vendajes en uno de sus brazos, en su abdomen y otro justo arriba de la rodilla. Alguien la había curado, las habían salvado de aquella inminente muerte a la que habían sido arrastradas. El sentimiento de culpa la invadió, provocando que comenzara a buscar a su dragón con la mirada, poniéndose aun mas ansiosa al darse cuenta de que estaba sola en aquel lugar.

[...]

El sonido de una puerta abrirse y cerrarse provocaron un escalofrío en mí, quien sea que me hubiera salvado había vuelto, podría ser cualquiera, incluso aquellos mismos que nos habían lastimado, el pánico aumento cuando escuche como comenzaba a subir las escaleras, no eran pasos normales, podía escuchar un metal golpear contra el suelo- Tal vez esta armado. - pensé.

Con toda la fuerza que mi cuerpo me permitió ejercer logre alcanzar un puñal que se encontraba sobre lo que parecía una mesita de noche, lo empuñe con una mano mientras que con la otra sujetaba las mantas sobre mi pecho, las manos me temblaban, estaba claramente en desventaja, pero no me rendiría después de haber pasado por tanto.

Aquel que subió por las escaleras ahora estaba a unos metros de mí, con la más confusa de las miradas.

-Despertaste. – aquella palabra salió de su boca en tono aliviado.

- ¿Quién es usted?, ¿Dónde estoy?, ¿Dónde está mi dragón? - aquellas preguntas salieron disparadas de mi boca en forma agresiva, tratando de ocultar el miedo en mi vos. El agarre del puñal era tembloroso, pero no dejaba de apuntarle con él.

- Ok, ok, tranquila. – dejo sobre el suelo la bandeja que traía en sus manos, de la cual para ser sincera no me había percatado, y levanto las manos, tal vez para demostrar que no había de que temer. - Mi nombre es Hiccup Haddock III, hijo de Estoico el Vasto, jefe de Berk. - Se acerco un poco a mí, por lo que empuñe el objeto con las dos manos a manera de reflejo.- Estas en mi base, para ser mas especifico; en mi cabaña.- detuvo sus pasos al ver mi acción.