CAPITULO VIII

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Nadie hizo preguntas sobre nuestra ausencia, gracias a los dioses mis amigos solo nos dieron una mirada de duda. Habíamos retomado el vuelo, faltaba tan solo medio día para llegar. La luna estaba a pocas horas de volver a salir, sin embargo, se decidió seguir el transcurso sin más paradas debido a la urgencia de la situación. Hasta ahora solo habíamos comido semillas que Patapez decidió empacar sabiamente y agua que cada uno se dispuso a tomar con sus cantinfloras en la isla donde anteriormente habíamos descansado.

Tras de mi podía escuchar una que otra conversación entre los jinetes, se notaban un poco más animados, aun se sentía la preocupación en el aire, pero era necesario mantener la cordura pues sin duda perder la calma no era lo mejor. Yo la había perdido y corrí con la suerte de que Elsa me trajera de nuevo a mis cabales, lo que me hacía preguntarme ¿Qué hubiera pasado si ella no hubiera estado?

¿Habría muerto de angustia sobre aquel tronco?

Tal vez.

No era la primera vez que sufría este tipo de ataques, pero este...fue tan distinto, juro haber sentido como la sanidad abandonaba mi cuerpo con cada segundo que pasaba. Si ella no hubiera llegado posiblemente ahora estaría amarrado sobre el lomo de chimuelo gritando incoherencias durante todo el trayecto.

Una vez más, agradecí su llegada a mi vida.

Las horas pasaban y para cuando la noche nos volvió a cubrir, yo ya tenia todo un discurso preparado para mi padre. Y es que es de esperarse que pregunte que hace una completa extraña en sus tierras. Guardaba la esperanza de que fuera una noticia nueva para él, pues cabía la posibilidad de que Astrid haya cumplido su amenaza. Si es que ella se encontraba actualmente en Berk, pues desde hace semanas desconocíamos su ubicación.

De una manera u otra tenía que hablar con mi padre sobre Elsa, quería ocultarla para así mantenerla a salvo hasta que el maldito de Viggo desapareciera del mapa, y sin ayuda de él, me iba a ser completamente imposible.

Era simple, llegar sin alarmar al pueblo, llevar a Elsa a casa con mi padre, explicar de la manera más breve posible y partir a la Isla de los defensores.

Estaba omitiendo un paso complicado, y ese era hablar con Elsa. Convencerla de quedarse, pues está no era su guerra y no permitiria que la hiciera suya. Me negaba a hacerlo.

No podía evitar poner la mirada sobre ella cada cierto tiempo, aunque esto significara girar un poco para poder hacerlo. Ella lo notaba, me miraba con esos azules algo cansados. No había sonrisas de por medio, solo miradas que se sentían como un "Todo va a estar bien" y eso fue suficiente para tolerar las siguientes horas.

Berk se comenzaba a asomar justo frente a nosotros. Aun faltaban unos cuantos minutos para que todo se iluminara y era algo que usaríamos a nuestro favor.

-Aterrizaremos en el bosque – informe en voz alta.

- ¿Por qué no llegar directamente a la plaza? creí que era algo urgente- replico Pátan.

-Porque no quiero llamar la atención de todos- respondí como si fuera algo obvio- Necesito hablar con mi padre primero.

Nadia más discutió mi decisión.

Comenzamos a descender en la parte boscosa de la isla, íbamos a estar a unos minutos a pie de mi casa, podríamos llegar sin que nadie nos viera pues esa zona estaba colina arriba del pueblo y teníamos libre acceso a ella desde el bosque

Ahora solo era cuestión de esperar que mi padre estuviera ahí aún.

-Quédense aquí, Elsa y yo iremos primero- dije bajándome de Chimuelo.

DEAR NIGTH...Where stories live. Discover now