CAPITULO VII

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Un silencio cargado de tensión los acompañaba durante el viaje. Ella no quería hablar, no se sentía con el derecho, todo pintaba para ser algo grave, tal vez mas de lo que imaginaba, y no quería mostrarse insensible.

La voz de los gemelos interrumpía aquel silencio de vez en cuando, haciendo cometarios sobre el paisaje o conversaciones absurdas entre ellos, lo cual agradecía internamente, llevaban tan solo cuatro horas de viaje, cuatro horas de aproximadamente un día y medio, comenzaba a desesperarse.

Quería hablar con él, preguntarle qué demonios estaba pasando y como se sentía. Porque desde su punto de vista, no lucia muy bien. Hiccup estaba en la cabeza del grupo, mirando al frente sin decir una sola palabra, casi podría jurar que su ceño estaba fruncido, sin embargo, solo veía su despeinada cabellera cobriza siendo agitada por el aire.

No se atrevía a ir hasta él, en primera porque no sabia si seria capaz de verlo a los ojos aun después de aquello en su cabaña y en segunda, porque posiblemente estaba pensando en sus siguientes movimientos, gracias a estos meses y a conversaciones con el resto de los jinetes había podido descifrar un poco más como la cabeza de aquel chico funcionaba, no le gustaba dar un paso sin pensar, era un líder nato al que claramente no le gustaba cometer errores, sobre todo en circunstancias de vida o muerte y a pesar de no tener mucha información sobre lo que acontecía con exactitud, sabía que al tratarse de ese hombre, todo era vida o muerte.

Ella miraba sus manos, con algo se preocupación, trato de concentrarse en algo más, pues sobre pensar la estaba agotando, su mirada se cruzó con la de Patán que era el más cercano a ella en la formación en la que volaban.

- ¿Estás bien? - pregunto moviendo sus labios con claridad, ella pudo leerlos.

Trató de sonreírle.

-No lo sé - respondió de la misma manera, volviendo a centrar su vista al frente.

Era un viaje de una sola y corta escala, la cual no llegaría hasta el anochecer.

[...]

Me sentía perdido y cegado, no había claridad alguna para mí. Estaba exhausto de pensar sin llegar a ningún condenado lado, durante la primera parte del viaje no salió palabra de mi boca, me era imposible despegar la mirada de la nada y el ceño me dolía.

El agua del arroyo frente a mí era iluminada por la tenue luz de la luna, habíamos aterrizado en una isla en cuanto el astro llego a su punto más alto. Yo seguía sin decir nada, solo me disponía a beber agua junto con el resto, dragones y jinetes, estaban distribuidos por las orillas de aquel arroyo, los dragones bebían junto con algunos jinetes y otra parte se refrescaba como podía.

La vi de rodillas, tomando entre sus manos el agua y llevándola hasta su rostro para lavarlo, no pude evitarlo y le sostuve la mirada, sus azules me observaron con un destello de sorpresa que rápidamente paso a preocupación. Dejé de verla.

-Dormiremos aquí unas horas – pronuncie por fin en voz alta, mirando el cielo desde aquel cuerpo que se encontraba a mis pies.

Al no escuchar respuesta, levanté la mirada y pude ver la ligera sorpresa en los ojos de todos, quienes a pasos pausados comenzaban a caminar en dirección a un claro entre los árboles que estaba a unos metros de ahí, un lugar perfecto y despejado pero escondido para poder dormir.

-Creí que se había quedado mudo – escuché decir a brutilda en un intento de susurro.

Yo no me moví, no podía.

Chimuelo camino un poco por delante de mi y al no ver reacción, volteo.

-Después los alcanzo amigo, necesito pensar – dije mirándolo con una falsa tranquilidad.

DEAR NIGTH...Where stories live. Discover now