1. Capítulo

3K 340 107
                                    


Sus rápidas pisadas resonaban a través del campo maldito, a veces resbalaba sobre el fango, otras era un simple hueso el que lo hacía tropezar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sus rápidas pisadas resonaban a través del campo maldito, a veces resbalaba sobre el fango, otras era un simple hueso el que lo hacía tropezar. La lluvia no le daba tregua y aunque el jade lo único que quería era salvar a su Alma Gemela la muerte les pisaba los talones. Él sabía que los seguirían, no podían escapar de la batalla sin esperar represalias, pero mientras pudiera mantener a Wei Ying a salvó nada le importaba.

Siguiendo el camino fantasma de linternas que alguna vez alumbraron una humilde aldea, trató de llevar al de cinta roja hasta la seguridad de la cueva mata demonios. Tenía que hacerlo entrar en calor y brindarle energía para curar sus heridas.

Tal vez este no era el lugar indicado para escapar junto al Patriarca de Yiling, pero la gente le temía y quizás, solo quizás los dejarían en paz por temor y no por respeto.

Ambos estaban empapados de los pies hasta la cabeza, podía sentir las gotas bajar por su mandíbula y jugar con la punta de su cinta. Si bien, era gracias a su poder espiritual que no temblaba del frio que le provocaba estar a la intemperie en una tormenta, no podía decir lo mismo de Wei Ying, del cual no sentía ni el más pequeño movimiento, era como un peso muerto sobre su espalda.

Llegando a la entrada se obligó a llevarlo a lo más profundo de la cueva y lo depositó con cuidado en el piso rocoso, mientras trataba de ponerlo de rodillas para que su torso y cabeza quedara recostada sobre su pecho.

—Wei Ying... —le llamó con la voz quebrada, parecía temer que no volviese a despertar, estaba frio, sus túnicas ya no lo abrigaban, por lo que con un nudo en la garganta y sin querer despegar su vista del otro hombre por demasiado tiempo, se sacó la túnica exterior que estaba igual de empapada, pero que en ese momento era lo único que tenía para darle abrigo—Mírame.

El hombre de negro abrió los ojos luchando contra la inconciencia, pero no veía mucho más allá de sombras borrosas, sus ojos se iban a blanco en cortos periodos, con una resistencia casi nula de poder enfocar algo coherente. Además de tener que soportar los sonidos de la batalla aun resonantes en su cabeza. Medio moribundo reunió toda la fuerza que no tenía y apartó el brazo al sentir que alguien le transmitía energía espiritual— Piérdete —exclamó arrastrando las palabras y escupiendo sangre en el proceso— ¡Piérdete! —le volvió a gritar, pero su estado tanto físico como mental no estaban en las mejores condiciones y esa pequeña acción lo derrumbó por completo, provocando que terminara chocando contra un pecho firme.

—Wei Ying, por favor —Wangji busco a tientas el brazo nuevamente, ignorando el dolor de sus propias heridas—. Quiero ayudarte

El patriarca volvió la cabeza sobre el hombro de Lan Wangji hacia su cuello buscando inconscientemente calor, el cual fue brindado inmediatamente por los brazos del jade que lo envolvieron inseguros de si era lo correcto realmente. Fue un tacto casi imperceptible, pero de alguna manera necesario para ambas almas. El de túnica negra comenzó a tiritar entre los brazos ajenos, estos trataron de abrigarlo de una mejor manera con la túnica Lan, colocándola por encima de la cabeza de Wei Ying y dejándolo encerrado en una pequeña cueva oscura entre el firme pecho del jade y una pared de tela blanca.

La Maldición de las Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora