Wei Wuxian a muerto y Lan WangJi se a casado.
De aquel matrimonio nacieron mellizos, un niño y una niña, ambos hermosos y saludables.
Su nacimiento fue sin dolor ni llanto, los médicos lo aprobaron y todo fue de maravilla, hasta que la primera noche...
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Jingyi caminaba a la par de su hermana sobre lo que parecía ser los restos de una antigua tumba Wen, a juzgar por los soles tallados en la roca. Detrás de ellos el resto de discípulos Lan los seguían de cerca, atentos a la neblina que se extendía hasta donde no llegaba la vista, más de una vez intentaron apartarla con sus largas mangas para poder ver el camino, pero esta se volvía a juntar alrededor de sus pies insistente en no permitirles ver el suelo por el cual caminaban. Así que sin nada más que hacer que darse por vencidos en su lucha contra ella, agudizaron sus sentidos y pisaron con cuidado el terreno desconocido.
Más de una vez se doblaron los tobillos y tuvieron que afirmarse de sus compañeros para no caer de bruces, pero lograron llegar hasta el final del pedregoso camino. El lugar al cual este guiaba era a un hueco entre los árboles parecido a un nido, en el cual los huevos serian pequeños Mausoleos de forma redonda, adornados con soles y demás inscripciones ya ilegibles.
—Deben pertenecer a los Wen que murieron antes de la campaña Sun-shot—susurró Jingyi con los ojos entrecerrados, tratando de ver entre la neblina. Sacudió su manga delante de su rostro y se acercó a la tumba más cercana— No debe de haber mucha gente aquí. El lugar es pequeño.
—No debe de haber gente en lo absoluto —susurró Lan Xian más para si misma que para sus compañeros, pues al haber ella caminado más hacia el fondo del pequeño cementerio descubrió que las tumbas más pequeñas habían sido saqueadas. La gente de verdad odiaba la sangre Wen.
De repente la chica quiso regresar a Gusu, sentía el estómago raro y la boca seca.
—Maldita sea —maldijo Jingyi entre dientes al ver las tumbas posteriores abiertas— son unos...
—¡Jingyi! —lo regañó su hermana, mientras sacaba la brújula de su manga, esta seguía girando e indicando todas las direcciones— ¿Cómo esta tu brújula?
—Igual que cuando entramos a este lugar, solo gira y gira y...—de repente Jingyi callo al escuchar algo removerse alrededor de ellos.
—Lan Xian...
—Sí...—lo interrumpió ella—sí lo escuché.
Los Discípulos se acercaron a ellos, pero no alcanzaron ni a desenfundar sus espadas cuando una figura delgada y baja apareció entre ellos haciendo algo que al parecer era...barrer hojas secas. Jingyi se adelantó a su hermana y desenfundando su espada habló.
—¿Quién es usted? ¿Y porque se oculta? —la figura que se había mantenido entre la neblina y a contra luz lo miró y al ver el filo de la espada se encogió sobre si mismo.
