Wei Wuxian a muerto y Lan WangJi se a casado.
De aquel matrimonio nacieron mellizos, un niño y una niña, ambos hermosos y saludables.
Su nacimiento fue sin dolor ni llanto, los médicos lo aprobaron y todo fue de maravilla, hasta que la primera noche...
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Al final, llevar a Madame Mo no resultó ser el mayor de los problemas, ya que, en el camino no apareció nada que quisiera destrozar a la familia Mo y absorber su energía vital. Lo difícil, fue hacer salir a la mujer de la bodega apestosa a humedad. Pues no hubo problema alguno en explicarle a su hijo y esposo lo que estaba ocurriendo y por qué los trasladarían cerca de las residencias principales, sin embargo, la mujer gritó, pataleo y se negó rotundamente a moverse de allí. En un momento de despiste, cuando Jingyi le tocó el brazo para ayudarla a pararse, esta intento arañarle el rostro.
Al final tuvieron que dormirla de una forma poco convencional y si Gusu se enteraba, seguramente los harían copiar las tres mil reglas parados de manos unas doscientas veces. Sizhui les había recomendado darle un golpe certero en el punto de acupuntura que se encontraba en la nuca, pues no contaban con ningún medicamento que le pudieran dar para hacerla dormir.
Así que la trasladaron completamente inconsciente hacia el salón principal, en el cual la dejaron hasta que el efecto del golpe se acabara.
Jingyi caminaba al lado de su hermana portando las banderas espirituales sobre el hombro, Lan Xian también llevaba la suya como el resto de los discípulos. Cada una indispensables, utilizadas para funciones especiales que en conjunto podían atraer a fantasmas a 100 li de distancia.
Ojalá que uno de ellos fuera Mo XuanYu, tenía que ser específicamente Mo XuanYu.
Se detuvieron en el patio en donde Lan Xian se había comunicado con el fantasma y empezaron a preparar las banderas. Las habían pintado en su última clase de talismán, el dibujo era lo suficientemente bueno y no debería de generarles problemas, más allá de reconocer al fantasma que buscaban.
—Jingyi —lo llamó su hermana— ¿En que piensas? —el muchacho levantó la cabeza de su bandera para mirarla.
—N-no es nada —le dijo al instante, tratando de tragarse los nervios que le provocaba el tema. Sabia que a su hermana no le gustaba hablar de esto y que su padre siempre se veía demasiado triste respecto al tema.
—Jingyi...—insistió su hermana, pues en vez de desenrollar la bandera de alrededor del mástil, había hecho un revoltijo de tela que costaría alizar. Lo hizo dejar la bandera clavada en el suelo y lo alejó unos cuantos li de distancia—¿Te sientes bien?
—Sí Jie-jie, no es nada malo, lo prometo —pero Lan Xian no se fio de su promesa y volvió a insistir.
—¿Estas cansado? Quizás puedan darte una habitación para que descanses, es normal que te sientas así. No sueles salir de Gusu...
—No es eso, Jie-jie.
Y la verdad no lo era, lo que lo tenia así era el motivo de porque no salía seguido del receso de las nubes, el motivo de porque usaba un velo siempre que tenia que presentarse en público. Estaba así porque esa noche era Luna llena y el motivo de todo eso aparecería en sus sueños, le hablaría y contaría historias impresionantes, de como su padre había derrotado a un monstruo legendario, de que las reglas no siempre tenían que seguirse y que romperlas era de lo más divertido que había en la secta aburrida a la que pertenecía por nacimiento. Y Jingyi le creería, le creyó cada palabra desde que tuvo conciencia suficiente para recordar, porque era lo único, dentro de todo lo que se le había entregado, que se veía verdadero. Lo cual es irónico, porque estamos hablando de un sueño.
