4 Capítulo

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¿YuanDao, ese era el nombre del sujeto que la tenía amarrada y como si fuera poco también colgando de cabeza? Porque, a decir verdad, Lan Xian no se sentía asustada, como si el hombre frente a ella no representara realmente una amenaza

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¿YuanDao, ese era el nombre del sujeto que la tenía amarrada y como si fuera poco también colgando de cabeza? Porque, a decir verdad, Lan Xian no se sentía asustada, como si el hombre frente a ella no representara realmente una amenaza. ¿Tenía sed? Sí. ¿Sentía sus garganta arder y sus muñecas escocer de tan apretadas que estaban las cuerdas? Sí. Pero más allá de eso no estaba realmente preocupada.

YuanDao no se había movido después de presentarse, sin embargo, ella sabía que la miraba a través de la máscara, incluso llegó aladear la cabeza como si su ser le causara curiosidad.

—Tienes la cinta torcida —le comentó, después de unos minutos en silencio. La mayor de los hermanos Lan vio con horror cómo el hombre desconocido y posible enemigo se acercaba a la sagrada cinta que portaba con orgullo en la frente.

—No la toques —le advirtió, columpiándose fuera de su alcance, aunque de todas formas volviera a su posición inicial.

—¿Por qué? —le cuestionó para luego acercarse aún más a ella— de todas formas, no estás en posición de detenerme— la reto, demasiado cerca para el gusto de la Lan.

—Nadie que no está destinada a ella puede tocarla.

—¿Ni siquiera la familia? —le preguntó girando su cabeza al revés para ver mejor a la chica.

—No

—Eso no tiene sentido, ¿Cómo te la ponías cuando eras niña? —Lan Xian pasó saliva tratando de hidratar su garganta para responder, pero al estar de cabeza se terminó atragantando y tosiendo con desesperación.

—¡Oh!, que mal educado de mi parte, ¿necesitas agua? —el joven se dio la vuelta y caminó hacia un pequeño taburete que sostenía un cuenco de barro con agua. El enmascarado acercó el cuenco a la boca y le vertió un poco de líquido dentro, el cual la chica escupió antes de ahogarse de verdad.

—¡Ah! es cierto estás de cabeza — YuanDao la miró analizando sus opciones— podría soltarte, pero sería una pena que el sacrificio escapara.

Los ojos grises de la chica no abandonaron la silueta del desconocido en ningún momento y esto lo había empezado a hartar, ya no era divertido se destinatario de sus bromas y burlas no se asustaba.

—Así que será mejor que aguantes un poco tu sed, estoy seguro de que en tus futuras reencarnaciones podrás beber agua hasta hartarte, así que ahora iniciaremos con el ritual.

El joven lanzó el cuenco hacia algún lado de la habitación con despreocupación y comenzó a revisar los múltiples talismanes que colgaban del techo con un mortal hedor a sangre.

Al estar satisfecho con ellos camino hacia la espalda de la Lan y reforzó los múltiples nudos que mantenían sus brazos inutilizados

—Bien ahora sí que no podrás escaparte —le comentó mientras terminaba de realizar el último nudo.

La Maldición de las Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora