7 Capítulo

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—A sus órdenes Wei Yuan —había exclamado la chica reverenciándolo de forma exagerada

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—A sus órdenes Wei Yuan —había exclamado la chica reverenciándolo de forma exagerada. Sizhui le volvió a sonreír mientras la enderezaba rápidamente.

—No tenemos tiempo que perder, vamos...—pero su charla susurrante fue interrumpida por el sonido de una espada desenvainándose. Lan Mao había despertado un tiempo antes de que Madame Mo lanzara a Lan Xian hacia el exterior y ahora contaba con la información suficiente como para hablarle a sus superiores de lo que estaba sucediendo en la Mansión Mo antes de que ellos llegaran.

—¡Quietos ustedes dos! —amenazó con el filo de la espada en la parte derecha del cuello de Sizhui— sabía que en este lugar había algo raro. No podía ser posible tanta casualidad entre ambos. Ella secuestra a nuestra joven maestra y después apareces tú— lo señalo con desdén —haciéndote pasar por un cultivador errante.

—Y aun así tus superiores me creyeron —le susurró Sizhui.

—Mira Lan...algo —lo llamó YiJie— tú, soltarás a mi hermano en este instante o te ira peor que con el hijo de la mujer loca que te dejó inconsciente.

Lan Mao la desafió con la mirada, no iba a dejarse intimidar por una mujer que usaba trucos sucios. Pero la chica no necesito más de dos segundos y la mirada directa del Lan para doblar su voluntad en dos. Los ojos de YiJie brillaban en un tonó escarlata familiar para cualquiera que se hubiera enfrentado al Patriarca de Yiling en ciudad sin noche o luchado a su lado durante la campaña Sun-Shot.

—¿Qué me hiciste? —preguntó el chico alarmado, cuando sintió que una fuerza a la cual le costaba resistirse empezaba a mover sus brazos de a poco.

—Ríndete.

—¡Jamás me rendiré ante herejes! —les gritó con el rostro rojo del esfuerzo que le provocaba no dejarse doblar los brazos.

—Oh, pero Sizhui si es un buen cultivador, limpia su espada siete veces al día y medita las horas sobrantes ¿O acaso eso no es suficiente? —preguntó entre dientes, haciendo que también las piernas del chico comenzaran a doblarse. Dejándolo ante el joven Wei de rodillas.

—Ya déjalo Shimei. Tenemos cosas más importantes que hacer —paso por el lado de su hermana reafirmando la correa que mantenía a Subian en su lugar.

La chica retiró el control del cuerpo del chico tan repentinamente, que este se desplomó contra el piso exhausto, mientras YiJie tomaba el mismo camino que su hermano con las manos detrás de la espalda y dando pequeños saltitos.

—Bruja...—le susurró con la mejilla pegada al suelo Lan Mao, Wei YiJie se giró hacia él y le dedico una sonrisa, para luego agarrarlo del pelo y levantarle la cabeza con brusquedad.

—No vuelvas a dejar que esa palabra salga de tu sucia boca —le exigió en le oído con el ceño fruncido, posteriormente lo soltó, dejando que el joven se azotara la frente contra el piso.

La Maldición de las Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora