¿Should i be worried?
Sawyer Rown
18 years
Sunday |9:30 am
Había terminado de correr, me dirigía hacia mi casa, supongo que a darme una ducha para ir en un rato a la casa de Emily.
Sabía que estaría ahí un buen rato y terminaría muy estresada, a Emily al parecer no se le da bien la cocina, realmente me agrada pasar tiempo con ella, le podría explicar las veces necesarias pero terminaría muy cansada, eso no es lo importante, quizá pueda conocer más a la rubia, lo que puede guardar en esos ojos azules misteriosos.
Estaba retomando no ir a correr, ya que la noche anterior me desvele con Olivia, se quedó a dormir conmigo y con mucho sacrificio pude despertarla ya que me dijo que queria ir a correr juntas, no fue fácil pero lo logre y aquí estamos a unas cuadras de mi casa, ella muy cansada apenas y se puede mantener de pie.
–¿Cómo haces eso?– preguntó la ojiazul, mientras tomaba aire y se recargaba en mi.
–¿Hacer que?– la sostuve, se veía muy cansada.
–Correr y estar como si nada– contestó obvia.
–No lo sé, estoy acostumbrada– me encogí de hombros.
–Ahg, cargame, por favor– suplico, moviendo mis manos.
Rode los ojos divertida, desde que tengo memoria siempre que vamos juntas a correr, antes de llegar a la casa la tengo que cargar.
–Faltan sólo 3 cuadras– reí a lo bajo.
–Eso para mi es una eternidad, por favor, sólo 3– pidio con una sonrisa.
Sin más la tome y la cargue hasta la casa, tenía mucha fuerza, mi vida dependía del ejercicio, así que estaba en buenas condiciones, no me costo nada.
Aunque ella lo hacía más pesado, cuando se movía y bufaba cansada.
–Jamás vuelvo a salir a correr contigo– bufo encondiendo su cabeza en mi cuello.
–Se que lo harás– sonreí burlona.
Ella sólo bufo, sabía que era verdad.
Eran raras las veces que salíamos juntas a hacer un deporte y siempre que íbamos la tenia que cargar, si no probablemente se caería en el suelo.
Estábamos en menos de una cuadra de mi casa, salude cordialmente a la Señora Rudd, quien sólo me observo unos segundo y sonrió orgullosa, no supe el por qué.
–Lo sabía– grito la Señora Rudd, la mire confundida –que tenias novia– contesto obvia.
–¿Qué?– pregunté pero rápidamente me quedé pensando, en la posición en la que estábamos y como hablábamos hace unas cuadras atrás, supongo que me delataba.
–No mientas querida– seguía regando sus plantas.
–¿Quién es ella?– preguntó la ojiazul.
–Es la Señora Rudd–
–¡Hola, Señora Rudd!– grito la ojiazul haciendo un ademán en forma de saludo.
