Capitulo 24.

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Narra Alexander:

Desperté con un ligero peso sobre mi, miré que lo ocasionaba a un que tenía ya una ida, era la jodida cría.

No pude evitar sonreír, al recordar que ayer antes de acostarnos había colocado una almohada entre nosotros para así poder evitar nuestro contacto, y ahora estaba casi encima mío.

Odiaba que se posaran sobre mi, ni siquiera a la madre de mis hijo se lo permitía, pero esta vez no había sentido el momento en había pasado.

No dude ni un segundo más en despertar, y fastidiarla un poco.

Después de algunos movimientos ligeros sobre ella- Ey niñata, es tarde ya.- hable en un tono relajado.

- Vamos cállate déjame dormir.- dijo con un tono adormilado, y acurrucándose más a mi.

De lo cómoda que estaba ni siquiera había notado que estaba sobre mi.

Estaba apunto de hablar pero sonido de la puerta se hizo presente, -Señor es hora de irnos.- hablo uno de mis guardias de tras de la puerta.

Pude sentí el movimiento brusco de Sophie al separarse de mí.

~La cría, ya se había dado cuenta, será muy divertido. Pensé

Me miro fijamente, su rostro estaba sonrojado por la vergüenza.

- Yo....y.o..emhh...- hablo tartamudeando.

- Tranquila, a un no exista la mujer que resista tenerme en su cama, y no tocarme.- hable con egocentrismo y tono de burla.

Ella me miro y frunció su seño, sabía que estaba apunto de hablar pero el sonido de la puesta la silencio.

-¡Espera!.- hable en un tono fuerte.

Nos levantamos de la cama y la acompañe a enjuagar su rostro, y ambos cepillamos los dientes.

Me dirigí y abrí la puerta, mis hombres se dispusieron a entrar para después colocar la variadas armas que habían conseguido sobre la cama.

Eran exactas, una para cada uno de nosotros.

Tome la mejor de ellas, y le entregue un arma pequeña a Sophie.

- Porque carajos, yo una pequeña y ustedes armas grandes.- hablo molesta.

Mi mirada viajo a la suya- Podrías relajarte, propiamente ni siquiera las ocupemos, son por precaución maldita sea Sophie.- hable ya irritado y ni siquiera daban las 10 de la mañana.

- A un así, claramente se ve la desigualdad, me niego.- hablo a un más molesta.

En el fondo sabía que el tamaño del arama le importaba una mierda, ella solo quería tocarme los cojones, y lo estaba consiguiendo.

- Entonces no, llevarás ninguna arma.- hable en un tono grabe.

-Bien, entonces no me moveré de esta cama.-pronuncio mientras se sentaba a un lado mío.- y si no voy a ningún lado tú tampoco lo harás.- hablo mientras alzaba su mano para que pudiese apreciar las malditas esposas que nos unían.

-Preparen la camioneta .- me dirigí a mis hombre quienes miraban atentos dicha situación-¡Ahora!- hable en un tono autoritario.

Ellos al instante salieron de la habitación.

Paciencia, era lo que me haría falta, pero esta mocosa no se saldría con la suya.

La tomo por su delgada y muy marcada cintura y coloque sobre mi hombro.

Su hermoso trasero quedó a un lado de mi rostro, y le brinde una nalgada fuerte como lección.

- ¡AAH!- gritó en cuanto sintió mi mano estampar contra su trasero.- ¡Imbécil, suéltame!, ¡Bájeme!- hablaba de manera fuerte, mientras pataleaba y dejaba puñetas en mi espalda.

•Atada a su sombra.•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora