💛 Segunda parte de la bilogía |Draco Malfoy| 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼
Si Chiara y yo habíamos vivido la faceta agónica de su significado, la que volvió a brotar luego de años, tenía un enigma diferente.
La era de la oscuridad decidió aso...
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[Draco Malfoy]
—Draco.
La voz se había mimetizado con mis sueños. O mejor dicho, pesadillas. Dormir era una maldita mierda, porque sentía que las paredes se me caían encima. El dolor que me aguardaba en el pecho ahogaba, como siempre.
—Draco, he vuelto.
Me incorporé, respirando tan frenéticamente que mis pulmones podrían haber dejado de funcionar. La habitación estaba oscura, uniéndose a mis pensamientos.
Siempre. Siempre era la misma pesadilla.
La veía corriendo hacia mí. Su cabello rojo, la sonrisa de incredulidad lagrimeando por sus ojos desiguales. Distintos. Me abrazaba, repitiendo que había vuelto. Que había regresado de aquella tarde donde le había pedido matrimonio, de rodillas frente a su risa de felicidad. Que había regresado para que estuviéramos juntos, como si jamás se hubiera ido.
Quería que su partida dejara de doler.
Era una herida de mierda que nunca sanaba. En mis más profundos sueños, quería verla a los ojos y besar sus labios. Quería sentir sus dedos trazar corazones sobre mis brazos.
Cuando pasé una mano por mi mejilla, noté que había estado llorando. Las aparté, asqueado. Me puse de pie, tan rígido y tenso que mis músculos temblaron. Fui a mojarme el rostro con agua fría, dándome un vistazo en el espejo. Me veía tan cansado que parecía muerto. Mis dedos pasearon sobre la ligera barba que había decidido dejar, mis pensamientos consumían más de la mitad del día y no tenía fuerzas para ocuparme de ella.
Mientras el sol se colaba por las ventanas de la mansión, me vestí y bajé a la planta principal. Cuando mis padres la dejaron, me quedé como el heredero. Despojé a los elfos que llenaban la casa, ya que odiaba no tener la soledad que necesitaba.
La que quería tener, no la que ella dejó.
Aparté aquellos pensamientos y me acerqué al pasillo, con la varita en mano y desbloqueé la puerta que los tenía divididos del mundo. Rehentt, que nunca sabía cerrar su maldita boca, fue el primero en hablar.
—Buenos días.
No contesté, liberando las muñecas de Granger. Dejé la puerta abierta para que pudieran salir. Ambos me siguieron hasta que fueron a la cocina y prepararon su desayuno.
Voldemort me los había asignado casi un año atrás para que pudiera encontrar a Chiara y, cuando eso pasara, los mataría. No iba a permitirlo. Pasaron cautivos varios años desde que fueron arrastrados por su supremacía. Cuando entraron a la casa, tuvieron la posibilidad de salir cuando era consciente de que nadie pisaría la mansión.
Hermione, siempre con mala cara, dejó el café negro junto a mí y continuó con lo suyo.