𝐒𝐤𝐢𝐧 𝐎𝐟 𝐆𝐨𝐥𝐝

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Piel de Oro

Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

Sábado 2 de Agosto, 1997

Draco había preparado una reunión para todo su grupo, pero había sido lo suficientemente minucioso como para no agregar a casi ninguno de los Dorks.

Por supuesto, Chiara era la excepción, aunque también deseó no querer invitarla. No querer, no desearlo, por supuesto. Mucho menos un día después de su cumpleaños número dieciocho. Ella y Draco habían tenido varios... problemas en el último tiempo. Eran tan grandes el deseo, la admiración y el amor que se tenían, con cada fibra de su cuerpo, que la intensidad murió por clavar tantas mentiras en su lugar. El platinado había agachado la cabeza, decidido seguir lo que decía su padre en vez de luchar por lo que realmente quería. Chiara, esa misma noche, se dio cuenta de que era así, que Draco no había decidido irse con Madisson. Pero se dispuso a dejarlo todo atrás.

Decidió luchar por ella y su propia felicidad sin depender de nadie para poder tener sus objetivos más claros.

La verdad era que Madisson y él se habían conocido al segundo mes donde Chiara debía recuperarse, pero, en su lugar, estaba muriendo. Narcissa estaba demasiado dolorida de caer en cuenta de lo sucedido, porque sabía que era la única que haría realmente feliz a su hijo y le enseñaría a luchar por lo que realmente valiera la pena. Draco sabía que era ella la mujer de su vida, pero se repitió que Chiara merecía algo mejor que él. Sentía que la deterioraba y, aunque la noticia acabara por destruirla, él creyó que era lo mejor. Pero su corazón lo traicionó cada vez que estaba cerca.

Y, esta noche, no sería diferente.

Chiara hizo girar la daga de rosas en el aire, sonriendo antes de atraparla y clavarla en el pecho de su víctima. Nunca creyó sentir tanta adrenalina y éxtasis al ver la vida abandonar los ojos de otra persona. Thomas estaba a su lado, cortando la garganta de otro Mortífago. Ambos se miraron, sonriéndose bajo las estrellas.

Estaban cumpliendo aquella promesa que se hicieron junto al bosque, sobre el camino de piedra en donde caía la luz de luna y el espesor de la neblina. En la mansión Riddle. Malfoy, por supuesto, no estuvo de acuerdo de ninguna manera.

Y a ellos les importó un carajo.

La pelirroja pasó una mano por su cabello, sin percatarse de que esa acción tiñó su frente de color escarlata. Jadeó cuando la adrenalina acabó con ella, obligándola a que sus brazos sostuvieron su espalda. Sus uñas se enredaron en el césped.

—Van veintiocho —bufó el rubio.

—Y ya lo estoy disfrutando.

Era aquella razón por la que todos repetían que el alma de Elisa Anabelle Dorks había reencarnado en el cuerpo de su hija.

"The Little Dorks" 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora