𝐆𝐨𝐥𝐝𝐞𝐧 𝐁𝐮𝐭𝐭𝐞𝐫𝐟𝐥𝐢𝐞𝐬

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Mariposas Doradas

Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

21 de Diciembre de 1996

Tres noches antes de navidad.

Quizás aquella era una noche a la que le faltaba demasiado brillo, pero para ello existían las estrellas. Esas pequeñas bolas de fuego parecían blancas en la lejanía de la tierra, pero eran tan doradas como el brillo en los ojos de Chiara.

Quizás, aquella noche, ambos estaban tan drogados como para recordarla en lo absoluto.

Para recordar sus propias palabras, mejor dicho. Porque estaban tan desconectados del mundo, que eso hizo que se sintieran frágiles y felices al lado del otro.

Quién sabe en que momento alguno de los dos decidió sentarse en el borde de la azotea de Malfoy Manor. Había sido un milagro que ninguno de los dos cayera contra el suelo, que quedaba a más de diez metros de altura, y muriese. O, quizás, ambos lo habían pensando como una maldición el hecho de que no pasara.

Aquella noche donde los copos de nieve reposaban sobre sus dedos, fue donde se dijeron tantas palabras absurdas, que no recordarían haberse contado el futuro que vivirían ocho años más tarde.

—¿Nunca pensaste que el silencio es tan aterrador como relajante? —preguntó Chiara, disfrutando de la forma en la que su piel se congelaba y sus ojos recorrían el bosque arbolado a la que la mansión dejaba como una pintura de miles y millones.

—Lo he pensado —Draco casi rió.

—¿Y qué opinas de él? —Giró su cabeza para verlo, dejando que su corazón palpitara más de la cuenta—. Del silencio.

—Que es una mierda —dijo con cierta ironía.

Ella se rió, casi falsamente ofendida.

—¡Oye! ¿Por qué piensas eso? —Le dio un pequeño empujón que lo hizo reír a él también.

—Porque el silencio me da tiempo para pensar. —Y la sonrisa que había hecho enamorar a la pelirroja más de lo que él imaginaba, se fue consumiendo—. Me da tiempo para que mi cabeza me haga sentir inútil.

Chiara se giró hacia los árboles otra vez, sintiendo una carga en el pecho que la dejó sin energía para querer estar consciente dentro de algunas horas.

—A mí me da tiempo para recordar —susurró—. Para que mi cabeza imagine cosas casi tan dolorosas como vivir.

—¿Para que te recuerde quién crees que eres?

Ella asintió.

Era como si él pudiera leerle la mente. Y, en ese momento, Draco deseó poder abrazarla y consumir todo el dolor que ella pudiera albergar en su corazón. A él ni le hubiera importado porque Chiara era la razón por la que seguía adelante, aunque tampoco se lo hubiera dicho las veces que le hubieran parecido necesarias mucho tiempo después.

"The Little Dorks" 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora