diecisiete

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LAMINACIÓN

Me cuelo en la cama de Minseo. Me rodea con los brazos, sin hacer preguntas. ¿Creerá que estoy preocupado por la operación de Seulgi o sabrá que es más que eso? ¿Cuánto sabe Minseo sobre lo que me pasa?

Agarro mi piedra cubierta de musgo y lloro. Ella me lleva la cabeza hasta su hombro y me acaricia la espalda.

—Está bien. Todo va a estar bien.

Le mojo la camiseta con mis lágrimas. Me pasa un pañuelo de papel, pero enseguida tengo que coger otro. Cuando ya no me quedan fuerzas, me desplomo sobre la almohada.

—Lo siento, Minseo.

Se gira y me da un beso en la mejilla.

—¿Hay algo más que quieras contarme, Min? Porque yo también tengo miedo por Seulgi, pero es el nombre de Wonwoo el que no has parado de repetir.

Cómo agradezco la oscuridad en esos momentos, que las sombras puedan ocultar la verdad.

—Lo siento mucho por él —digo—. Su madre es lo único que tiene.

—También tiene a papá.

—Me refiero a familia de verdad.

—Nos tiene a ti y a mí, a pesar del mal gusto en té que tiene. Aunque el tuyo es igual de malo así que estoy acostumbrada...

—No me refería a eso.

—Da igual si no compartimos la misma sangre. Tenemos dos hogares y este es uno de ellos.

Wonwoo ya es familia, y siempre lo será.

Me hago un ovillo. El pelo de Minseo brilla a pesar de la oscuridad.

—¿Cómo has pasado de odiarlos a quererlos en tan poco tiempo?

—No he dicho que los quiera.

Pero está conteniendo las lágrimas y yo sé que te importan.

—Las cosas son como son. Y uno no escoge a su familia, ¿no?

De repente, me viene un recuerdo de hace nueve meses: Wonwoo y yo estamos en la cueva y él me dice ese «te hubiera elegido a ti». Ese fue el momento en el que me di cuenta de que mi amor por él iba más allá de la amistad. El momento que nos ha conducido a lo que ha pasado esta noche, a ese «estoy completamente enamorado de ti».

—Si hubiera podido elegir, los hubiera elegido a ellos —digo. Hago una pausa y, luego, con

una sonrisa, añado—: Tienes razón. Ahora ya somos un «para siempre».

—Aunque las cosas cambien —está de acuerdo Minseo.

La palabra cambio resuena en mi interior como las campanas de una iglesia un domingo por la mañana, tratando de arrancarme el alma del pecho.

El cambio se avecina. Joder, las cosas podrían cambiar mañana mismo. Y, si no es mañana, será dentro de cinco meses cuando Wonwoo y Minseo abandonen el nido para volar por su cuenta.

Sé que es de esperar. Que las presiones de la vida lo hacen inevitable. Como el basalto a la eclogita, la lutita a la pizarra y la caliza al mármol, el Wonwoo de ahora se convertirá en un Wonwoo adulto.

Mi yo de ahora, se convertirá en adulto.

—¿Sabes a qué universidad irás?

Minseo se incorpora un poco sobre la almohada.

—Creo que estudiaré psicología en la Universidad de Victoria. Vic tiene un muy buen plan de estudios.

Mi enorme sonrisa corta el paso a las lágrimas que recorren mi cara.

—¿Te quedarás en Wellington?

—Sí. Pero me gustaría intentar vivir en un piso de estudiantes.

—Ah, vale, tiene sentido —contesto, aunque por dentro estoy gritando: ¡No, no me abandones!

—Pero vendré a cenar de vez en cuando. Y tú también puedes venir y pasar tiempo conmigo en donde quiera que viva.

—Vale.

No, no vale, pero no me queda más remedio que aceptarlo.

¿Me ofrecerá Wonwoo algo parecido? ¿O lo he arruinado todo con mi declaración?

Dejo la piedra en una esquina de la almohada, entre ambos.

—Ojalá las cosas no tuvieran que cambiar.


TRAVERTINO

La operación de Seulgi ha sido un éxito y han logrado extraerle el tumor. La nube negra que cubría nuestra casa se ha evaporado y brillantes rayos de sol entran ahora por cada ventana.

Mi padre y Wonwoo se abrazan en el pasillo con la maleta de hospital de Seulgi a sus pies. Minseo y yo nos lanzamos sobre ellos como si fuéramos jugadores de rugby. Mi padre, igual que Wonwoo, está hecho un desastre. No ha dormido bien en meses y comer sano no ha sido su prioridad número uno, por mucho que Minseo ha estado insistiendo en que mantenerse en forma era importante.

—Gracias —dice mi padre—. Gracias a los tres por estar ahí en todo momento. Por mostrarnos la familia tan fuerte que podemos ser. Los quiero. Los quiero muchísimo.

Seguimos abrazados unos instantes más, rodeándonos de sus palabras y su cariño, y luego nos separamos. Minseo y mi padre se van a la cocina para hacerse un té y yo subo las escaleras para mirar a través de la puerta entornada de la habitación de Seulgi. Ella está tumbada en la cama, sujetando una foto enmarcada.

Wonwoo se dirige al piano y empieza a tocar una melodía alegre y animada.

Seulgi cierra los ojos y absorbe la música. Sonríe.

La luz ha vuelto.

Te quiero - MinwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora