veintiuno

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TOPACIO

Llega el invierno.

Wonwoo, no.

Le han dado la oportunidad de tocar en un par de conciertos, así que no vendrá a casa hasta Navidad.

Lo llamo para organizar un plan alternativo.

—Iré yo —le digo en cuanto descuelga—. Puedo coger un vuelo mañana mismo. Me encantaría ir a tus conciertos.

—Mingyu —dice. Suena distante—. No tienes por qué.

—Ya, pero quiero ir.

—Estaré ensayando casi todo el rato. Te aburrirás.

—Ok. Entiendo.

Y es verdad, lo he entendido perfectamente. Me pican los ojos y se me seca la garganta. Wonwoo cambia de tema.

—Pero, oye, cuéntame cómo están las cosas por ahí. ¿Qué tal está Minseo?

—Todo sigue igual. Minseo está bien. ¿Qué tal tú?

—Pues he ido a un sitio nuevo de fish and chips al lado del campus y está fenomenal.

—¿Mejor que al que solemos ir aquí?

—Diferente.

—¿Pero no mejor?

—¡Mingyu! Yo qué sé, no usan aceite de canola para freír el pescado.

—Nunca hemos preguntado qué usan en el nuestro. Podría ser aceite de coco.

Silencio.

Me siento en el borde de su cama y deseo con todas mis fuerzas tener algo más que decir. Pero no se me ocurre nada. A él tampoco.

Oigo una voz de hombre de fondo y Wonwoo contesta.

—Es solo mi hermano, ahora voy.

Solo mi hermano.

Se me revuelve el estómago.

—Lo siento —digo a toda prisa—. Acaban de llegar Jihoon y Seungcheol. Vamos a ir a una discoteca esta noche y tengo que... bueno, pues eso, hasta luego.

No le doy tiempo ni a despedirse antes de colgar. Busco un topacio entre mis piedras, esperando que me ayude con la rabia que empieza a apoderarse de mí.

Aunque no esperaba que lo hiciera, cuando la semana siguiente Wonwoo no me llama, me hago un ovillo en su cama y dejo salir las lágrimas.

Estoy dejando la almohada empapada, así que me giro, secándome la nariz con el dorso de la mano. Me sobresalto cuando Seulgi se sienta a un lado de la cama y me da unas palmaditas en la espalda. Ni siquiera he oído la puerta abrirse.

—Hey, cariño, anímate.

Me pongo bocarriba y me tapo la cara con el brazo para esconder las lágrimas.

—Seulgi.

Quiero decirle que se vaya. Que me deje solo.

—Ay, cielo. —Me acaricia el pelo—. Ya llevas demasiado así y duele mucho verte tan deprimido.

—No estoy —me sorbo la nariz— deprimido.

Me tenso al darme cuenta de que estoy en la cama de Wonwoo. ¿Qué estará pensando Seulgi?

—Es duro que te dejen atrás, ¿verdad?

Suelto una especie de gorjeo en mi intento por contener las lágrimas.

Te quiero - MinwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora