veintidos

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MÁRMOL

Me despierto a mediodía, cuando escucho gritos y risas en la distancia. Me duele la cabeza, tengo la boca seca y la lengua pegada al paladar. Me pongo una camiseta y unos pantalones cortos y bajo a la cocina a por agua y a por algo que me cure mágicamente la resaca.

Me bebo tres vasos de agua seguidos y me tomo un analgésico.

¿Por qué la gente cree que emborracharse es divertido?

No vuelvo a beber.

Me froto las sienes y gimoteo en voz baja. La cabeza me duele como si hubiera estado dándome golpes contra una encimera de mármol.

No estoy orgulloso de mí mismo. Da igual lo mucho que quisiera escapar de la niebla que me envolvía. Irme a casa de Minhyuk fue un error.

Pero, bueno, al menos, ya no soy virgen.

Imágenes de mi polla entrando y saliendo de su culo mientras él gemía y me suplicaba, hacen que ahora me sonroje. Abro el armario de la cocina, cualquier cosa me vale para esconderme de la mirada de Seulgi.

Aunque por mucho armario que abra, ninguno puede escudarme de lo que pasó anoche.

Me debato entre el mareo y la vergüenza. Cojo una taza y me dirijo al fregadero. Por el rabillo del ojo noto movimiento en la ventana. Muevo las cortinas y veo a mi padre, a Wonwoo y al de las greñas rubias dando patadas a un balón de fútbol.

Seulgi se pone a mi lado con una jarra de agua y me llena la taza.

—Wonwoo te echó de menos anoche.

Mira que lo dudo.

—Volvimos a casa con comida para un regimiento. Minseo mandó un mensaje a tu padre para decirle que tú estabas de camino y que ella se iba a su apartamento. Dijo que se pasaría esta noche.

Consigo separarme de la ventana, de la vista de mi padre haciendo malabares con la pelota y Wonwoo copiando después sus movimientos.

—Jihoon y Seungcheol querían salir a tomar algo.

La tetera pita. Cojo unas cucharadas del alijo de té verde de Minseo y lo meto en las bolsitas.

Con eso creo haberme justificado, pero, a la vez, me siento sucio.

Muy sucio.

Un escalofrío me recorre la piel. Y, a pesar de una ducha de una hora, el mal recuerdo de ayer

sigue muy presente. Me acuerdo bien de cómo pensé: «date la vuelta, así no tendré que verte la cara y podré imaginarme que eres él».

Apago la tetera y echo agua sobre las hojas de té. Nos sentamos en la mesa, bebiendo en silencio.

El té no me purifica como creí que lo haría.

La puerta trasera se abre de golpe y mi padre irrumpe en la cocina.

—¡Mingyu! —dice—. ¡Qué bien que estés aquí! Así podemos hacer dos equipos. Ponte unas

zapatillas.

Nah, no me apetece jugar.

—Venga, solo media hora, lo pasaremos bien. Tú y tu viejo, contra Wonwoo y Samuel. Samuel.

Me quedo mirando la hoja flotando en los restos del té.

Mi padre saldrá y dirá que estoy en casa. En algún momento tendré que hacer frente a Wonwoo y a Samuel... así que, en lugar de que Wonwoo se pregunte por qué no quiero salir a jugar con ellos, decido jugar mi mano y hacer como que no pasa nada. Fingir que Wonwoo y su amigo no me afectan en absoluto.

Te quiero - MinwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora