Licor → Frank Morrison x Danny Johnson ©

Capitulo cuatro.

Ya había estado en esa situación un par de veces, pero como siempre, hallaba la manera de salirse con la suya, algo que lograba satisfactoriamente.

Pero no todo es perfecto y como es la vida, algo siempre debe salir mal.

—¡Esto debe ser una broma de muy mal gusto, Herman! No… Ustedes no pueden… No pueden hacerme esto, ¡Él se entrometió en mi reino!

—¿Tuyo? —Cuestionó con burla el doctor— ¿Haddonfield? ¿Tuyo?

Danny se quedó en silencio, reconociendo que se había equivocado.

Está hecho, lo estaban echando en ese mismo momento por haber "roto" una regla importante en el mundo del Ente. No era nada más ni nada menos que, evadir el espacio de otro asesino en medio de una persecusión.

Danny reaccionó molesto, sin poder creer lo que le estaban haciendo. Johnson en ese mismísimo instante, deseó llorar, gritar y golpear con su cuchillo táctico lo que fuere, pero mantuvo la calma, a pesar de que en sus ojos se desbordaba la impotencia.

Michael Myers, sentado a su lado izquierdo, no dijo nada, al contrario, permaneció estático, en un silencio sepulcral el cual ya de por sí era muy obvio de su parte.

No había dicho una palabra en quince años ni tampoco iba a hacerlo en ese momento en defensa de Danny, ya que esté invadió su espacio sin siquiera saberlo, pero eso no le importaba ni lo más mínimo.

—Escuchen, podemos llegar a un acuerdo —Trató de convencer Danny al grupo, mientras miraba directamente a los ojos a cada uno de ellos— Yo, no cruzaré más reinos, voy a permanecer en… —Pensó durante un momento— Bosque rojo.

—Ni lo pienses —Gruñó Anna, por supuesto que ella iba a defender lo que era suyo, algo íntimo y personal para la asesina— Danny, quedas oficialmente expulsado del círculo, acéptalo de una jodida vez.

—¡No! —Exclamó desesperado, levantándose de la silla para colocar las manos en la mesada pero de inmediato se retractó, alejándose poco a poco hasta volver a reposar su agotado cuerpo en el asiento— ¿Y Ormond?

—Ormond… —Murmuró Amanda Young, reconocida en el reino de la Entidad como la cerda. La mujer miró sus alrededores en busca de los famosos cuatro integrantes de la Legión— No están aquí, ni siquiera alguno de ellos. Si no quieres ser echado, habla con ellos y ruega para que te acepten en su reino.

—Tienes tres días —Le siguió Herman— De lo contrario, dependiendo de tu actitud, te encerraremos en el sótano hasta los próximos veinte años o por consiguiente, volverás al mundo normal. Tú eliges.

Danny optó por no responder, prefirió mantenerse callado antes que continuar hablando, ya que sabía muy bien que de su boca, no iban a salir palabras precisamente agradables.

El asesino negó con la cabeza lentamente y se alejó, abandonando la reunión de asesinos, en donde se encontraba la mayoría, los cuales lo siguieron con la mirada hasta que Danny se perdió entre los árboles de la finca MacMillan.

Se sumió en la oscuridad del bosque, como la primera vez, en donde ocurrió todo. 

Unos recuerdos lo invadieron como de costumbre, mareando sus pensamientos y distrayendo su verdadero objetivo. Quería hablar con cualquiera que formase parte de la Legión, excepto con Frank Morrison, no podía verlo ni siquiera a la cara.

Era como desnudarse ante alguien, sentirse avergonzado por sus acciones, ridiculizado por irrumpir en una persecusión que le pertenecía principalmente a Michael Myers.

Todo eso se había vuelto en un caos, un caos que aparentaba ser interminable.

La presión que se generó en su cabeza lo estaba asesinando internamente, un estrés causado por la indecisión y la rabia de desconocer como actuar ante esa situación que se le había presentado no hace más de un día.