𝒪𝒿𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝑀𝒶𝓇

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La caravana se detuvo en el siguiente pueblo,  un nuevo lugar, un nuevo comienzo.

El pueblo era principalmente agricultor y ganadero. Perfecto para su talento como botánico. Rodeado de algunas montañas y campo abierto.

Había intercambiado cartas con una mujer que había sido amiga de su difunta abuela, ella le daría techo hasta que pudiera conseguir su propia casa. Su nombre era Tracy, no la recordaba mucho, pue la ultima vez que la había visto, tenia siete años y su contacto únicamente había sido por carta mientras su abuela vivía.

La comunidad parecía amigable a simple vista, aunque Anthony Crowley no era alguien se se fiara de las apariencias, al menos le había causado una buena primera impresión.

La caravana se detuvo en el centro del mercado, pues eran unos comerciantes que se había encontrado en el camino de paso, a lo que Crowley les agradeció con unas monedas y tres manzanas. 

Siguió las indicaciones que había anotado en una hoja de papel sobre donde estaría la casa de Madam Tracy, las casas estaban un poco irregulares entre si, aunque todas casi siempre conservaban la misma apariencia; tejas rojas y construcción de madera, muchas tenían pequeños jardines, huertos, herramientas de agricultura o herrería y algunas otras estaban desnudas.

Aparentemente la de Tracy tenía un pequeño huerto de zanahorias y lechugas, con una pequeña sección donde cultivaba galantos, que pese a ser una flor silvestre, adornaba de manera hermosa la entrada de su casa.

Tocó la puerta, esperando de corazón no equivocarse y tener que lidiar con un extraño, pero cuando una mujer pelirroja de cabello rebelde abrió su puerta y lo recibió con un fuerte abrazo, supo que era la casa correcta.

-¡Mi niño, cuanto has crecido! Ya eres todo un hombre. Cuento tiempo sin verte ¿Alguna doncella que pretendas? Puede quedarse si ella vive en el otro pueblo ¿O es un muchacho a caso?.- Lo atosigo con halagos y preguntas sobre su vida.

-Hola Tracy, no, desafortunadamente no hay pretendiente alguno para mi de momento.- Rió nerviosamente.

-Me cuesta creerlo, viendo el hombre tan guapo en que te has convertido. Tu abuela en paz descanse no mentía.- Le apretó las mejillas de manera maternal, causando un poco de incomodidad en él, no era del tipo que daba afecto físico.

Le indicó que lo siguiera al segundo piso, que de hecho era un pequeño ático. Estaba a medio limpiar, una cama de madera con un colchón de paja y una mesa como único mueble adicional. Para ser poco espacio, no le disgusto en absoluto, ni siquiera por lo austero del cuarto, podría ahorrar un poco para comprar una silla al carpintero del pueblo y quizá un baúl para sus cosas, que realmente no eran muchas. Tan solo sus preciados cuadernos con apuntes y dibujos, su maletín con algunos materiales y su ropa.

Instalaría un pequeño laboratorio en el espacio restante y afortunadamente el jardín de Tracy era perfecto para unas plantas más. Por supuesto le pagaría por todas las molestias, pero eso hasta que pudiera mantenerse por su cuenta.

-Bien, el alquiler me lo pagarás el primero de cada mes, pero si por algo no puedes, no dudes en decirme tu problema y la comida se prepara para todos.- Indicó

-¿Todos?-

-Oh si, de vez en cuando viene un ex soldado. Aunque dice que fue cazador de brujas, pero no se da cuenta que su vecina es una.- Dice mientras le guiña un ojo.- Se llama Shadwell, es algo cascarrabias pero es totalmente inofensivo. A veces viene por algo de comer y nos acompañará algunas tardes en la mesa.-

Corazón De Sal [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora