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VICTORIA GARCÍA CAMINABA rápidamente para poder llegar a la tienda en la que trabajaba su familia

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VICTORIA GARCÍA CAMINABA rápidamente para poder llegar a la tienda en la que trabajaba su familia. Entre los mandados de su madre y las conversaciones espontáneas que provocaban las mujeres vecinas a su alrededor, se atrasó y era su turno de atender en la mañana. Seguramente su padre le reprendería por esta falta.

Justo cuando estaba abriendo la puerta del local, chocó con una persona, haciendo que dejara caer todo lo que este tenía en las manos. Le miró un segundo y reconoció esos rizos, pecas y sobre todo ese poncho. Se trataba de Camilo Madrigal, ella nunca había conversado con él como lo hacían sus hermanos, de hecho, sabía que probablemente si le conocía, era por ser hermana de sus amigos.
Volviendo a la realidad, Victoria trató de levantar la mayor cantidad de cosas posibles y se las entregó rápidamente al Madrigal. Exclamó un par de disculpas mientras se ponía el delantal para trabajar.

El padre de Victoria, Gustavo, esperó a que el resto de los clientes salieran de la tienda (sin saber que unos rizos curiosos se quedaron escuchando al lado), para retar a su hija.
—¡Victoria! Llegas tarde, chocas con un cliente y haces caer todas sus cosas— empezó a hablar el García, pero después de un rato, Victoria había comenzado a responder como un robot: "Sí, papá. Perdona, papá."— ¡Y para el colmo ni me escuchas! ¿Qué es lo que tienes, mija? ¿Acaso estás enamorada?

—Sí, papá... Espera, ¿qué?

—Ahí lo tienes, no me escuchas... Vicky, sé que es un poco difícil para ti trabajar, tener este ritmo de vida y a veces me reprendo a mi mismo porque no sé si es lo mejor para ti. Imagino que estás cansada, pero a fin de cuentas trato de prepararte, tanto a ti como a tus hermanos... ¿Crees que eso es algo malo?

—Papá, no te pongas sentimental... ¿Acaso tu hija de quince años debe darte una charla motivacional? ¡Somos los García, carajo!

—¡No digas esas palabrotas, Victoria Andrea!

—Lo siento. A lo que voy es que por algo tenemos esto— dijo ella mostrando su collar, este tenía una garra de oso tallada en madera. Todos en su familia la tenían—. "Por la valentía que tenían ciertas personas en la lucha y en lo tranquilos en la paz". Ahora me necesitas con valentía en el trabajo, y eso es lo que haré.

Gustavo le dio un corto abrazo para luego pedirle que barriera un poco fuera ya que al chocar con el chico rizado, polvo de harina había sido desparramado. Vicky obedientemente salió y comenzó a barrer para luego encontrarse a su vecina, doña Rosita.

—¡Oh! Doña Rosita, qué alegría verla en este día. Dígame, ¿gusta pasar a comprar algo?

—Oh no, hija. Sólo vine a platicar.

—Lo siento, señora. Mi padre me repren—— Dígame doña Rosita, ¿lavó sus calzones esta vez? Siento ser poco disimulada pero el olor comienza a ser notorio...

De un momento a otro, Rosita se convirtió en Camilo Madrigal. Aunque Victoria eso ya lo sabía, pero ya arruinaría el buen humor de Camilo, esperaría a que dejara de reír.

Después de unos cuantos segundos que la chica aprovechó para limpiar, el rizado se limpió las lágrimas que le habían salido en el momento y miró a Victoria.

—No te ves sorprendida...

—Oh, pues... La señora Rosita nunca me ha dicho: "hija". Entonces pensé que la única persona que podía reemplazarla eras tú, pero necesitaba algo que te hiciera volver a tu forma original.

—Pareces que sabes bastante sobre mi— sonrió un poco coqueto el chiquillo.

—No es muy común que digamos que tus hermanos lleguen hablando de las bromas que hicieron con el chico que se transforma en otras personas. Así que estoy informada, pero no por cualquier razón que puedas creer.

—Eres astuta. Me gusta... En fin, venía a disculparme, sé que te reprendieron por mi culpa.

—Fue mi culpa, yo fui la que no se fijó...

—Por favor, acepta mis disculpas.

—Si eso te hace feliz, está bien. Gracias. Lamento terminar esta interesante conversación, pero debo volver a trabajar.

—Cla—Claro.

Victoria lo miró de reojo, de todas las veces que lo había visto o escuchado hablar, él nunca había titubiado. Eso era nuevo.
Se había volteado, pero no escuchó los pasos del chico yéndose, por lo que miró nuevamente. Ahí seguía él, parecía distraído mirando sus manos, cosa que le dio gracia a la García, pero aún así hizo un sonido con la garganta tratando de llamar su atención.

—¿Necesitas comprar algo más?

—¿Qué? Ah, no... Ya me voy. Adiós, eh...

—Victoria García.

—¡Eres hermana de Fito y Santiago!

Y ahí estaba. "La hermana de", siempre siendo recordada por sus hermanos. ¿Le gustaba? No, pero es lo que había.

—Esa soy yo... Bien, adiós Madrigal.

—Entonces, ¿también eres hermana de Lucía?— preguntó un poco más curioso. Ah, eso era...

Victoria se detuvo a observar a Camilo, él estaba jugueteando un poco con una piedra como si fuera una pelota mientras esperaba la respuesta. En ese aspecto, se sentía semejante a su amiga Mirabel, la prima del rizado.
Al tener una hermana como Luci, a veces era un poco dejada de lado, por eso se entendía con Mirabel Madrigal. Pero no importaba, ella amaba a su hermana entonces todo estaba bien.

—Si soy su hermana. ¿Deseas dejarle un recado?

—No. Adiós, Victoria.

Él se fue complacido al obtener su respuesta y ella volvió a la tienda. Su padre había bajado e ido a la alacena para reemplazar algunas cosas de la tienda. Al ser una de las tiendas de víveres más consumidas del pueblo, debían tener muchas cosas y de las mejores. Cuando regresó, le ayudó a acomodar las cosas.

—¿Pá? Hace un rato quiero hablarte de esto, pero no vi el momento indicado...

—Hija, ya sé lo que quieres decirme... No te preocupes, todo está bien.

—La verdad es que... Espera, ¿¡qué!? ¿Sabes lo que quería?

—Sí, ya lo sé. Vicky... Sé que es una edad complicada y bueno... Tú sabes que para los padres es más difícil despegarse de las hijas, pero te he visto últimamente y creo que tienes razón.

—¿La tengo?

—Claro, es normal para las niñas de tu edad esto. Aún recuerdo cuando Lucía me pidió lo mismo— el hombre hizo una pausa y lo único que Vic pudo pensar es: "¿Lu también pidió esto? qué descarada, pensé que sería la primera"—. Está bien, te doy permiso para que tengas novio.

—Gracias pá... Espera, ¿¡QUÉ!?

—¿No es lo que querías decirme? ¿que quieres conocer a los chicos del pueblo? ¿no se paseó afuera el chico Madrigal por eso?

—¡Papá! Te iba a pedir un aumento.

—¡Ay, gracias Dios! No podría soportar que mi pequeñita quisiera salir.

Victoria observó a su padre un momento para luego reír.
—Ya no soy la pequeñita, ¿recuerdas a Aura María? ¿la bebita que está en casa con mamá?

—Todas son mis pequeñas— sonrió él con amor y después le abrazó.

—Entonces, ¿me darás un sueldo?

—Lo pensaré.

BONHOMÍA   ::   camilo madrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora