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VICTORIA CAMINABA JUNTO a Esteban

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VICTORIA CAMINABA JUNTO a Esteban. Hoy era el día en el que Antonio recibía su don por lo que harían una celebración. El chico un año mayor la había invitado para ir como amigos, entonces ahora iban en camino a la Casita.

Cuando llegaron, los otros Madrigal estaban recibiendo a los invitados. Siendo sincera, Vic no quería encontrarse con Camilo, a pesar de dar vuelta la página, el ambiente seguía incómodo entre los dos. Lamentablemente, quien los recibió fue el antes nombrado y lo hizo con una mueca al ver a este joven que no conocía al lado de su amiga.

—Bienvenidos. Gracias por venir— dijo lentamente para luego transformarse en Esteban—. ¿Quién eres?

—Ah... Esteban, este es Camilo Madrigal, hermano de Antonio. Y Esteban es familiar de Mariano.

—No de sangre, realmente pero su madre ayudó mucho a mis padres en Cartagena...

Victoria paró un momento y miró al canela. Una sonrisa poco a poco se posó en sus labios cosa que alarmó al cambia formas.

—¿Cartagena? ¡Tienes que contarme de eso! Adiós Camilo, nos vemos— dijo a la rápida y se llevó al chico dentro de la casa—. Nunca me dijiste que venías de Cartagena, cuéntame todo.

—Pues, nunca pude encontrarte por el pueblo— la miró el muchacho.

Al sentir su mirada se sintió extrañamente especial. Era como si Esteban le prestara toda la atención del mundo. Sin controlarlo, acarició lentamente su cabello como con un tic.

—Pero ahora tendremos todo el tiempo para ponernos al día, ¿no crees?

Justo cuando comenzaban a entablar una conversación, Camilo se interpuso entre los dos. Era un acto infantil, pero ya hablando enserio, así era el Madrigal.

—¿Qué pasa Camilo? ¿No encuentras a Lucía?

—¿Quién es Lucía?— consultó Esteban.

—Es mi hermana, es mayor por un año... Camilo es su novio.

—Corrección, no somos novios (no se lo he pedido), sólo... ¿Salimos a pasear juntos?

—Está bien, salen juntos. Camilo siempre ha estado interesado en Lucía.

—¡Vicky! No le cuentes ese tipo de... Cosas privadas— murmuró él para luego mirar al de cabello ondulado—. Entonces Esteban. ¿Vienes de Cartagena? ¿Cuál es tu apellido? ¿Cuántos años tienes? ¿Qué haces los fines de semana? ¿Quién te invitó? ¿Cómo conoces a Mariano? ¿Conoces a los demás?

—¡Wow, tranquilo!— dijo riendo para luego explicar y puntear con los dedos— Sí, vengo de Cartagena. Mi apellido es Martínez y tengo dieciséis años. Los fines de semana voy a caminar por el campo. Mariano me dijo que todos estaban invitados y que debía ir. Nos conocemos desde pequeños porque él siempre viajaba a casa y no, no conozco a los demás.

—Bien, te presentaré a los demás, que están muy... Muy lejos de acá.

Victoria bufó al ver cómo los chicos se alejaban. La habían dejado sola. En un minuto se alejó y apoyó en una pared hasta que sintió unos tirones en su falda. Volteó y ahí estaba Antonio.

—¡Mi niño!— dijo para que luego el pequeño le diera una señal de que debía guardar silencio, por lo que lo siguiente lo dijo en murmullos— Lo siento... Felicidades, cariño. ¿Cómo estás?

—¿Me abrazas?

La castaña se agachó para rodearlo con sus brazos y el Madrigal se acurrucó en el hueco de su cuello. A la García en ese momento se le apretujó el corazón. A tan corta edad sentía tanta presión por lo que iba a suceder.

—Antonio, ¿confías en mí?— preguntó ella y sintió al niño asentir— Entonces confía en lo que estoy a punto de decirte. Eres suficiente y tendrás el don más increíblemente genial del mundo mundial porque lo mereces. Y haremos una apuesta, ¿bien? Si es así, después de que lo recibas me darás un gran abrazo y me dirás: "¡Vicky eres la mejor del mundo mundial siempre debí confiar en ti porque eres asombrosamente genial!" ¿lo harás?

—Sí lo haré, pero debes saber que siempre he pensado eso de ti— la observó Toño con una sonrisa. Se soltaron del abrazo y él se fue corriendo porque Pepa lo había llamado.

Victoria se volteó sintiéndose emocionada por las palabras del niño y porque le había ayudado en algo cuando una mano se posó en su brazo. Dolores estaba ante ella con una gran sonrisa.

—Gracias por lo que haces por mis hermanos.

Loles, haría lo mismo por ti o por cualquier miembro de esta familia. Tengo mucho cariño por cada uno de ustedes.

—Pero estoy segura que tienes un poco más por Camilo.

—¿De qué hablas? Tengo un cariño igualado por todos... Ni un miligramo más por él— le susurró.

—¿Se te olvida que escucho todo, señorita "Baño de mar a media noche"?

—¡Dolores Madrigal! Esas son cosas privadas...

La del moño rió al ver la reacción de Vic por la canción de Cecilia Pantoja. Para luego tomarle el hombro.

—¿No crees que deberías ser honesta? Podría después ser muy tarde.

—Dolores hay algunas cosas que tengo claras. Primero, él está interesado en Lucía. Segundo, a Lu también le gusta ¿saldrías con el que era tu "cuñado"? ¿le dirías a tu hermana que te gusta el mismo chico? Eso destruiría la mínima relación que tenemos. Tercero, sólo soy su amiga. Y cuarto, ¿qué se supone que le diga después de lo que pasó el otro día? Supongo que también escuchaste eso. No soy tan tonta para hacer un borrón, cuenta nueva y ser la misma boba llena de esperanzas.

—Victoria, no soy quien para decirte las cosas. Y menos ahora. La ceremonia está por empezar... Pero hablaremos luego de esto, ¿si?

Todos los murmullos y risas prontamente fueron interrumpidos por la abuela Alma, quien estaba en medio de las escaleras. Ella había comenzado a dar un discurso sobre cómo el milagro había llegado y explicaba que a cada uno se le era otorgado un don especial. Victoria buscó con la mirada a su amiga Mirabel sin éxito para luego ver a Esteban en el otro lado. De alguna forma, el destino hasta ahora los mantuvo alejados en aquel momento.

Las cortinas se abrieron y todos aplaudieron al unísono al ver al pequeño Antonio, quien estaba mirando todo asustado. En un momento, estiró su mano hacia detrás de las cortinas. Hubo una conversación inaudible para los demás y después de eso, Mirabel le tomó la mano para comenzar a caminar con él. Este acto no pasó desapercibido, hasta la abuela parecía sorprendida, pero no los detuvo.

Sintió que alguien tomaba su mano y al principio reconoció el tacto y no quiso mirar, pero después observó y Camilo estaba escondiendo lágrimas de emoción en sus ojos. Sonrió débilmente y no se apartó. A pesar de todo, sería muy mala persona si se alejaba de su amigo en un momento tan emotivo.

—Toñito es un niño muy especial...

—Lo sé— sonrió él sin dejar de observar cada movimiento de su hermano.

—Le enseñaste bien— terminó ella. Justo cuando eso pasó, Camilo la volteó a ver, pero Victoria hizo que volviera a mirar a Antonio.

BONHOMÍA   ::   camilo madrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora