e p í l o g o

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TODOS ESTABAN REUNIDOS en la casa Madrigal

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TODOS ESTABAN REUNIDOS en la casa Madrigal. Era un día sumamente especial y todos irradiaban felicidad.

El maestro de ceremonia había dado pie para que los novios dijeran unas cuantas palabras como votos antes de sellarse como marido y mujer. Los jóvenes de 25 años se miraron con una sonrisa que no podía ser despegada de sus rostros.

—Todavía recuerdo que siete años atrás dije: "¿Y ahora qué? ¿Nos casamos?" En modo de broma pesada, no pensé que eso sucedería, pero lo que siempre estuvo presente en mi cabeza es que no veía un futuro en el que no estuvieras presente. Hoy, quiero citar aquellas palabras que me hicieron sentir mariposas. Me gustas. Me gustas mucho, me gusta tu forma de ver el mundo, me gusta que eres servicial, me gusta que te preocupas por todos, me gusta que eres humilde y tienes los pies pegados a la tierra, pero a la vez tienes tus propios sueños. Y hoy, quiero ser parte de esos sueños.

Victoria lo miró mientras limpiaba una lágrima que caía por su cara. Era el momento en el que ella hablaría. Observó el papel que tenía entre sus manos, aunque lo volvió a doblar.

—Hace siete años, te dije que me gustaba que tenías Bonhomía en cada parte de tu ser. Nunca entendiste a lo que me refería, pero hoy quiero explicártelo— le habló suavemente, tomándole una mano—. "Afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento. Hace referencia a la cordialidad y la simpleza de un individuo". Nunca consideré aquellas características importantes en una persona, hasta que comencé a notarlas en ti. Y me di cuenta que a través de ti, podía ver las cosas simples de la vida, de una manera milagrosa.

Sin separar sus manos, Camilo comenzó a recitar como lo habían ensayado anteriormente.
—Yo, Camilo Madrigal, te quiero a ti, Victoria García, como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad,
en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

—Yo, Victoria García, te quiero a ti, Camilo Madrigal, como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Ambos pusieron los anillos en sus dedos, ahora estos habían sido entregados por el primer hijo de Dolores y Mariano, quienes tuvieron que sostenerlo porque aún no sabía caminar.

Mientras el maestro de ceremonia los declaraba marido y mujer, Camilo sonrió susurrándole algo a Victoria. Él dijo:

—¿Me dejas besarte?

—Lo dejaré pasar por esta vez— respondió ella, para luego ver a su novio acercarse para obedecer al: "Puede besar a la novia"—. Debo admitir que me gustó que lo hicieras.

—Sonamos muy pegajosos...— volvió a decir Vicky como en antaño.

—Tienes razón, ¿Qué nos pasó?

—Uh... ¿Nos casamos?


FIN.




yyyyyy ya acabó!
realmente gracias por todo el
apoyo que le han dado a
esta historia, un pequeño pedacito de
mi imaginación y corazón!

BONHOMÍA   ::   camilo madrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora