Capítulo 17

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Cristian POV

Después de una rápida travesía por la costa regresamos a Luisiana. El día que llegamos a la hacienda fue un día emotivo la mayoría de los peones desconocían del embarazo de Ana y al llegar con las niñas fue una sorpresa. Hana, Rayo de Luna, Sophie y Gail, entre ellas se peleaban por tenerla en sus brazos a mis hijas.-

-Señor, ¿Cómo se llamarán estas preciosuras?- Preguntan las cuatro al mismo tiempo.

-Phoebe, es la de cabello castaño, es la mayor y Rose la de cabello cobrizo la menor- Lo dije con el mayor orgullo en mi pecho.

-Son nombres de princesas- Comenta Sophie.

-Son mis princesas Sophie-

-Bueno chicas, dejen que las niñas descansen- Ordena Gail.

Después que ellas salen de la habitación de mis hijas, las observo dormir, verlas así me dan paz son y serenidad. Se ven tan lindas juntas; no hemos podido hacerlas que duerman separadas, cada una en su cuna, tienen que sentirse de los contrario arman una rabieta de grandes proporciones, no se calman hasta no estar juntas de nuevo, sólo espero que esa unión de hermanas sea para siempre.

-¿ En que piensas amor?- La voz de Ana me saca de mis pensamientos.

-En lo unidas que están nuestras princesas- Ella me abraza por la espalda y deja un beso que hace que se me erice la piel y mi respiración se vuelve pesada, ella acaricia mi pecho y baja una de sus manos a mi miembro palpitante, los meses de su ausencia me están cobrando, mi desespero por encontrarlas había anulado mi deseo, pero ahora que Ana esta de regreso me mantengo deseoso, sin embargo tengo que esperar el traer al mundo a dos niñas es un trabajo arduo y desgastante para la mujer y todo su cuerpo necesita reposo, recuperarse después del parto, Según me dijo Gail tengo que esperar casi dos meses para poder reclamar a mi esposa.

-Cristian te necesito- Mete su pequeña mano entro de mi pantalón masajeando mi miembro ya duro, gruño de placer y frustración; tomo su mano y la saco

-Nena yo también te necesito pero Gail ha dicho que debemos esperar a que te recuperes, apenas tienes un mes desde el parto- Me giro para mirarla, veo en su rostro lágrimas que corren por sus mejillas.

-Ya no me amas. Estoy fea, ya mi cuerpo no te apetece-

-No es eso nena, todos estos meses lejos de mi sin saber donde estabas y si aun estabas...- Doy un suspiro fuerte para tratar de deshacer el nudo que tengo en mi garganta – Con vida, no te imaginas la cantidad de escenarios que imagine. Todo esto inhibió mi deseo. Ahora estas aquí, mi deseo por ti ha regresado, sin embargo tenemos que abstenernos es por tu salud, si enfermas tanto nuestras hijas como yo la pasaremos mal. Ana, no hay en este mundo ninguna mujer a la yo desee. Solamente esta tu-

La beso con un beso demandante, con el que trato de demostrarle cuanto la amo, sin embargo hay maneras de darle placer a una mujer, no solo con hundirme dentro de ella, sino con sus pechos que ahora están muy sensibles.

-Vamos a nuestra habitación te llevaré al cielo sin necesidad de estar dentro de ti- El rostro de Ana cambia a uno de felicidad, cuando llegamos a nuestra habitación nos desnudarnos mutuamente, las niñas despertaran en dos horas así que tengo tiempos para darle varios orgasmos a mi esposa.

-¡Oh, Cristian! No sabes lo mal que la pase todo ese tiempo, tuve que ... olvídalo- La miro incrédulo.

-¿Señora Grey, se ha tocado sus partes intimas para aliviarse?- Veo su rostro y esta tan roja como una cereza.

-Yo, yo, yo te anhelaba cada día, parece que el embarazo me hizo desearte más. Sin embargo no es lo mismo que tenerte entro de mi-

-Ahora seré yo quien te brinde alivio, nena- La acuesto en nuestra cama, tomo sus pechos que ahora están más grandes por el alimento de nuestras hijas y eso me fascina. Juego con sus pezones que están duros, me sorprendo cuando la leche de mis hijas sale opresión y llena mi boca; es demasiado buena. Ahora entiendo a mis princesas porque se desesperan cuando no les da su comida. Muerdo, chupo y masajeo sus senos, ella toma mi cabeza y empieza a pasar sus manos entre mi cabello así la hago llegar a su primer orgasmo.

La hija de Un LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora