Volvieron al apartamento en limusina. Hicieron el camino en silencio. Alia iba sentada lo más lejos posible de él. Tenía miedo de que su determinación se viniera abajo si la tocaba. A pesar de todo, su cuerpo todavía ardía de deseo. Solo necesitaba su contacto para que se encendiera la chispa. Cuando salieron del ascensor de su apartamento encontró el valor para hablar.
–¿Seré alguna vez para ti algo más que tu amante? –le preguntó escupiendo las palabras.
Varun se dio la vuelta con las manos en los bolsillos. Tenía una expresión remota y fría.
–¿Sigues buscando ese final feliz, Alia?
Ella tembló presa de la furia y de la tristeza. De una tristeza abrumadora.
–Creo que es posible ser feliz con una persona, sí. Creo que es posible amar y ser amado y no necesitar ni desear a nadie más.
Los ojos de Varun no reflejaban ninguna emoción.
–Es una fantasía infantil –aseguró con voz dura–. Deberías saberlo tan bien como yo.
Mira a nuestros padres.
–El hecho de que nuestros padres no lo hicieran bien no significa que no tengamos ninguna oportunidad.
La carcajada de Varun no resultó nada tranquilizadora.
–Eres muy ingenua, Alia –se acercó y le agarró los brazos–.¿Por qué quieres más de mí? ¿Por qué no puedes ser feliz con lo que tenemos ahora mismo?
A ella se le llenaron los ojos de lágrimas.
–¿Qué tenemos, Varun? Dime qué tenemos porque quiero saberlo.
Varun torció el gesto y luego su boca cubrió la de ella. Fue un beso duro, dominante, nacido del miedo y de la desesperación. Aunque no quería hacerlo, Alia le devolvió el beso. Cualquiera que los viera desde lejos pensaría que estaban inmersos en una batalla. No había nada de tierno en aquel beso. Era una lucha por la dominación del campo de batalla. Alia encontró las fuerzas para ser la primera en retirarse. Jadeaba cuando se apoyó con una mano en el respaldo del asiento.
Varun dio un paso atrás y se aflojó la corbata. Tenía la respiración tan agitada como la suya. Para Alia resultaba gratificante saber que no le era indiferente. ¿De verdad iba a dejar Varun que todo terminara así, iba a tirar por la borda la oportunidad de ser feliz? O tal vez tuviera razón, pensó Alia. Tal vez le estaba dando todo lo que le podía dar. Tal vez estuviera siendo injusta al pedir más.
¿Por qué no podía ser feliz con lo que tenían? ¿Por qué quería más? Porque se lo merecía.
–Me importas –aseguró él irrumpiendo en sus atormentados pensamientos–. Te deseo.
Alia emitió un suspiro tembloroso.
–Lo siento, Varun, pero eso no es suficiente para mí. Yo quiero la fantasía. Quiero amor y matrimonio, aunque me aterrorice la idea, y quiero ser la vida para alguien. Quiero estar con un hombre que no pueda vivir sin mí como yo no podría vivir sin él.
Varun soltó una carcajada amarga.
–Acabas de decir que el amor te aterroriza. Porque sabes que no puede durar, Alia. Tienes el ejemplo de tus padres igual que yo tengo el de los míos. La gente te deja cuando más los necesitas.
Ella sacudió la cabeza y una lágrima le resbaló por la mejilla.
–No puedo ser como tú, Varun. Por mucho que me asuste apoyarme en otro ser humano, quiero arriesgarme. Quiero intentarlo al menos. Quiero compartir la vida con el hombre que amo.
Se lo quedó mirando esperando su respuesta. Esperando a que entendiera lo que acababa de decirle. Pero si entendió que acababa de confesarle que lo amaba, no dio muestras de ello.
–Lo que tenemos es bueno, Alia. No tiene por qué terminar.
Ella aspiró con fuerza el aire.
–Quiero algo más. No quiero ir a fiestas y que la gente murmure a mis espaldas que solo soy otra amante más para ti. Quiero que la gente sepa que estamos juntos, que te he escogido del mismo modo que tú me has escogido a mí.
–No debes escuchar los rumores, Alia. La gente tratará de hacerte daño si les dejas.
–No lo intentarían si no pensaran que es cierto.
Varun apretó fuertemente las mandíbulas y soltó una palabrota.
–De acuerdo, nos casaremos si eso te hace feliz.
A Alia le dio un vuelco al corazón. Podía imaginar lo que le habría costado decir aquello.
–Oh, Varun, no lo entiendes, ¿verdad? No se trata de casarse –se acercó a él y le puso una mano en el pecho–. Se trata de lo que hay aquí. Quiero conocerte. Quiero que me dejes entrar en ti.
Él le agarró la mano que tenía puesta sobre su corazón. Tenía una expresión torturada.
–Me conoces tan bien como cualquier otra persona.
Alia sacudió la cabeza con tristeza.
–Pero ¿hasta cuándo, Varun?
–Mientras dure –afirmó él.
–No puedo hacerlo. Lo siento. Tendría que haberme marchado antes, pero No quería que pasara, pero me he enamorado de ti, Varun. Y tenía la esperanza de que tú también me amaras.
–Me importas –su voz sonaba como una lija de papel.
Pobre Varun. Le había costado mucho admitir aquello. Y era lo único que conseguiría de él.
–Es hora de que vuelva a casa –aseguró abrazándose a sí misma–. Tengo que encontrar otro trabajo y seguir adelante con mi vida.
Varun soltó una palabrota.
–Vete entonces –le espetó.
A Alia se le llenaron los ojos de lágrimas.
–Necesito el pasaporte.
–Está aquí.
Alia parpadeó.
–¿Lo tienes? ¿Desde cuándo? ¿Por qué no me lo habías dicho?
–Llegó hace dos días.
¿Dos días? ¿Llevaba dos días con su pasaporte y no le había dicho nada? –
¿Por qué no me lo habías dicho? –insistió.
Varun se acercó a la isla de la cocina, agarró un sobre y lo arrojó sobre la encimera cerca de ella.
–¿Qué más da? Ahora ya lo tienes.
Alia abrió el sobre. Dentro estaba también su tarjeta de crédito.
–Tu ropa y el resto de las cosas llegarán pronto.
–¿Has conseguido que Bobby te lo entregue todo?
Varun se rio sin asomo de alegría.
–Lo creas o no doy bastante miedo cuando no estoy atado y he recibido una paliza. Bobby se mostró encantado de cooperar cuando se le explicó la situación.
Alia se estremeció ante la amenaza de su tono.
–Gracias –dijo.
Fue lo único que pudo decir. Le dolía la garganta con todo lo que quería expresar, pero no lo haría. Era demasiado tarde. Inútil.
Varun no la amaba y nunca la amaría. Solo quería controlarla del mismo modo que controlaba todo lo que lo rodeaba.
–No tienes por qué irte –murmuró él metiéndose las manos en los bolsillos.
–Me temo que no, Varun –aseguró Alia con tristeza–. Ya no me queda nada que hacer aquí.
ESTÁS LEYENDO
Pareja de corazones (KHAN #5)
FanfictionVarun Khan ya no sentía la emoción del riesgo ni del dinero que se jugaba en las mesas del casino. En realidad, aquello lo aburría. Hasta que una noche ganó más de lo que había apostado, y su premio fue la impresionante Alia Bhatt. Tal vez ella no e...