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POV WINTER

Por la mañana, cuando me despierto, Karina ya no está y se fue de la cama. Echando un vistazo al reloj, me doy cuenta de que son las siete y diez, y ya que es un lunes, asumo que se despertó para alistarse para el trabajo.

Queriendo verla antes de que empiece su día, me levanto de la cama y me arriesgo escaleras abajo vistiendo solo su camiseta en la que dormí. El algodón caliente es suave contra mi piel y me recuerda que hay tantas cosas minúsculas que extrañé de ella. Una sonrisa feliz juega en las comisuras de mi boca.

Sus ojos se encuentran con los míos y coloca su teléfono celular sobre la isla. ―¿No eres algo linda para mirar? ―Su mirada se pasea a lo largo de las curvas visibles bajo la camiseta, antes de detenerse sobre mis piernas desnudas―. Ven acá.

Su sencilla orden pone tenso mi cuerpo con anticipación. Cruzo la cocina y me detengo frente a ella.

―¿Dormiste bien? ―pregunto, extendiendo mis manos para ajustar su listón.

―Como una jodida roca. ―Coloca un beso en mi sien―. Gracias a Dios que regresaste.

―Dijiste que hoy era el día... ―Levanto mi cara desde su cuello y susurro contra su oreja, dejando que las palabras permanezcan entre nosotras. La promesa de tener sexo más tarde tiene a todo mi cuerpo demasiado consciente de su cercanía, su aroma.

La boca de Karina se estira en una sonrisa juguetona. ―Joder, Winnie...

Jugueteo con el dobladillo de mi camiseta y veo su mirada caer hacía el sur. Vistiendo solo una vieja camiseta gris, y nunca me sentí más sexy. Levanto la camiseta, dejando al descubierto el hecho de que no estoy usando ninguna braga, cuando Karina de repente se aclara la garganta, viéndose incómoda.

―¿Qué? ―pregunto.

Suelta un suspiro.- Giselle está aquí.

Me atraviesa la decepción y casi me quejo por la frustración. Dejo caer el dobladillo de la camiseta, cubriéndome de nuevo y miro alrededor de Karina a la ventana de la cocina, la cual tiene una vista directa a la entrada. Su pequeño coche deportivo de color rojo se encuentra estacionado en la calle, pero no la veo por ninguna parte. Raro.

―Voy a vestirme ―le digo y lo dejo en la cocina. Llámame anticuada, pero cuando uno de los empleados de Karina está aquí, me imagino que al menos debería estar usando bragas. No toleraba sacarme su camiseta y simplemente me coloque ropa interior y un par de pantalones de yoga antes de dirigirme a la planta baja.

Me encuentro con Giselle en el pasillo fuera de una de las habitaciones.

―¿Winter? ―Suena sorprendida y arquea sus cejas cuando me ve.

―Hola. ―Doy un vistazo a su alrededor y veo varias maletas en la habitación de invitados y ropas dejadas sobre la cama. ¿Qué infiernos? No entiendo qué está pasando, pero en lugar de quedarme a charlar con Giselle, quiero hablar con Karina. Me dirijo directamente a la cocina.

―Giselle se ve muy cómoda arriba.

―Se está quedando aquí ―dice, sin más explicaciones.

―¿Por qué? ¿No tiene un lugar propio? ―Si me da algún discurso sobre el compañerismo o que la casa está vacía, voy a enloquecer. Ya sospechaba sobre en qué consistía su relación completa y después del fiasco de su matrimonio, no podía soportar que en este momento me cayera alguna otra granada de información.

―En su edificio hay infestación de ratas y se está restaurando su apartamento. Es solo por un par de días más o menos.

¿Ratas? Ew. ―Está bien.

HERMOSAS MENTIRAS | WINRINA G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora