07.

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- Ni-Ki tenía doce años cuando conoció a JungWon.

Estaba jugando en el patio trasero de su casa, sentado sobre el césped mientras movía los autitos de juguete a su alrededor, chocándolos entre ellos y sonriendo por eso, cuando levantó la vista y vio a un chico asomando su cabeza por encima de la cerca.

Se sobresaltó, por supuesto, y agarró la campanita que su abuela le dejaba a su lado cuando jugaba y debía hacer sonar si ocurría algo urgente porque, bueno, él no podía gritar.

No debía gritar.

El ruido resonó en el patio mientras Ni-Ki hacía sonar la campanita, y segundos después su abuela apareció con una expresión de preocupación en su rostro.

― ¿Qué ocurre, príncipe? ―preguntó su abuelita.

Ni-Ki señaló hacia la cerca, hacia el chico que seguía asomándose con una expresión de curiosidad.

Su abuela miró al muchacho, reconociéndolo como JungWon, el vecino, y le sonrió con amabilidad mientras Riki se ponía de pie torpemente, ocultándose detrás de la mujer mayor con miedo.

―Hola JungWon ―saludó su abuelita tomando la mano de Ni-Ki.

―Hola ahjumma ―respondió JungWon con voz estridente―, ¿cómo está?

―Muy bien, ¿y tú, JungWon?

―Aburrido ―dijo el niño mirando a Ni-Ki―, es verano y no tengo a nadie con quien jugar ― JungWon siempre se había caracterizado por ser muy curioso, eso lo sabía todo el mundo―. ¿Quién es ese niño, ahjumma?

Su abuelita le revolvió el cabello, tirando de Ni-Ki hacia adelante, y el menor dio unos pasos balbuceante, bajando la vista con temor.

―Es mi nieto, Riki ―dijo su abuelita con orgullo―, ¿no es simpático, JungWon?

― ¡Sí! ― JungWon sonrió mostrando sus dientes―. ¿Puedo jugar con él? ¡Prometo ser bueno, ahjumma! ―luego, JungWon bajo la voz―. Prometo no pegarle mi enfermedad, abuelita.

Nishimura Solar sintió su corazón apretándose ante las palabras del chiquillo de doce años, solo y sin amigos, sabiendo que JungWon no tenía ningún amigo porque todos le hacían el quite ya que sabían que gustaba de los chicos y ningún padre quería que sus hijos estuvieran cerca de alguien así. A Solar honestamente le daba pena ver a JungWon tan solo, jugando siempre sin compañía alguna en la calle, viendo como el resto de niños del lugar se reían de él.

JungWon era sólo un niño, ¿cómo podían ser tan crueles?

Solar miró a Ni-Ki, que le devolvió la mirada, y le acarició la mejilla, haciéndole un gesto de que fuera a buscar su libreta con el lápiz que siempre cargaba. Ni-Ki no dudó en hacerlo, y aprovechando el momento a solas, la mujer se giró hacia JungWon, que la contemplaba con nervios.

― JungWonnie ―le dijo llamando su atención―, Ni-Ki no es un niño como tú, ¿está bien? Ni-Ki no puede hablar ni escuchar ―aclaró ante su mirada―, así que no sé si quieres jugar con él.

JungWon arrugó los labios.

― ¿Por qué no querría? ―se encogió de hombros―. Está bien, me las ingeniaré, ¡debe ser divertido jugar con él!

La respuesta la dejó satisfecha.

Ni-Ki volvió, y su abuelita le escribió algo en la libreta.

Nini, JungWon quiere jugar, ¿quieres jugar con él?

El menor se tomó su tiempo para leerlo, porque todavía le costaba leer y comprender bien las palabras, para luego mirar a su abuelita y responder con letra torpe, casi inentendible.

𓏲  𝗠𝘂𝗻̃𝗲𝗾𝘂𝗶𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗽𝗼𝗿𝗰𝗲𝗹𝗮𝗻𝗮 ! #𝗦𝘂𝗻𝗴𝗞𝗶 ﹆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora