23.

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- Ni-Ki tuvo que aprender a caminar.

JeongIn le sonrió con orgullo al ver como daba unos pasos, titubeante, siendo sostenido por unas muletas, mientras YuNa frotaba sus ojos para alejar las lágrimas que querían escapar. Su bebé llevaba ya cinco meses en el hospital, y dentro de unos días, esperaba que le dieran el alta para llevárselo a su casa. Con ellos, donde siempre debía estar.

El kinesiólogo también esbozó una sonrisa cuando Riki se sentó en la cama, cansado a pesar de haber caminado sólo por su habitación, pero ya era un gran avance, considerando que todos esos años estuvo, en su mayoría, sentado. Sus piernas eran débiles y todos lo tenían que llevar en brazos, o en su defecto, arrastrarse, para ir a algún lado.

Se tensó automáticamente cuando el hombre comenzó a masajear sus piernas, relajándose segundos después al notar que no era un toque perverso, y luego de darles algunas indicaciones a sus padres, se marchó, quedando sólo los tres.

YuNa se sentó al lado de Ni-Ki, que acercó su cuadernito de caligrafía con el que estaba aprendiendo a escribir. El último mes el muchacho había demostrado tener un aprendizaje veloz, pero por sobre todo, que estaba interesado en comprender lo que ocurría a su alrededor.

—La lección de hoy... —dijo YuNa con voz pausada, hablando también en lenguaje sordomudo—, es formar oraciones completas, Ni-Ki.

Riki la observó con ojos enormes, parpadeando inocentemente, y ella quería abrazarlo y no soltarlo nunca más.

¿Cómo era posible que le hubieran hecho tanto daño a su angelito?

—La primera oración es... —agregó JeongIn, sonriendo mientras sacaba un caramelo de su bolsillo, viendo como la expresión de Ni-Ki se iluminaba—, "mamá y papá me quieren mucho". Si la escribes bien, entonces te lo daré.

YuNa sonrió, escribiéndole la frase a Riki en una hoja en blanco, mostrándosela brevemente para que la leyera, y segundos después, comenzó a replicarla.

Sus letras eran torpes, temblorosas, poco estéticas y apenas entendibles, escribiendo con esfuerzo, deteniéndose varios segundos para pensar bien en hilar la oración como correspondía, y una vez la tuvo lista, se las mostró.

Ambos estaban felices al ver que Riki no se equivocó, y JeongIn le entregó el caramelo, que no dudó en llevárselo a la boca. Lo degustó varios segundos antes de mirarlos.

Su dedo índice fue a la frase, señalando una palabra: mamá.

Luego apuntó a YuNa, duda en su expresión, pero la mujer asintió.

Después fue a otra palabra: papá.

Y como hizo anteriormente, señaló ahora a JeongIn, que hizo un gesto de aprobación.

Chupó el caramelo otros segundos antes de tragárselo, yendo al cuadernito para escribir algo.

"Yo soy Riki. Mamá y papá quieren a Riki".

YuNa se arriesgó, entonces, y le revolvió el cabello al niño, que se quedó quieto un instante antes de mirarla con una sonrisa tímida.

"Sí", escribió JeongIn, "te amamos por siempre".

Ni-Ki sonrió ampliamente.

Hubo un instante de cómodo silencio en el que Ni-Ki estuvo pensando en tanto YuNa le anotaba una siguiente frase, entonces–

Entonces pasó.

—Mamá —susurró Riki.

YuNa se quedó quieta, su rostro congelado. JeongIn dejó de rebuscar el caramelo.

𓏲  𝗠𝘂𝗻̃𝗲𝗾𝘂𝗶𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗽𝗼𝗿𝗰𝗲𝗹𝗮𝗻𝗮 ! #𝗦𝘂𝗻𝗴𝗞𝗶 ﹆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora