27.

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- Los días eran un infierno para Yang JungWon.

La profesora de Física había terminado de dictar su clase segundos atrás, entregándoles la actividad a realizar en ese momento, y JungWon mordió su labio inferior porque le costaba mucho entender esa materia. Las Ciencias y Matemáticas, en general, se le hacían difícil de comprender por lo que prefería irse por las Humanidades. Aun así trataba de ponerle todo su empeño porque quería buenas notas para así no decepcionar más a sus padres.

Miró de reojo el asiento vacío a su lado, ignorando las conversaciones y risas bajas a su alrededor, sus compañeros hablando y riéndose entre ellos.

JungWon a veces se sentía como un fantasma, como si realmente no existiera, como si fuera invisible. Cuando todos te ignoraban, ¿significaba que no eras real?

Que deprimente pensamiento para un chiquillo de catorce años.

—Bien, chicos y chicas —dijo la profesora Kim poniéndose de pie, llamando la atención de todo el mundo—, ¿van avanzando bien?

Se escuchó una afirmación colectiva. JungWon permaneció en silencio con la vista baja.

—Recuerden entregarme sus cuadernos a medida que vayan terminando —añadió—, pero ahora, antes de que continúen, no haremos un examen para esta unidad —se oyeron gritos felices—, pero sí un trabajo grupal.

Más gritos felices. JungWon dejó la tarea, apretando sus manos en puños por la repentina ansiedad. Ya sabía lo que vendría a continuación y lo odiaba.

—Debe ser de a tres, ni más, ni menos —continuó la profesora—, y para que vean que soy buena, dejaré que se organicen ustedes. Deben entregarme un papel con los integrantes y les asignaré el proyecto.

Todos sus compañeros comenzaron a moverse para organizar sus grupos, el salón llenándose de risas, pero JungWon permaneció sentado, observando su cuaderno, fingiendo ignorar lo ocurrido, fingiendo estar concentrado en su tarea.

Una parte suya tenía la esperanza de que alguien se acercaría y le preguntaría si deseaba formar grupo con ellos. Sin embargo, no ocurrió, y eso no era una decepción porque todos los trabajos en grupo eran así desde que tuvo diez años y el mundo entero supo que era gay.

Pasaron varios minutos hasta que tomó aire, poniéndose de pie, sin levantar la vista aunque sabía que ahora varios chicos del salón le estaban mirando. Podía sentir la burla sobre él.

Caminó hacia donde estaba la profesora, llevando su cuaderno, y se lo entregó. La mujer comenzó a corregirle la tarea, devolviéndosela pocos minutos después, pero no se retiró.

—¿Ocurre algo, Yang? —preguntó la mayor con poco interés.

Mordió su labio inferior antes de hablar.

—Quiero hacer el trabajo solo, profesora —contestó en voz baja, porque no quería llamar la atención de nadie más.

—¿Otra vez? —la mujer chistó—. Llevo haciéndote clases dos años y siempre es lo mismo, Yang —añadió con un suspiro, y JungWon escuchó las risitas detrás de él porque la profesora no bajó su tono de voz.

𓏲  𝗠𝘂𝗻̃𝗲𝗾𝘂𝗶𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗽𝗼𝗿𝗰𝗲𝗹𝗮𝗻𝗮 ! #𝗦𝘂𝗻𝗴𝗞𝗶 ﹆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora