24.

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- Riki llevaba un mes en su hogar cuando lo llevaron con Jake.

Al niño no le gustaba mucho salir afuera, prefería quedarse dentro de la gran casa y jugar solo, ver televisión o simplemente colorear sus libros de dibujos. Además, cada tarde, le iba a ver una profesora de educación primaria particular junto a una psicopedagoga que le enseñaban a leer, escribir, sumar y restar, que hacían pocas preguntas pero le eran de gran ayuda para enseñarle lo que tuvo que aprender años atrás.

Sin embargo, sus padres sabían que iba siendo momento de que Riki comenzara a salir de a poco; si bien querían cuidarle, no deseaban tampoco tenerle encerrado todo el tiempo, porque a fin de cuentas, eso no sería tener una vida normal, que era lo que tanto deseaban para su hijo.

Al inicio estuvo reacio a salir con ellos, escondiéndose en los armarios o bajo las camas para que no lo sacaran de casa, pero ambos fueron pacientes, diciéndole que irían en el auto, que estaría con ellos en todo momento, que no le iban a dejar solo.

Eso era lo más importante: no le dejarían sin compañía alguna en ningún momento.

Luego de varios días, lograron convencerlo de acompañarlo al exterior: prácticamente corrió hacia el interior del auto, haciendo que su mamá se sentara a su lado, y se abrazó a ella, enterrando su rostro contra su costado, negándose a soltarla. Fue así también cuando caminaron hacia la oficina de Jake, apenas despegándose de la mujer, y cuando el psicólogo apareció, se ocultó detrás de ella en todo momento.

—Hola —se presentó Jake en lenguaje de señas, sonriéndole al niño con suavidad—, me llamo Jake y soy un doctor.

Ni-Ki no se asomó, sus manos aferrándose al suéter de su mamá.

Pero todos fueron pacientes allí, dejando que el chico se tomara su tiempo.

—¿Te gustan los caramelos? —preguntó JaeYoon —. Tu papá me ha dicho que te encantan. Tengo una paletita para ti —agregó Shim, sentándose en un puff y sacando el dulce—. ¿Lo quieres?

Entonces, Ni-Ki asomó su cabeza, sus ojos nerviosos moviéndose por el rostro de Jake hasta detenerse en el caramelo. Mordió su labio inferior, soltando su agarre de YuNa pero sin alejarse. La mujer dio un paso en dirección al psicólogo, lo que impulsó a Ni-Ki a seguirla, y se sentó en las piernas de la mujer cuando recibió la paleta, su cuerpo en tensión, su mirada negándose a posarse en Jake.

Pero ya era un gran avance. Ya era un enorme paso.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Jake pausadamente.

Riki se llevó el caramelo a la boca, mirando unos segundos a JaeYoon, para luego hablar de forma recelosa:

—Muñequito —dijo—, pero papá y mamá me llaman Riki.

YuNa le agarró la mano a JeongIn, su garganta apretada, en tanto su esposo bajaba la vista con dolor.

Sin embargo, Jake mantuvo su rostro tranquilo, la sonrisa dulce sin desaparecer.

—Pero ¿cuál te gusta más a ti? —preguntó—. ¡Riki suena mucho mejor, ¿no lo crees?!

El niño se quedó pensativo otro momento, su expresión relajándose al ver que seguía en los brazos de esa bonita mujer que le iba a arropar todas las noches, le leía un cuento y le besaba la frente sin dobles intenciones, llenándole de abrazos y cariño. Ella decía ser mamá, y Muñequito estaba feliz de eso, aunque no entendía bien qué significa eso. O qué significaba papá.

𓏲  𝗠𝘂𝗻̃𝗲𝗾𝘂𝗶𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗽𝗼𝗿𝗰𝗲𝗹𝗮𝗻𝗮 ! #𝗦𝘂𝗻𝗴𝗞𝗶 ﹆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora