7 - Me veo reflejada en ti

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Piper llevaba ya un buen rato completamente hastiada de la conversación en la que su padre intentaba convencer a esa mujer de que él era la mejor opción para apoyar, y queriendo parecer decente, se estaba midiendo con el vino, aunque en su interior quería ahogarse hasta perder el conocimiento al menos lo suficiente para poder ignorar todo lo que estaban hablando en esa aburrida mesa llena de conversaciones sobre política.
Bebió un sorbo más de su copa y fingió prestarle por completo su atención a Bill que entusiasmado seguía conservando esa postura de rectitud que lucía frente a todos siempre.

- Ser alcalde no es nada fácil, - dijo con la voz llena de solemnidad - sin embargo, no solo estoy dispuesto a asumir el cargo, si no que también estoy deseoso de...

- Voy a interrumpirte, justo allí. - le dijo la mujer - Tengo un perfecto historial, y, ¿sabes por qué? - a penas Bill había abierto la boca para responder, la mujer siguió hablando e ignorando cualquier sonido fuera de su voz - Porque soy buena investigando.

- ¿Investigando?

- Sí, la pasada elección casi apoyé a Dave Grady.

- ¿Dave Grady? - respondieron con voz incrédula ambos padres de Piper.

- ¿A su hijo no lo arrestaron por..? - quiso preguntar Bill, pero nuevamente fue interrumpido.

- Contrabando de animales exóticos. - asintió la mujer. - Si te estoy diciendo esto es porque no solo te estoy mirando a ti, - dijo recorriendo de forma evaluativa a Carol y Piper sentadas frente a ella - esto es un asunto familiar.

- Puedo asegurarte que esta familia no tiene absolutamente nada que esconder. - le dijo Bill con completa calma tomando la mano de su hija sobre la mesa.

Piper sintió que el aliento se le iba, dejándola mareada por unos segundos.
¿Es que el asunto podía estar peor? Ella le había prometido a Alex que iba a salir del clóset después de las celebraciones, pero, ¿estaría dispuesta a esperar un poco más por ella? No es como que siempre quisiera tener una relación a escondidas, pero sabía bien que su padre no le perdonaría ser el foco de un escándalo de esa magnitud que le quitara la oportunidad de ganar el apoyo de Harriet Levi, pues eso era prácticamente lo que le aseguraba que iba a ganar en las elecciones y convertirse en el nuevo alcalde.
La rubia estaba completamente angustiada, pues deseaba como loca hacer feliz a su novia, pero también, no quería perder la preferencia de su padre, quien desde siempre la había tratado como una verdadera princesa, aunque para su par de hermanos ella era una verdadera perra por quedarse siempre con todo el reconocimiento de todo.
Con hipocresía asintió mostrándole su mejor sonrisa a la mujer frente a ella y apretó la mano de su padre, sintiendo el desencanto hacerle un gran nudo en el estómago, sin duda estaba destinada a joder algo en su vida y no podía encontrar en su mente la forma de tener ambas cosas.

Alex observaba con diversión como Cal pretendía bailar en medio de la pista, en donde todas las mujeres preferían alejarse de él viéndolo como un bicho raro.
Pero a ella le parecía agradable, sin duda alguna, él era, y con el perdón de Piper, el más auténtico de todos los Chapman que conocía, pues a pesar de las exigencias de sus padres y del ambiente en el que se desenvolvían, parecía que no había perdido ni siquiera un gramo de su esencia y personalidad, lo que por supuesto lo hacía ser completamente diferente a ellos.
Lo entendía bastante bien, puesto que desde hacía años atrás, ella había optado la postura que Herman Hesse plasmó en el libro de "Demian", en donde describía el proceso de crecimiento y evolución personal como la ruptura de un cascaron.

"El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. el que quiere nacer tiene que romper un mundo."

Y eso era exactamente lo que el más pequeño de los Chapman estaba haciendo sin importarle si le agradaba o no a los demás, si encajaba o no en el pequeño mundo lleno de limitantes que sus padres habían construido como las paredes de un castillo a su alrededor y al de sus hermanos.
Alex suspiró, cómo deseaba que Piper fuera también así de valiente como para no perderse a sí misma tratando de complacer a sus padres, y aunque toda aquella situación le parecía muy desgastante, estaba anhelando que pronto las cosas mejoraran y que la rubia comprendiera el daño que le hacía al no darle su lugar como novia, porque aunque sonara ridículo, Alex se sentía bastante desplazada e irritada la mayoría del tiempo en presencia de la familia de Piper, tal cuál como se había sentido en su adolescencia donde le importaba un poco lo que dijeran de ella, pero luego, gracias a ese libro de Herman Hesse, y también a uno de los consejos de Dr. Seuss:

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